Por Bernardo Poblet - Escritor
La muerte es un hecho irremediable pero nadie sabe cuándo ocurrirá. Cuando acontece, las formas dominan y como lo cortés no quita lo valiente, aparecen las muestras civilizadas del respeto al duelo pero también la hipocresía que es parte innegable de los hábitos sociales. León Tolstoi decía en una de sus obras que en los velorios, la gente, salvo contadas excepciones –que siempre las hay- están en su interior, contentos, porque le tocó al otro y no a mí.
¿Qué puede pasar? ¿Qué la pasará a un ciudadano de a pie bombardeado, seguramente por sesudos análisis y luchas intestinas mientras trata, simplemente, de vivir en paz?
Como siempre uno pronostica con los datos de lo que pasó y está pasando pero, imprevistamente, ocurren cosas del misterioso destino que patea el tablero y todo vuelve a empezar, pero podemos hacer un intento entre tantos que se harán:
Cómo los fenómenos volcánicos tipo Mauna Loa, habrá explosiones verbales, internas feroces y pactos explícitos e implícitos que tenderán a equilibrar las presiones:
No es probable un desmadre de violencia social que con tanta frecuencia se ha insinuado en los últimos tiempos. No es posible que haya problemas de obliguen a abortar el período constitucional, pero si es esperable chispazos que hagan ruido y alteren el ánimo ciudadano.
Se comenzará la construcción de un mártir, un líder único, el conductor de un modelo de país para los que menos tienen, un luchador que dio su vida por un ideal. Esa imagen tendrá un fuerte impacto inmediato en muchas capas de la sociedad argentina sensible y sensiblera a situaciones emocionales. Alrededor de esa figura debería estar un apellido que tome la bandera, y no parece haber muchas alternativas. Los grupos intelectuales ya deben estar trabajando en esto.
Pero no todo será fácil.
Si esto hubiera ocurrido tres meses antes de las elecciones el Frente para la Victoria seguramente hubiera sido vencedor de la contienda pero falta mucho tiempo. Construir una imagen es una cosa, mantenerla en el tiempo otra porque en el medio pasan cosas..
Los grupos que temían la capacidad de daño que tenía el señor Kirchner querrán recuperar espacio y los que hoy lo tienen, lo defenderán.
En el plano sindical esto se verá con claridad. Los Moyano, los sindicatos de base, los tradicionales caudillos y la activa izquierda estarán en la pulseada.
Los grupos que dependían de la protección del caudillo, particularmente los llamados movimientos sociales, muchos de ellos organizados como grupos de choque para ganar la calle y lograr decisiones con desprecio y por arriba de las instituciones que deberían ser el único republicano para canalizarlos, se jugarán a fondo para no desaparecer, que es decir, perder fuentes de financiamiento.
Mimetizados en esos grupos “sociales” se han armado grupos mafiosos, las barras bravas son sólo una de las expresiones. La historia dice que cuando la torta se achica las bandas se pelean entre sí por quedarse con lo que queda. Hay que esperar intra-violencia en esos grupos.
Los intereses económicos afectados y los vinculados con el poder, de crecimiento exponencial en los últimos tiempos, utilizarán todos los medios disponibles para aprovechar la coyuntura, reposicionarse unos, consolidarse para las ofensivas futuras otros.
Resurgirán políticos y aparecerán en escena algunos que intentarán ser protagonistas. Los gobernadores y los caciques de distritos claves querrán, por un lado, refugiarse en sus territorios tribales y por otro, tratar de que las cartas se den de nuevo. Esta bien, eso es parte del acontecer histórico, al ciudadano común, espectador abonado a estos espectáculos no nos debería asombrar.
Un tema que puede ser de grave impacto en la población es la inflación, porque el manejo personal, casi manual, lo tenía el ex presidente. La pérdida de poder político en esta materia puede hacerla inmanejable. Habrá que ver como sigue la fuga de capitales, la espasmódica política de fogonear el consumo puede apuntalar la actividad pero la emisión la alimentará con su secuela de precios-salarios; se comenzará a hablar del valor del dólar que, hasta ahora, era inamovible al menos hasta las próximas elecciones.
En resumen, el ciudadano verá que la agenda cambia pero la realidad no.
En los últimos años no hubo decisiones y planes concretos de mediano y largo plazo vinculados con lo esencial de una Nación –más allá de las generosas declamaciones-, desde la educación hasta las fuentes de energía, desde la salud hasta la seguridad, desde la infraestructura de comunicaciones hasta la vigencia del Estado de Derecho, pasando por la presencia de la justicia en la corrupción desenfrenada y salvaguarda de los derechos ciudadanos. En este entorno no parece que estos temas recobren la relevancia que deben tener si queremos construir futuro.
Como ciudadano de a pié temo que, otra vez, en el tiempo por venir, nos espera el mundo de las palabras vacías de acción.
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