miércoles, septiembre 29, 2010

A partir de Touraine, sobre el rol del Estado


Por Pedro Andrieu 

Profesor titular consulto de la UBA / ex secretario de Estado / ex consultor de organismos multilaterales).


Columnista de Construcción Plural, el programa de Fernando Mauri.
  

Alain Touraine publicó un análisis titulado LA CRISIS DENTRO DE LA CRISIS como siempre inteligente y bastante lúcido, pero quizás no lo suficientemente.
 
Como Karl Marx a su hora, el sociólogo francés deja de lado tomar nota y procurar entender lo que sucede con las clases medias, las que muestran ahora notorias diferencias respecto de su reacción ante la crisis de los años 30, cuando este segmento social se inclinó por soluciones basadas en la mayor intervención del Estado en la economía, y en el establecimiento de una red de servicios que se convirtió de hecho en una red de protección social, y de protección económica: el seguro de desempleo le puso un piso a la espiral negativa de la demanda agregada.

Han pasado muchas décadas, el sistema financiero, con todos sus horrores, defectos y abusos, involucra a vastos sectores de la sociedad, a través de la bancarización, del financiamiento de hipotecas, de planes de ahorro individual o para el estudio de los hijos, de las tarjetas de crédito, del financiamiento de prácticamente la totalidad de los bienes de uso durable personal y familiar, del turismo, las vacaciones, y last but not least, de las inversiones de los fondos de jubilaciones en los mercados y otros canales financieros, en busca de los suplementos de ingresos para esos fines que -en particular los públicos- están en quiebra técnica en todos los países, como consecuencia del aumento del promedio de vida frente a edades de retiro que eran naturales hace muchas décadas y que han permanecido estáticas, mientras los costos de la salud crecen cada día, por el empleo de nuevas tecnologías y de nuevos medicamentos -todos muy  costosos- mas allá de uso desordenado y aún abusivo de ellos, con el agravante paradojal de que cuánto más se gaste en salud preventiva, más se gastará posteriormente por la supervivencia más larga y más generalizada.

AsÍ las cosas, no hace falta en absoluto, especialmente para las clases medias, ninguna prédica neoliberal para que la gente tema por los déficits fiscales descontrolados que más temprano que tarde se reflejarán en inflación, y en devaluación de la moneda, tanto en términos nominales como reales, y que para reducir los déficits presupuestarios a futuro, habrá inexorablemente que aumentar los impuestos, en países donde se pagan realmente los impuestos, y donde los sectores medios pagan ya entre el 30 y el 40% de sus ingresos de impuestos a la renta o como se los denomine.

Eso explica, por ejemplo, que la mayor parte de quienes votaron a Obama no ignoraron que éste entre sus prioridades más importantes se impuso ampliar el seguro público de salud. Ahora, cuando se hizo conoció el mayor costo presupuestario que la extensión implicaba, la ciudadanía se expresó en contra de esa extensión, y quizás vote en contra de Obama dentro de pocas semanas.

También en Alemania, donde Angela Merkel en su primera elección prometía arreglar la seguridad social, la cuestión terminó prácticamente en un empate y tuvo que suspender su plan para lograr un gobierno de coalición con los socialistas. Años más tarde, a la sombra de la crisis, y aun encontrándose en una posición política más débil aún que entonces, logra introducir alzas en la edad jubilatoria, etc.

Otro tanto sucede en Inglaterra, donde los conservadores no lograron mayoría en la última elección y tuvieron que aliarse con un partido socialdemócrata a su izquierda para poder formar una coalición mayoritaria. Desde esa base política enormemente más débil que la de Tatcher a su hora, lograron la aprobación de cambios similares y otros en la seguridad social, que Tatcher jamás logró imponer. 

Por otro lado, en los 30 se venía del libre comercio, el patrón oro, etc... y el Estado, la seguridad social, la inversión pública masiva, eran lo nuevo.

50 años más tarde, hacia 1980, Reagan decía que el Estado no sólo no era la solución, sino que era EL problema. Más allá de la prédica y del avance en la desregulación, lo cierto es que ni Reagan ni la Tatcher lograron desmontar el Estado de bienestar, como con ignorancia se repite aquí en Argentina. No lo lograron no porque no lo quisieran, sino porque no pudieron.

Los sistemas de jubilaciones y de salud cubren a sectores muy amplios de la población, y en particular a la de mayor edad,  grupos sociales éstos últimos que podrán votar en vena conservadora, pero que jamás consienten cortes de beneficios que consideran derechos adquiridos. Se podrá postergar el ingreso a nuevos beneficiarios, quizá, en alguna medida...

Lo más que lograron fue posponer extensiones de servicios, como la lograda por Obama.

A la luz de los horrores del sistema financiero que salieron a la luz con la reciente crisis, seria inaceptable sostener que EL problema es el Estado.

Pero por otra parte, aún sin la prédica neoliberal de los años 80, las encuestas de opinión muestran insatisfacción creciente de vastos sectores sociales con el Estado, tanto en el plano político-institucional, el sistema político representativo jaqueado por los medios que tienden, junto con las encuestas, a promover una especie de democracia griega, directa,  informal. y light, basada en imágenes, en su impacto, más que en ideas y proyectos, en su análisis y discusión, con lo que el Estado real hace, cómo lo hace, por qué no hace. Ver su incapacidad de prever las crisis, su incapacidad para enfrentarlas, si no regula, y si las regulaciones que se han impuesto en las últimas décadas, no funcionan como se esperó.

El Estado No es en manera alguna EL problema único, ni puede ni debe ser, pero creo que honestamente sería muy difícil sostener que EL MERCADO y en particular LOS MERCADOS FINANCIEROS, INTERNACIONALES Y APATRIDAS son el UNICO problema. Idea a partir de la cual se llega al catastrofismo, a entretenerse en predecir el fin del sistema económico que surgió como consecuencia de la revolución industrial, hace unos 250 años.

Lo que en el mundo real ha sucedido en el último medio siglo es que lo que desapareció casi totalmente de la faz de la tierra fue su contrincante mayor: el sistema de socialismo de Estado con partido único y demás. La ex URRS, China, Vietnam, Camboya, sólo falta esperar para ver los efectos de las recientes decisiones del gobierno cubano.  
    
Creo muy franca y muy sinceramente que los que nos preocupamos cada día por lo social, por la pobreza, la indigencia, la marginación, el desempleo, el empleo en negro sin obra social ni jubilación, con salarios del 50% de los en blanco, por la ignorancia, la discriminación que implica en bajo porcentaje de graduados de secundario, dejando en la marginación del no acceso al empleo al resto, de la falta de horizontes para las nuevas generaciones no podemos realmente pensar en un Estado que sea capaz de solucionar todos los problemas por sí mismo, pero tampoco podemos pensar en caminos en esas direcciones, con un Estado ausente. Y tampoco podemos pensar en que un Estado ineficaz, ineficiente, clientelista, corrupto, podrá liderar el proceso social, movilizar las fuerzas y grupos sociales y comunitarios detrás de un proyecto común, implementar y administrar y regular debidamente lo que sea necesario.

Nos toca entonces a los que compartimos esas visiones y esperanzas, dedicar un rato a leer a Touraine, y luego, dejar los catastrofismos... y su contrapartida... las soluciones espectaculares y mágicas... para mañana.

Dejar también atrás las sombras y los mitos del neoliberalismo que ya fue, y también las entelequias de la supuestas virtudes de la "presencia" mágica del Estado, y ponernos al frente, si es preciso, al servicio, siempre, de la modernización y la reforma del Estado, de modo que pueda ser activo, y no un símbolo estático, e impuls como instrumento útil el crecimiento económico, sin el cual todo propósito de redistribución se vuelve vacuo. Y provea a la protección y el crecimiento social, sin el cual no sólo no hay justicia social e individual, sino tampoco crecimiento económico viable, sino más bien una eterna lucha circular por las migajas, por reivindicaciones formales, en el papel, más no en la realidad amplia y deseablemente general.

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