Por Eduardo Zamorano
Abogado laboralista
Columnista de CONSTRUCCION PLURAL, el programa de Fernando Mauri.
El mundo sindical está convulsionado. Varios factores gravitan en este ambiente de ebullición y desconcierto. Buscaremos describir el fenómeno y conjeturar sobre su eventual evolución.
LA DAMA Y EL CAMIONERO
Desde la muerte de Néstor Kirchner, la relación entre Moyano y la Presidenta experimentó un paulatino -aunque creciente- enfriamiento. En su oportunidad, circularon versiones, probablemente antojadizas, acerca de una fuerte discusión entre el líder gremial y el malogrado santacruceño en la víspera de su prematuro fallecimiento. Si por vía de mera hipótesis se diera crédito a esta especie, la marginación del camionero de los cenáculos del poder tendría, entre otros, un componente personal.
Sin embargo, desde un enfoque objetivo, las fisuras se produjeron a partir de reclamos cegetistas no satisfechos -y, según Moyano, ni siquiera escuchados- por el Gobierno; hago referencia a ítems tales como: suba del tope del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias; eliminación de su similar en materia de asignaciones familiares; participación en las ganancias de las empresas; y el pago de la deuda que la Administración de Prestaciones Sociales-APE mantiene con las obras sociales regenteadas por los gremios.
Varias de estas peticiones sindicales son justas y razonables.
Veamos un ejemplo con el tributo a la renta: en 2000 un trabajador en relación de dependencia, casado y con dos hijos, empezaba a pagar ganancias si su salario era 2,7 veces el salario promedio de la economía; hoy comienza a tributar cuando su sueldo es el 1,9. El recorte en el ingreso de bolsillo es más que evidente.
La falta de respuesta a estas peticiones se potencia con maniobras de erosión de la figura del camionero cuyo origen sería el aparato comunicacional del Ejecutivo. Así ciertos rasgos controversiales de Moyano adquirieron una resonancia inusitada: personalismo en la conducción del máximo organismo gremial, expansión de la representatividad de su sindicato a expensas de otros a quiénes sustrajo afiliados, métodos de reclamación fronterizos con la ilicitud, etc.
Lo curioso es que estas objetables características del gremialista no brotaron en los últimos tiempos sino que, por el contrario, fueron una constante en su accionar desde los tiempos del Menemato; llamativamente, el Gobierno acusó recibo de su condición negativa luego de nueve años de sostenido romance. De todas formas estos “hallazgos”, súbitos y tardíos, de cuestiones nefastas donde antes existía una plácida armonía o cálidos elogios, son una marcada característica de la gestión kirchnerista. En este sentido la Presidenta, usufructuando sus notables aptitudes comunicacionales, acude a la justificación de que en la Historia: “ se hace lo que se puede en cada momento…..”, filosofía que subyuga a partidarios e, incluso, persuade a “opositores”.
UN ACONTECIMIENTO SINGULAR
El conflicto entre Cristina y Moyano se sobreimprime con la renovación de mandatos en la Central de trabajadores. Tradicionalmente, los Congresos de Delegados de la Organización se suelen pautar de antemano mediante una negociación, disputada pero discreta, entre los sindicatos más poderosos; de esta manera, la persona que ocupará el sitial principal ya está nominada con anterioridad al evento electivo el cual, a la postre, no trasciende la formalidad legal.
En esta coyuntura los puentes están averiados; peor aún, corren riesgo de desplomarse con estrépito.
Los gremios denominados “GORDOS” (más por cantidad de afiliados que por el espesor -físico y económico- de sus dirigentes) están decididos a enfrentar a Moyano sustentados en su considerable número de congresales (aquí militan: Luz y Fuerza; Comercio; Sanidad; etc).
A este primer núcleo, intransigente respecto de la continuidad del camionero, eventualmente cabría sumar a los motejados como “INDEPENDIENTES”, también nutridos de huestes importantes aunque exhibiendo una postura más moderada en relación con Moyano (en esta cantera computamos a: Unión del Personal Civil de la Nación-UPCN; Metalúrgicos -cuyo Secretario General, Antonio Caló, suena como posible contendor de Don Hugo en el supuesto de que la compulsa electoral finalmente se concrete-; Mecánicos; etc).
Por último, encabezando una variopinta pléyade de medianos y pequeños gremios, emerge el imprevisible Luis Barrionuevo, tan astuto como liviano de escrúpulos. El gastronómico ha sido un duro crítico tanto del kirchnerismo como de Moyano; empero, visto el giro anticristinista de este último, no puede descartarse que anude in extremis una alianza táctica con el camionero. Su apoyatura es la denominada “CGT AZUL Y BLANCA” donde militan: plásticos, petroleros privados, vidrio, y seguridad, entre otros.
EL CONTEO DE LOS POROTOS
El tema de los padrones es sumamente problemático. Se estima en dos mil el número máximo de congresales en condiciones de votar. Obviamente, en el “poroteo” preliminar cada bando se adjudica poseer la mayoría de representantes.
Una primera mirada indicaría un predominio de los opositores (aún cuando, como se dijo, este conglomerado puede sufrir desgajamientos de última hora a favor de Moyano). Empero hay dos datos concretos que podrían favorecer a Hugo.
Uno es que el Congreso Central Confederal a reunirse el 23 de mayo aprobará el ingreso a la Central de treinta nuevas organizaciones, cuya orientación -se rumorea- es nítidamente proclive al camionero. Los gremios debutantes aportarían seiscientos congresales.
