Hace pocos días estuvo en nuestro país para brindar una serie de conferencias el reconocido antropólogo francés Marc Auge, autor de "Los no-lugares. Espacios del anonimato"(1992), a partir de teorizar sobre ciertos espacios de circulación, de consumo o de (in)comunicación -un aeropuerto, un supermercado, un hotel, etc.- donde no existen posibilidades de establecer relaciones duraderas.
Producto de ello, fue entrevistado por algunos medios locales. A partir de esos reportajes y de otras conceptualizaciones previas, nos permitimos rescatar algunas consideraciones de Auge que tienen que ver con la comunicación y la política.
"En todas las casas, incluso en las regiones muy pobres, hay un televisor. De modo que el centro de la casa es al mismo tiempo el lugar de la relación con el exterior, es como si el individuo quedara descentrado en la relación consigo mismo. El espacio de la televisión aspira a ser el espacio público, pero no lo es.
Lo que pasa con la televisión es que da la impresión de conocer a cualquiera; a (George) Bush, por ejemplo, lo veo todos los días, pero no lo conozco. Es la típica confusión entre conocimiento y reconocimiento; es el mundo de la ignorancia, del hedonismo, de la no historia. En la televisión hay acontecimientos, pero no hay historia".
"Estamos viviendo dentro de una ideología del presente, con acontecimientos que no resignifican la relación con el pasado ni con la imaginación del futuro. Visto así, no existe más la historia, la visitamos como turistas, pero no tenemos el sentido de la relación entre el pasado y el presente ni la finalidad de una idea del futuro que anime el presente. Claro que en el fondo hay una historia, pero la consecuencia es que no pensamos la historia; es el triunfo de la ideología de la sociedad de consumo que define nuevos modos de individualidad. Y como estamos inmersos en esta sociedad es muy complejo analizar esta ideología, que se podría sintetizar con el lema de que portarse bien es consumir mucho. Sin embargo, una de las consecuencias es la ausencia de referencias, una vida sin perspectiva y una incapacidad de pensar el tiempo".
"Existe un claro contraste de esta ideología con lo que se pensaba en los años ’60 y ’70, cuando había que pensar el futuro para cambiar la sociedad. Ya no pensamos en cambiar la sociedad, pero cuando era joven decir que había que cambiar la sociedad era un lugar común. Ahora, si se habla de cambiar el mundo, de imaginar la utopía, se lo califica de arcaísmo".
"La paradoja es que el comunismo postulaba la desaparición del Estado como un ideal, pero en el pensamiento de la izquierda actual aparece la necesidad del Estado. Tenemos la impresión de que por detrás del Estado operan fuerzas muy grandes que gobiernan el destino del mundo. Son las grandes empresas las que gobiernan al mundo y no se puede comprender los grandes problemas centrales a nivel internacional si no tenemos en cuenta los intereses de esas empresas. Toda la política exterior es una política que tiene que ver con los imperativos económicos. Podemos pensar que incluso en los estados democráticos hay un riesgo de que el Estado dependa de las fuerzas económicas internacionales. Todo esto introduce un malestar, incluso en los países de Europa. A menudo se plantea la distinción entre “la izquierda de gobierno” y “la izquierda pura”, pero resulta que es la derecha la que gobierna. El problema del Estado es el corazón de los debates actuales de la izquierda"
"Se dice que dentro de unos años la gente podrá votar desde su casa a través de su computadora. Tengo miedo de que ése sea el último paso para la conversión del espacio privado en espacio público. El espacio del público sustituyó el espacio público".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario