martes, noviembre 27, 2012
La importancia de llamarse peronista
Por Miguel Schiariti - Dirigente político del PJ
Columnista de CONSTRUCCION PLURAL, el programa de Fernando Mauri en Radio Cultura.
Las manifestaciones populares de septiembre y 8N sumado al contundente
paro del 20N y el compromiso de Diputados y Senadores han convencido al cristinismo de que se derrumbó la posibilidad de la re-re-elección.
Al mismo tiempo, el posicionamiento del Gobernador De la Sota como candidato a la presidencia en el 2015 y tal vez como referente o líder en el rearmado del peronismo en el 2013 han hecho surgir el temor en el oficialismo. Ese temor lo ha obligado a adelantar la designación del candidato del gobierno para suceder a Cristina, de modo tal que
permita seguir capitalizando lo que el peronismo tiene para dar... pero sin peronistas.
En otras palabras, lo que se ha iniciado es la puja del gobierno para ver como seducir al peronismo para aprovecharse de su piso electoral y de su poder territorial mientras relega y ningunea a sus dirigentes reales y disciplina la estructura partidaria.
Esta puja se manifiesta claramente en los gestos de supuesta independencia del gobernador Scioli (candidato oficial de Cristina) que intenta confundir a un peronismo desplazado y desarticulado por el avance cristinista en la provincia de Buenos Aires, para así erigirse
como la alternativa peronista en la línea sucesoria, prometiendo a intendentes, concejales y referentes locales un paraguas peronista y la “continuidad con cambio”. Es decir, lo mismo pero distinto. La gracia del slogan es nunca decir en qué consistirá ese cambio, para
que cada uno rellene en contenido con lo que le parezca que hay que cambiar.
El slogan ya se ha mostrado “exitoso” con anterioridad: cuando Cristina lo usó con Julio Cobos en las épocas de la transversalidad y de profundizar el modelo pero con más institucionalidad y apego a la ley… y desapego de las estructuras y los dirigentes peronistas.
Reciclando este slogan, Scioli pretende, bajo la atenta mirada desde la presidencia, nuevamente amontonar a los cristinistas con los peronistas desclasados, ignorados y ninguneados por el cristinismo y La Cámpora, en una suerte de re-edición que seguramente terminará desplazando otra vez al peronismo por los referentes de los armados individuales.
Esta puja se manifiesta también en el Pro, que va en busca de su pata peronista, del rearmado de los descontentos. Si al mismo tiempo vemos
y se confirma que el Pro no logra armar ninguna alianza con estructura
en el interior del país, seguramente se quedará como una fuerza política local e intentará hacer alianzas a nivel distrital con distintos sectores del radicalismo y peronismo sin representación en
sus propias estructuras partidarias. A esto podrá sumar alianzas con partidos vecinales y locales, para seguir aspirando a un armado de fuerza nacional con “algún toque” peronista, que siempre suma votos,para luego también desplazar a los referentes peronistas por los macristas.
La calle de los últimos días ha sido ganada por el peronismo real y
por los independientes y enojados habitantes argentinos, que ven que
la única gestión que los gobiernos nacional y provincial le ofrecen
son propagandas y discursos. Que no solucionan ninguno de sus
problemas reales: la pérdida de poder adquisitivo que provoca la
inflación, la corrupción, el desastroso estado del sistema de transporte público, la impunidad, el ninguneo, la manipulación de la justicia y la inseguridad. Todas áreas en las que el oficialismo no puede mostrar sino déficits de gestión reales.
Queda por ver si el peronismo va a tomar este reclamo que le está
haciendo la sociedad y va a consolidar y ofrecer una alternativa partidaria en consonancia con los valores e ideología que fundaron el movimiento, dando las peleas que haya que dar dentro de la estructura partidaria o fuera de ella pero con un candidato peronista, o va a seguir permitiendo que los ambiciosos de turno vuelvan a usar al peronismo para destruir al peronismo.
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