Una nueva tendencia en materia publicitaria parece avizorarse en términos de promocionar las pretendidas virtudes de un producto: la publicidad en los libros.
Se trata de un fenómeno que no resulta completamente novedoso, ya que distintas publicaciones locales e internacionales -diarios y revistas- llevan varios años introduciendo publicidad en obras literarias promocionales que han acompañado junto a sus ejemplares originales, lo cual lejos ha estado de generar mayores resistencias por parte de los lectores de aquellos medios.
De todas maneras, se plantea en todo caso si la lógica de mercado de diarios y revistas llega a los libros, o sea, si estos pueden ser sostenidos financieramente ya no sólo por sus ventas en función del precio de tapa, sino también por la facturación publicitaria.
Sin embargo, toda una corriente de lectores y autores reivindican la independencia de la publicidad invasiva en una era comunicacional donde la gratuidad amenaza a la prensa naturalemente paga. Los diarios gratutios sin ir más lejos son una tendencia omnipresente en la dinámica lectora en distintos países de Europa.
Los medios gratuitos funcionan muy bien en Europa, y de hecho representan más de un 25% del mercado de diarios en España, Italia, Dinamarca y Portugal. Algunos expertos señalan que el fenómeno de los gratuitos hará desaparecer la prensa paga, y otros avizoran que de lunes a viernes la prensa será gratuita y sólo los fines de semana con lecturas más de fondo y suplementos temáticos serán pagos. Otros especialistas expresan que esas afirmaciones carcen de rigor, y sólo se suman a las que vislumbraron el fin de los libros impresos, de la radio, de los diarios impresos, etc. etc.
Diez años después del lanzamiento "revolucionario" del primer diario gratuito sueco "Metro" (1995), se cuentan 112 diarios gratuitos que difunden globalmente más de 21 millones de ejemplares en unos treinta países, indicó el año pasado la Asociación Mundial de Diarios (AMJ), en su informe anual sobre las tendencias mundiales de la prensa.
Los diarios tradicionales comenzaron luchando con los gratuitos y han llegado a convencerse de que son medios distintos, audiencias distintas, mercados distintos e incluso complementarios.