jueves, enero 14, 2010

Vicepresidentes

Acerca de vicepresidentes "opositores"

Por Israel Lotersztain - Master en Historia de la Universidad Torcuato Di Tella / Ex Profesor de Física de la UBA, de la Universidad de Birmingham) / Ex Director de Investigaciones del INTI).

Si bien efectivamente comienza a resultar bastante grotesca la actitud del Vicepresidente Julio Cobos de intentar erigirse en jefe de la oposición en ejercicio de su cargo, la idea de que este sería un caso inédito en todo el pasado argentino (como tantas otras afirmaciones históricas que lanza impávida la Presidenta de la Nación) puede ser quizá considerada una exageración sin fundamento. Conflictos muy graves entre el Presidente y eventual su sucesor constitucional para nada faltaron. Recordemos tan solo algunos.

Miguel Juárez Celman, en 1890, fue el primer Presidente de la Argentina organizada (luego de Pavón) que debió interrumpir abruptamente su mandato, creando con ello un ominoso precedente. Y siempre estuvo convencido, no sin razón, que la conspiración de su concuñado Roca con el Vicepresidente Carlos Pellegrini (ambos de una fracción totalmente opuesta al juarismo en el PAN, partido gobernante) estuvo tras el levantamiento encabezado por Leandro Alem en la Revolución del Parque. Esta revolución comienza auspiciosamente, pero de pronto Alem contempla como los apoyos militares prometidos no se materializan. Con ello se habrían logrado los dos efectos buscados: los rebeldes no tienen éxito, pero la debilidad del gobierno por los hechos revolucionarios es tal que Juárez Celman, muy a su pesar, se ve obligado a renunciar y asume Pellegrini la Presidencia y Roca el estratégico Ministerio del Interior.

Luis Sáenz Peña, que a su vez asume en 1892, no tiene un destino mucho mejor. Fue un candidato forzado, tan solo elegido por la fracción del PAN en el gobierno para evitar el retorno del juarismo al poder. Por ello y su especial mal carácter desde un inicio se lleva pésimo con el Congreso y sobre todo con su Vicepresidente J.E. Uriburu. Y nuevamente con la ayuda de Roca y Pellegrini este último le hace la vida imposible al primer mandatario (de avanzada edad) y lo fuerzan a renunciar en 1894. Y Uriburu desde la primera magistratura posibilita que Julio A. Roca sea electo por segunda vez en 1898, con los usuales mecanismos fraudulentos de la época.

Manuel Quintana, abogado y amigo de Julio A. Roca, es “electo” en 1904, y casi inmediatamente comienza a llevarse pésimo con su vicepresidente J. Figueroa Alcorta. El conflicto no llega a mayores pues Quintana fallece al poco tiempo, pero a partir de allí estalla el de Figueroa con el Congreso netamente opositor. Este, donde la influencia de Roca era muy fuerte, pretende autoconvocarse en sesiones extraordinarias y amenaza con el juicio político, pero el nuevo Presidente no vacila en cerrarlo con la policía. Va más allá: presiona a los gobernadores con la amenaza de la intervención federal por decreto, y consigue sin demasiados reparos constitucionales expurgar a la política argentina de la influencia roquista. Con ello posibilita su tan imperiosa oxigenación a través de la elección de Roque Saánz Peña en 1910 y como es por demás conocido por medio de la famosa ley que lleva su nombre la democracia hace su tímido y tan complicado ingreso en la vida política de nuestro país.

Para ir ya a épocas más cercanas recordemos, entre numerosos otros precedentes, en cuan poco tiempo estalló el conflicto entre Arturo Frondizi y Alejandro Gómez. Muchos testimonios de políticos de la época parecen coincidir en que efectivamente aliado a sectores militares el Vicepresidente intentaba aprovecharse de la inestabilidad provocada por las tensiones castrenses con el Primer Mandatario para alcanzar el poder. La amenaza de juicio político en el Congreso, donde Frondizi contaba con una amplia mayoría, lo obligó a renunciar.

Y por último señalemos que la actitud de Carlos (Chacho) Álvarez hace apenas una década fue sin duda mucho más digna éticamente, pero debe mencionarse que un político de su perspicacia no podía ignorar que siendo el de entonces el gobierno de una Alianza el abandono de una de las dos mitades de la misma del poder constituía un debilitamiento de la Presidencia de tremenda magnitud y consiguientes peligros, especialmente frente a la delicada situación económica que se había heredado como resultado de intentar mantener la convertibilidad, tan encomiada y alabada sistemáticamente por el mismo Chacho Álvarez.

En resumen, conflictos de insólita gravedad como se ve no faltaron. Y solo hemos recordado algunos de los tantos que nos parecen bastante relevantes.

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