domingo, noviembre 28, 2010

Acerca del optimismo de Krugman sobre Argentina

Por Pedro Andrieu (Profesor titular consulto de la UBA / ex secretario de Estado / ex consultor de organismos multilaterales).
Columnista de Construcción Plural

Días pasados, en su visita a Bs. As., Paul Krugman, de quien soy devoto seguidor, se mostró optimista sobre la Argentina.
Quizás, como cada uno sabe dónde le aprieta el zapato, Krugman sea demasiado indulgente en su mirada sobre el presente y futuro de nuestro país porque parte del supuesto de que Argentina -como Brasil y otros paises- no fue afectada por la crisis como EE.UU. y naciones de la Union Europea.
Quizás además Krugman no esté al tanto de la magnitud y naturaleza de la distorsión de los datos del INDEC y ello lo lleve a no apreciar debidamente los problemas estructurales ni del manejo del gobierno ni de la política argentina.
Posiblemente Krugman no sabe cuál es la cifra real de desempleo y la verdadera pobreza, datos estructurales, que son muy superiores a los que puede haber registrado EE.UU. aún en su peor momento histórico.
En Argentina, la esperanza se pierde ya que aquí comenzamos por no reconocer y por negar los problemas, en tanto nada coherente se piensa ni se hace para solucionarlos a fondo, lo cual por otro lado siempre requeriría un tiempo considerable. La inestabilidad cultural de nuestra sociedad tampoco ayuda.
Krugman debe pensar que las cosas son más fáciles aquí en Latinoamérica con varios gobiernos de hecho autoritarios, que no cuentan con las restricciones que representa el Congreso de EE.UU. para el manejo presupuestario y fiscal, ni poseen la real autonomía del Banco de la Reserva Federal en el manejo de la politica monetaria, y hasta donde es posible, de la tasa de cambio.
Se suma a ello la actual actitud social populista/falsamente progresista en algunas poblaciones latinoamericanas, que resulta completa y profundamente diferente de la postura conservadora anti Estado y anti déficit fiscal que prevalece hoy en las clases medias de EE.UU. y de los principales paises de la Union Europea.

Y todavía más aún, los superávits fiscal y del sector externo que en Argentina genera China básicamente, pais que para EE.UU. como contracara supone su fuente principal de problemas.
A pesar de la historia que ya lleva más de 60 años de inflaciones e hiperinflaciones que condujeron a las consecuentes crisis, en nuestro país pareciera que en general no se reconoce suficientemente el riesgo de la espiralización inflacionaria, ni consecuentemente el de una crisis por ese lado.
Además, como no se vizualiza una crisis fiscal ni del sector externo como las que estuvieron siempre entremezcladas y recíprocamente interalimentadas con las inflacionarias, pareciera que aquí asiste la convicción generalizada de que el riesgo inflacionario no existiera o no fuera importante.
Es evidente que la inflación va incrementando el atraso cambiario, y si bien eso podria solucionarse o morigerarse con una rebaja de las retenciones que beneficiaría a los sectores afectados por éstas, ello por un lado disminuiría el superávit fiscal y asimismo tendría nulos efectos sobre los demás sectores exportadores, y aún tendría también un impacto inflacionario interno.
Mientras, el otro efecto de la inflación con tasa de cambio fija o muy atrasada consiste en abaratar las importaciones, a un cierto punto aún de bienes de consumo (sino, preguntarle al secretario G. Moreno y sus intervenciones de facto...), con su efecto negativo sobre la actividad productiva orientada al mercado interno, y sobre el respectivo nivel de empleo, como ya sucedió en la convertibilidad.   
Las cosas no son tan fáciles en Argentina como podría  parecer a primera vista desde la mirada de Krugman, por lo cual, muy lamentablemente, y a pesar de cómo se ven las cosas hoy, uno bien tendería a tener más confianza en que a mediano plazo se solucionen los problemas en EE.UU. y la UE que en que nuestro pais se encamine definitivamente en una senda de crecimiento económico con seguridad y mejora social, continuo y sostenible en el tiempo, sin crisis ni bruscos cambios de rumbo, como ha sucedido y sucede en Chile, Brasil y Uruguay, y como es imprescindible según la experiencia universal, para dar, gradualmente, saltos importantes hacia adelante, en relación al mundo, y a los países vecinos.
Ojalá uno se equivocara en su percepción... estaria muy contento de que así fuera. 
 

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