martes, diciembre 29, 2009

El poder y el dinero / Comentario del libro “El dueño”, de Luis Majul

Por Eduardo Zamorano

Como nuestros aventajados lectores habrán adivinado, el título remite a la célebre novela de Graham Green (“El poder y la gloria”), sólo que el autor inglés discurría sobre la búsqueda de prestigio en el Vaticano y el libro que comentaremos transita caminos más terrenales.

Desde el Maestro Maquiavelo hasta sus dudosos émulos actuales (Dick Morris, Durán Barba, nuestro inefable Fernando Braga Menéndez, etc), los politólogos predican que un Príncipe exitoso debe contar con una dote suculenta.
Sin embargo, en algunos países entre los que se cuenta la Argentina, el político ambicioso debe disimular su riqueza debido a que una porción importante de sus poblaciones mira con desconfianza el progreso económico, máxime cuando se asocia con la actividad política.
De tal forma, para eludir estos prejuicios culturales que podrían dar al traste con sus planes, algunos de nuestros gobernantes construyen la “Cueva de Alí Babá” con la ayuda de solícitos entrepreneurs, ricos desde siempre o en trámite de serlo.

Cada época tuvo su empresario emblemático; recordando a vuelo de pájaro: Jorge Antonio, Rogelio Frigerio, Enrique Capózzolo, Emir Yoma, Alfredo Yabrán, Fernando de Santibáñez, y Victorio Américo Gualtieri fueron señalados, cada uno al alcanzar su cenit, como financistas y/o testaferros del poderoso de turno.
Tal vez fue Alfonsín el único presidente al cual no se le endilgó un devoto mecenas, aunque los paranoicos de siempre adjudican ese rol al discreto Enrique Coti Nosiglia.

LUIS MAJUL ya incursionó en nutridas investigaciones sobre capitostes económicos vernáculos; así, en “Los dueños de la Argentina” (Amalia Fortabat, Bulgheroni, Macri, Rocca, y Jorge Born) inició la saga que, vista su buena performance, prosiguió en una secuela que incluyó a: Julio Ramos, Manuel Antelo, Alfredo Coto, y Carlos Avila.

Como vemos el inquieto periodista tiene una notoria predilección por estos personajes y, debe admitirse, que no le falta experiencia para radiografiarlos.

En su nueva obra “EL DUEÑO-La historia secreta de Nestor Kircnner, el hombre que maneja los negocios públicos y privados de la Argentina”, (editado por Espejo de la Argentina-Planeta, 2009) intenta presentarnos el paradigma de la síntesis perfecta entre poder y dinero así como sus mecanismos de afiatada reproducción.

Ya desde el extenso subtítulo -anticipo de la tesis que intentará demostrar en su libro- advertimos que el conductor de “La Cornisa” la emprende contra el ex presidente y su entorno económico.

Más allá de las suspicacias, justificadas o no, en torno al crecimiento exponencial del patrimonio de la pareja, debe reconocerse que, a diferencia de sus antecesores en la primera magistratura del país, han expuesto en sus declaraciones ante la AFIP una respetable fortuna así como informado de su notable incremento durante el lapso de su original alternancia en el mando; incluso, uno de los períodos cuestionados por denunciólogos vocacionales o ¿profesionales? fue investigado por el pintoresco Juez Oyarbide, quién sobreseyó a los Kirchner declarando que la formación de la causa “no afectaba su buen nombre y honor”.

Empero, en el libro de Majul se sostiene que lo explicitado por los Kirchner ante el organismo recaudador es tan sólo la punta del iceberg, y que existe un fabuloso botín atesorado y camuflado con la colaboración de nuevos ricos “amigos del poder”.

Precisamente, el trabajo del eléctrico comunicador más que explayarse sobre líder del Frente para la Victoria, pone la lupa sobre empresarios que merodean su círculo íntimo y a quiénes ha bendecido la providencia multiplicándoles los panes y los peces.

Así, los verdaderos protagonistas de la investigación son, por riguroso orden de aparición en el texto: Cristóbal López, Juan Carlos Relats, Enrique y Sebastián Eskenazi, Claudio Cirigliano, la dupla Gerardo Ferreira y Osvaldo Acosta (Electroingeniería), y Rudy Ulloa Igor.

El libro se completa con una indagación sobre las andanzas por los intersticios estatales de dos ex funcionarios del gobierno: Ricardo Jaime y Claudio Uberti; y con un capítulo dedicado a “los increíbles secretos de la brutal guerra entre Kirchner y Clarín”.

Como broche final, en un epílogo titulado “Barranca Abajo”, Majul concluye con un lugar común, muy de moda entre los opinators mediáticos: “La capacidad de hacer daño de Kirchner sigue intacta, pero su poder real se diluye todos los días un poco más”.

