jueves, noviembre 03, 2011

DÓLAR MALDITO-Una brevísima historia




Por Israel Lotersztain


Empresario / Master en Historia de la Universidad Torcuato Di Tella / ex director de Investigaciones del INTI

Columnista de CONSTRUCCION PLURAL, el programa de Fernando Mauri en Radio Cultura



Por alguna razón estoy solicitado estos días, en mi carácter de historiador, para bucear en el pasado en búsqueda de las soluciones que se intentó implementar ante accesos de desconfianza de la población sobre la moneda patria. Cito por ello tan solo algunas metodologías utilizadas:


a) Asegurar firmemente que no existe razón alguna para tal desconfianza. El primero que lo hizo fue el Directorio en 1816, y se repitió luego tal metodología en decenas de oportunidades en los siglos XIX, XX, y XXI. Nunca sirvió, y en realidad agudizó la corrida.




b) Declarar el así llamado "curso forzoso". Es la denominación del Siglo XIX que implicaba la obligación de utilizar tan solo moneda nacional y/o aceptarla a la par con el oro, la libra esterlina, etc. Hasta los propios comerciantes locales presuntamente beneficiarios pidieron que se derogue en mas de una oportunidad: la desconfianza que engendraba anulaba cualquier presunto beneficio inmediato. Pero bajo diversas variantes se siguió aplicando muchas veces hasta el mismísimo Siglo XXI, tal como sin duda se recuerda al ex presidente Duhalde luego de jurar a voz en cuello: “el que puso dólares retira dólares”,
procedió, sin sonrojo, a la pesificación de deudas en dólares de los bancos lo cual fue una especie de curso forzoso.



c) Falsificar moneda. Aristóbulo del Valle contaba esta anécdota en el Senado en 1889 (Ver Diario de Sesiones de ese año): en Santa Fe sorprendieron a un falsificador que producía eficazmente monedas de un latón barato pero muy similares a las de plata. Lo llevaron frente al Gobernador Servando Bayo junto con la bolsa y sus falsificaciones, y le preguntaron como castigarlo. Según Del Valle el Gobernador miró cuidadosamente la calidad del producto, pensó un rato largo, y dijo: "Con esto, lo de la bolsa, vayan y paguen los seis meses de sueldos atrasados. Y a este señor déjenlo libre, eso sí, vigílenlo y que no se vaya a ir de la Provincia. Es que vamos a necesitar de sus servicios seguramente en mas de una oportunidad..." El problema es que es difícil falsificar hoy dólares, euros o yenes, y probablemente generaría un nuevo escándalo internacional...


d) Declarar la convertibilidad del peso papel con la plata, el oro, la libra, el dólar, depende del momento histórico. Eso va acompañado del solemne juramento que se mantendrá por sécula seculorum, que se dispone de las reservas necesarias, etc. etc. En el Siglo XIX a veces no duró un año, (el record fueron nada más que cuatro meses y luego curso forzoso) y en el otro sentido el record fue de casi 15 años, de 1899 a 1914. Como todos saben muy dolorosamente, por la reciente experiencia (1991-2001) a la larga no funciona.

e) Vender todas las reservas necesarias hasta doblegar al mercado y que éste se convenza que apostar al (oro, plata, libra, dólar, tache lo que no corresponde) no conviene. Lo hizo por ejemplo Juárez Celman que lanzó todo lo que tenía (y que no tenía, manoteó fondos expresamente destinados a otros fines por ley) en 1889, pero el mercado absorbió todo "como el arenal de un desierto absorbe las gotas
de una corta lluvia" tal como poéticamente lo relata Juan Balestra en su genial libro sobre la Revolución de 1890.




f) Prohibir la compra de plata, oro, libra, dólar (tache lo que no corresponde). Aplicado reiteradamente desde 1822, incluso el ultraliberal Juárez Celman luego del fracaso antes descripto no vaciló en cerrar con la policía la Bolsa de Comercio donde se compraba el loro. A mediados del Siglo XX se llegó a meter presos a algunos que compraban dólares. Tal como es dable esperar, solo encarece la compra
y agudiza el problema.


g) Asegurar que el tema carece totalmente de importancia. Lo hizo Rosas respecto a la plata y el oro durante el bloqueo anglo francés, a veces en el Siglo XX se explicó que igual a la feria nadie va con dólares o que el que apuesta al dólar pierde o mas recientemente que es un pésimo negocio comprar dólares. Es obvio que nadie lo cree, y por algo será.


h) Darle realmente importancia, pero usar la teoría conspirativa y echarle la culpa a otro. La imaginación al respecto fue notable. En el Siglo XIX comenzaron (en 1815) por echarle la culpa a los españoles residentes (los "godos") y fue pretexto para requisas domiciliarias en busca de oro que requisado jamás se devolvió. Siguió en el tiempo con
culpar a los caudillos del interior, luego a los salvajes unitarios aliados al imperialismo anglofrancés, y sucesivamente a los federales aliados a los provincianos, a los autonomistas porteños aliados a comerciantes ingleses, a los "desenfrenados especuladores ávidos de insaciable lucro" (Mensaje de Juárez Celman al Congreso en Mayo de
1890), a "los diarios opositores que propagan especies calumniosas" (mismo mensaje)... Con distintas variantes, como se ve, se repite hasta nuestros días: "se les habla con el corazón y responden con el bolsillo".


Simplemente como historiadores y sin ser expertos en la materia tenemos la certeza de que nada pone tan nerviosos a los gobernantes como una corrida cambiaria. Pero lo que nunca parecen entender, y podemos asegurarlo, es que estas tan solo señalan que algo anda mal en la economía, la corrida siempre fue tan solo un síntoma. Como cuando
tenemos fiebre; eso es meramente señal que algo anda mal en nuestro organismo. Y lo que es seguro es que en ese caso la solución no pasa por romper el termómetro.

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