martes, septiembre 26, 2006

Abordajes - Las bestias y el daño a la democracia

Esta tarde el titular del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, Carlos Rozanski, leyó una síntesis de la sentencia que condenó a reclusión perpetua al ex policía Miguel Etcehcolatz y tuvo en cuenta que los crímenes cometidos por el represor se produjeron en el marco de un genocidio.

Entretanto, uno desea con ansías por estas horas que aparezca de una buena vez sano y salvo Jorge Julio López, cuya ausencia computa 8 días y que ella simplemente haya sido causada por un shock emocional por su testimonio como testigo decisivo para condenar al maldito represor, ex Comisario general de Policía de la provincia de Buenos Aires, donde se convirtió en la mano derecha del jefe de la Policía Bonaerense general Ramón Camps y empleó su cargo para dirigir 21 campos clandestinos de detención que funcionaron en la mencionada provincia, y al mismo tiempo parte de la siniestra "Noche de los Lápices".
Sin embargo, a esta altura lamentablemente todo lleva a pensar que esta preocupación no es en vano, y que no es excesiva aquella definición del gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, en cuanto a que el albañil podria ser “el primer desaparecido en democracia”.
Este caso resulta una buena oportunidad para que esta misma preocupación llegue a toda la sociedad, que persiste en muchos casos -al menos en los extractos de clase media para arriba- de compras en el shopping, abandonando la participación pública que supo motorizar cuando se vio afectada en sus intereses y desplegara movilizaciones callejeras para quejarse por los efectos del corralito de Domingo Cavallo.
Esta sociedad que manifiesta su desinterés por las cuestiones de índole social e institucional, y prefiere persistir en disfrutar las mejoras económica conseguidas desde el pozo del 2001 sin importarle demasiado más que eso.
Ojalá que Lòpez reapareciera en buen estado de salud. Sin embargo, si muy por el contrario y como todo parece indicar, su condición de testigo medular del caso Etchecolatz haya llevado a algún grupo de bestias cuyo accionar todos conocemos a secuestrarlo a fin de intimidar a futuros testigos para impedir su participación en juicios por la verdad, la democracia argentina sentirá el golpe sin disimulo.
Y de hecho, tal como lo plantea el colega y también docente univeristario Miguel Wiñaski en su libro "La noticia deseada", quizá aún cuando en el mejor de los escenarios Lòpez apareciera en buen estado de salud y su ausencia sólo se haya debido a un shock emocional, gran parte de la sociedad se permitirá resistirse a creer la versión oficial.
La tesis de Wiñaski refiere a qué pasa cuando la opinión pública rechaza la verdad. Allí, se levanta como un imperio la noticia deseada, la realidad en la que la opinión pública prefiere creer. Esta es su hipótesis, que considera que el montaje de la noticia no es un proceso gestado sólo por los medios que la emiten, sino que se vertebra con lo que las audiencias desean interpretar.
En caso de esclarecerse que se secuestró a Lòpez, las huellas de este accionar bestial dejarán sin duda su sello seguramente en los próximos procesos en pos de esclarecer la verdad durante la dictadura que asoló -con complicidad civil. valga una vez más mencionarlo- nuestro país. En este marco, el Estado deberá garantizar como no lo ha hecho hasta hoy la protección de los testigos y quizás también en algún caso su identidad.
La obligación que se impone para todos es la de trabajar mancomundamente para que estos malnacidos ligados a las fuezas de seguridad o aún a ex miembros de ellas, no logren generar el efecto buscado, y tal como el terrorismo global, materialicen su cometido. Su accionar a partir de iinfundir temor e intimidación pùblica como ejemplificador para futuros testimonios debe ser enfrentado con severidad.

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