A este escriba le resulta difícil jugar una opinión sobre el trabajo. Es bueno el acopio y ordenamiento de datos (muchos de ellos ya conocidos, aunque dispersos en diferentes publicaciones), también es aceptable su prosa, siempre que nos sujetemos al género investigación periodística, y existe alguna coherencia entre los episodios que se relatan.

Sin perjuicio de ello, compartimos estas sucintas reflexiones:

1.- A diferencia de lo habitual en investigaciones de este tipo, el libro no tiene notas a pie de página donde se explicite la fuente de que se valió el autor para realizar sus denuncias o afirmaciones.
En reemplazo de esta metodología, que consideramos la más apropiada y cómoda para el lector, sobre el final del libro emerge una “addenda” en la cual, para cada uno de sus capítulos, se referencian las fuentes de una manera demasiado general y confusa. Vale decir, el lector concentrado en un dato tiene que acudir a otro tramo del libro para desentrañar su origen. Este incordio, y este escriba lo confiesa sin ambajes, desalienta a más de uno.


2.- Hay pocas referencias a políticos, excepto aquellos compañeros de ruta de Kirchner hoy alejados del círculo aúlico o devenidos adversarios (Arnold, Rafael Flores, Solá, Acevedo, Alberto Fernández, etc). Es curioso que, en varias oportunidades, Majul encomie con especial énfasis a Mario Das Neves al punto que alguien sostuvo que si el chubutense llegara a la presidencia, Luisito sería su “Verbitsky”.


3.- Majul bosqueja un perfil psicológico de Kirchner que choca por lo elemental. En efecto, con apoyo en un razonamiento simplista adjudica el estilo agresivo, frontal, intolerante y por momentos revanchista del ex presidente, a supuestos “traumas infantiles y adolescentes”.
De esta forma, con una frase rayana en la obviedad, descerraja este brulote: “Aquél flaco tímido, de anteojos enormes, ojo desviado, y problemas de dicción había pasado a ser el Presidente más rico y más ambicioso de la historia del país. Alguien con pretensiones de formar parte del poder permanente. Es decir: el único dueño de la Argentina”.


4.- Todos los empresarios a los cuales Majul adjudica un ambigüo maridaje con el santacruceño, en mayor o menor medida, partieron de situaciones humildes -cuando no de franca pobreza- amasando sus actuales fortunas en menos de una generación; más aún, en varios casos en unos pocos años.

Estos despegues asombrosos -dignos del self made man manchesteriano-, magüer su excepcionalidad, parecen desmentir la generalizada afirmación de sociólogos y economistas relativa a que en la Argentina no existe movilidad social ascendente desde la década del sesenta.

No es ocioso memorar que, para la sociología clásica, cualquier individuo puede alcanzar las posiciones de poder y prestigio siempre y cuando se esfuerce para lograrlo; es decir el origen de clase puede ser adscripto pero el esfuerzo individual determinaría en última instancia la posición social de cada uno.

En este sentido, los adláteres de Néstor parecen resucitar (y no sólo evocando a Lázaro) estas doctrinas funcionalistas que Merton y Johnson difundieron hace cinco décadas.
Veamos:

• Cristóbal López comenzó a los quince años como repartidor de pollos en el criadero de su padre, primero a pie y luego en una chata desvencijada. Hoy posee petroleras, olivares, colectivos, casinos y tragamonedas. Factura tres mil millones al año y brinda trabajo a once mil personas.

• En 1990, Lázaro Báez era cajero del Banco de la Provincia de San Cruz, donde había ingresado como cadete unos años antes. Actualmente controla empresas hoteleras, inmobiliarias, constructores, petroleras y medios de comunicación.

• El movedizo cadete del Estudio Jurídico Kirchner era, en 1979, un chileno bajito de pelo ensortijado y mirada vivaz: Rudy Ulloa Igor. Como en un cuento de hadas, hace poco intentó la compra de TELEFÉ y es vox populi que sus alforjas desbordan de millones.

• El resto de los nominados (Eskenazi, Cirigliano, Relats y los ex presos políticos que regentean Electroingeniería), si bien provienen de sectores medios y cuentan con estudios universitarios, también crecieron de manera meteórica.

• Uberti y Jaime desmienten la cacareada ineficiencia estatal; nos demuestran que allí también se puede ganar plata.


Como era previsible, “EL DUEÑO” se vende como pan caliente, el principal aludido prefiere mirar para otro lado (y no es una ironía de mal gusto), los empresarios involucrados en la densa investigación guardan pundonoroso silencio, y alguna gente que mira el espectáculo: aprieta los dientes y espera.

E.Z.

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