A horas de que se cristalice un nuevo intento con el fin de designar al nuevo rector de la Universidad de Bs. As., cabe visualizar un par de columnas de dos intelectuales que circularon en los medios estos últimos días, Oscar Terán y Beatriz Sarlo.
Terán significaba días pasados que en la UBA "se juega parte del destino de la sociedad".
Para el investigador principal del CONICET, la Universidad de Bs. As. se halla "colonizada por la política partidaria y facciosa desde el primer gobierno de la recuperación democrática, abandonada luego a su propia dinámica interna de deterioro, terminó por albergar un conjunto de fenómenos propios y heteróctonos que la condujeron a la presente encrucijada".
"Asistimos a la crisis de esta institución estratégica en tanto productora y difusora de conocimientos, justamente cuando como tal debería contribuir a la recuperación de una sociedad largamente devastada y que demanda la consolidación de un proyecto de país moderno, progresista y con tendencias inclusivas y equitativas".
"Esta deriva crítica - agregaba Terán- se despliega en el seno de la nueva diagramación global de la economía capitalista que refuncionaliza y precariza los insumos laborales, así como en el interior de una modificación en curso del régimen de los saberes".
En tanto, de acuerdo a la visión de Beatriz Sarlo, la UBA "no es la institución destinada a satisfacer en primer lugar las vocaciones de sus potenciales estudiantes. Esas vocaciones, a los dieciocho años, pueden ser tan poco firmes como influidas por ondas culturales. La universidad no está obligada a responder al imaginario del postadolescente urbano de capas medias. Debe tomarlo en cuenta, pero también debe tomar en cuenta otros factores. Hay que encauzar la inscripción de las diferentes carreras y las diferentes facultades. Existen menos enfermeros universitarios de los que encontrarían empleo; no hay suficientes ingenieros. La UBA puede intervenir fomentando unas disciplinas e incentivando con becas a quienes opten por ellas".
La ensayista subrayaba que la universidad "está loteada y, desde el prolongado rectorado de Shuberoff este loteo se ha vuelto un rasgo permanente".
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