lunes, agosto 15, 2011

¿Es real la realidad?


Por Bernardo Poblet

¿Quiénes tendrán la razón? ¿los ciudadanos que  votaron la continuidad de una política marcada por la marca K  o los que siguen creyendo que la alternancia es algo que reforzaría la democracia con república débil e incipiente que tenemos?

¿Será mentira de los medios o de los factores de poder la percepción y los datos que hacen afirmar a muchos que en la Argentina, aquí y ahora, existe una inflación del orden de más de veinte por ciento con su secuela de pobreza endémica que hace imposible la inclusión social,  que se utilizan los subsidios como forma de cubrir los problemas sin resolverlos, que la declinación de la educación oficial en la última década es palpable, que es terrorífico el avance de  la droga y sus secuelas en el entramado de la Argentina,  que se han generados grupos para ganar la calles desde la necesidad casi de supervivencia sostenidos con fondos públicos, que es un dato la corrupción  galopante en las cercanías del quienes gobiernan, que  se declama humildad y se actúa con una soberbia inusitada?

¿No es un dato que se oculta la realidad y se  sobredimensionan los logros omitiendo sistemáticamente compararlos con las promesas?

Si se toma en cuenta que la mayoría de la población apoya a quienes niegan lo que estamos diciendo es porque, o no es verdad, o al ciudadano esa realidad no le importa demasiado, o es contundente la eficacia de una implacable estructura de propaganda oficial, o los vacíos de liderazgo se ocupan siempre con lo que hay.

Tendríamos que revisar nuestros puntos de vista.

Tal vez tengan razón quienes crean que hay que vivir el momento, que pensar el futuro es una pérdida de tiempo porque después, en cualquier lugar del mundo, se genera una crisis y nosotros la pagamos. Consumamos hoy, mañana veremos, no hagan ola.

Sin embargo, la guerra al escepticismo debería ser la vacuna para evitar la resignación y lideres serios que nos ofrezcan una alternativa seria, el camino. La recurrente crisis de conducción sigue siendo el meollo de nuestros problemas políticos.


Hoy estamos en la recta final del 2011, a fines del año 2010 reflexionábamos así:

Regresar al futuro:  

La Argentina -a secas, hablar de República es todavía, temerario u optimista- está demostrando que, contra muchas teorías, se puede construir el futuro repitiendo el pasado.

Al sufrido ciudadano - presa apetecida porque dispone de una herramienta letal: el voto- le espera un largo año electoral. La estrella de la presidencia de la nación vacante para el 2012 brilla,  tentando a candidatos.

Veamos a vuelo de satélite el panorama en este punto del planeta tierra:

Los que no quieren ser ciudadanos sino militantes, es decir, habitantes del país que sostienen que es mejor ser parte de un fragmento que convivir en la pluralidad y trabajar para construir objetivos comunes dentro de intereses distintos -Nación que le dicen- ; quienes creen  y practican que  lo importante es combatir a los que no coinciden con sus modelos mentales, parecería que constituyen, hoy día, una masa estimulada desde el poder, peligrosamente importante.

Los que militan en el gobierno de turno han hecho de los anuncios sin concreciones, de la mentira en los datos y la interpretación de los hechos, de las chicanas, la descalificación, la propaganda oficial de notable intensidad  y el manejo arbitrario de los recursos, un medio para  legitimar una realidad imaginada, construyendo la continuidad a través de armar un mito, que era lo previsible.

Los opositores, segmentados en sus reductos, con una notable miopía, parecen mirar sus propios territorios –internas que le dicen- sin demasiada vocación por ver el bosque..

 El radicalismo, tradicional fuerza en el bipartidismo vernáculo, está jugando con un abogado inexperto que trasmite una imagen de buen tipo, que está potenciando el recuperado prestigio de su padre para postularse para conducir el país. Si  Alfonsín (h), fuera el candidato, será un espectacular blanco durante la campaña para un despiadado recuerdo de los últimos años de su padre en el gobierno. Auguramos que lo que logrará será destruir la memoria de Ricardo Alfonsín.

Varios candidatos en estado creciente, tales como, Pino Solanas, Macri, desean postularse para lograr conocimiento nacional y estar en las gateras para el próximo Derby.

Otros, en estado menguante, tales como Carrió o Duhalde o Solá,  también apuestan a permanecer,  mirando el horizonte..

Los que están en el estado de estrellas fugaces: Cobos o De Narváez, tratando de encontrar un espacio para influir en los tiempos por venir.

Los señores feudales añoran sus privilegios y quieren estar presentes: Los Saa, Romero o Rozas.

Otros que parecen en estado de teflón –nunca quedan pegados- tales como Reutemann, Scioli o Binner,  esperan a que el espacio lo dejen otros para raudamente poder ocuparlos.

La lista no se agota aquí, desde luego.

Salvo a los actuales ocupantes del estado, los demás parecieran pensar sólo en el 2015.

Muchos ciudadanos de a pie, preocupados por la realidad cotidiana (y lo que debemos construir en los próximos años, en el medio de las crisis y los avances del mundo)  estamos esperando.

¿Quiénes están preocupados por identificar  una docena de problemas claves y críticos para el ciudadano y la república (no pedimos doscientos, que seguramente lo hay) y proponer qué hacer, cómo hacerlo, con qué recursos y medios, con quiénes, es decir, planes concretos y no palabras ómnibus como “ combatir la delincuencia,  inclusión social, derechos humanos...” y cosas así, absolutamente no operativas.

¿Cuándo el ciudadano tomará conciencia que conducir una nación y administrar un estado, requiere no sólo aptitudes y actitudes sino conocimientos y experiencia?

¿Cuándo se dará cuenta que el verso de “me voy a rodear de tipos con experiencia” no es viable porque para conducir a un grupo experto es necesario, además de claridad conceptual, saber lo suficiente como para no quedar especialista-dependiente, como suele suceder?

¿Cuándo tomaremos conciencia que estamos perdiendo el derecho de quejarnos porque somos nosotros los que compramos productos de marketing: palabras y no hechos y conductas, enganchados en la agenda que nos imponen desde el gobierno y los medios, saturados de twitters, facebooks  y wikileses,  anestesiados para separar desinformación de realidades y pasivos en exigir que se hable de los temas que son realmente críticos?

¡Muchachos! Queremos  vivir en una Democracia con República  y eso hay que construirlo ¿Algún voluntario serio se ofrece?

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