Empero los rivales del Negro ya se apresuraron a impugnar la convocatoria a dicho Congreso aduciendo que no tuvo el quórum reglamentario. El cuestionamiento, si bien formalmente válido, huele a chicana. En efecto, en la convocatoria algunos representantes titulares fueron sustituidos por otros de su mismo gremio, costumbre añeja y nunca objetada en la Central de Trabajadores.
La otra variable consiste en que le elección del 12 de julio se realizará en el Microestadio de Ferrocarril Oeste mediante el voto secreto de los congresales participantes; en este sentido, Moyano y sus adláteres confían (y no se privan de pregonarlo en cuanta tribuna mediática se les ofrece)que, a expensas del anonimato del sufragio, los mandatarios legitimados para votar -a despecho de las instrucciones de sus respectivas jefaturas- se identifiquen con el hombre del camión volcando la cancha a su favor.
Por último, no puede soslayarse que el fantasma de la fractura sobrevuela el escenario. De todas maneras, dicha circunstancia -si bien objetivamente negativa al margen de especulaciones de corto plazo- es una constante en la historia del movimiento obrero argentino.
Sin remontarnos a las remotas querellas entre anarquistas y socialistas, limitándonos a los últimos cincuenta años, por lo menos en la mitad de dicho lapso, coexistieron dos centrales (o, a partir de 1990, tres computando a la CTA): “Azopardo” (Alonso) y “De los Argentinos” (Ongaro); “Azopardo” (Triacca) y “Brasil” (Ubaldini); “Azopardo” (Ubaldini) y “San Martín” (Guerino Andreoni). Incluso, a mediados de los noventa, dentro de la Central unificada, apareció una agrupación con juego propio -el Movimiento de los Trabajadores Argentinos-MTA, liderado por Moyano con base en los gremios del transporte-.
UNA TENDENCIA EN CRECIMIENTO
Mientras los popes gremiales velan sus armas para la “Madre de todas las Batallas”, sus bases están inquietas y expectantes.
Las negociaciones paritarias se desarrollan con dificultad debido a las intensas presiones del Ejecutivo para que los incrementos que se obtengan no desborden un porcentual situado en torno al veinte por ciento, siempre por el habitual plazo de un año.
En algunos casos, la morosidad del trámite está acordada, entre bambalinas, con los empresarios cuya dirigencia hace equilibrio para no malquistarse con el Gobierno y/o ser visualizada como condescendiente e irresponsable en acicatear la inflación.
Para complicar el cuadro, esta ronda negocial trae la novedad del desembarco de funcionarios y técnicos de los Ministerios de Economía e Industria con la misión de monitorear las tratativas, procurando orientarlas sin perder de vista la competitividad de cada sector de la economía, misión ardua si las hay.
En esta campo minado de rivalidades, desconfianzas e incertezas cobran vigor las agrupaciones sindicales combativas, sea dando batalla en el seno del propio sindicato o al margen del mismo.
Es un dato incontrastable que el gremialismo contestatario obtuvo espacios en los últimos años. Su inserción se verifica, de modo particular, en los grandes establecimientos donde controlan los cuerpos de delegados, los cuales frecuentemente se mueven con preocupante autonomía respecto de la línea de acción que marca el sindicato.
Un relevamiento del Ministerio de Trabajo informa que el número de conflictos gremiales bajó en 2011, tanto medidos en cantidad absoluta como en números de huelguistas. De cualquier forma fueron 962, y participaron mas de un millón de trabajadores; ahora bien, el dato clave que surge del estudio mentado es que de la sumatoria de conflictos el setenta por ciento tuvo por escenario el lugar de trabajo y contó con el decisivo (y en ocasiones: exclusivo) protagonismo de las comisiones internas.
Confirmando esta orientación, el Observatorio de Derecho Social dependiente de la Central de Trabajadores Argentinos-CTA registra que desde 2007 a 2011 un trece por ciento de los conflictos desarrollados en el sector privado fueron propulsados y operados por trabajadores sin pertenencia sindical.
Esta independencia de las bases con relación a sus dirigencias -e incluso respecto de instancias gremiales intermedias como las Seccionales de la zona- se facilita a partir de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (recordar precedentes: “ATE”; “ROSSI”; “ALVAREZ vs CENCONSUD”; etc) la cual propicia el reemplazo del régimen de sindicato único de larga historia en nuestro país, a favor de modelos basados en la pluralidad sindical. En la práctica concreta, estos fallos se traducen en conceder derechos y consiguientes garantías a sindicatos simplemente inscriptos e, incluso, a trabajadores no sindicalizados que activen gremialmente.
CUESTIONES PARA MEDITAR
Por lo que llevamos dicho, el escenario sindical del momento presenta estas condiciones:
• Incertidumbre sobre el futuro de la CGT y su conducción efectiva.
• Restricciones a la discusión paritaria en aras de contener el proceso inflacionario.
• Avance de las corrientes sindicales orientadas por partidos políticos de izquierda, cuyo progreso es muy notorio en empresas con dotaciones numerosas.
• Resquebrajamiento del unicato sindical y por ende de su capacidad de control de las bases, favorecido por los fallos de la Corte que deslegitiman aspectos sustanciales de la tradicional estructura gremial.
A partir de una ponderación seria de estos datos, en lo posible despojada de mezquindades políticas o especulaciones subalternas, las autoridades competentes así como los actores sociales involucrados deberían reflexionar sobre los cursos de acción, en materia de política sindical, más coherentes y funcionales con la etapa de “sintonía fina” que comenzamos a transitar.
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