Las paradojas de la salida del cajero del decadente kirchnerismo
El eje de análisis político de estas horas concilia la falta de autocrítica y el soberbio autismo kirchnerista con el intento de cierta oxigenación que motoriza el Gobierno tras la pronunciada debacle del pasado dgo. 28-06.
El tiempo dirá cuán profunda será la renovación, aunque a lo sumo se auguran modificaciones que no sobrepasen cosmética pura con algunos cambios para que nada cambie. Tras la renuncia del oscuro secretario de Transportes de ayer, la película bien podría titularse “ADIOS AL CAJERO K”.
Entretanto, dos paradojas: el primer fortalecido en este escenario es otro gran cuestionado, el ministro pinguino Julio De Vido, ya que el sucesor de Ricardo Jaime es Juan Pablo Schiavi, un hombre de su riñón.
Asimismo, Schiavi fue jefe de campaña de Mauricio Macri en su candidatura a jefe de Gobierno porteño 2003, lo cual permite colegir que el Gobierno no hace más que confirmar que no existen en definitiva choque de modelos políticos disímiles entre oficialismo y oposición como el relato kirchnerista ha pretendido instalar y la ciudadanía con su voto ha desestimado.
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