Por Israel Lotersztain
Historiador / ex director de Investigaciones del
INTI).
Columnista de CONSTRUCCION PLURAL. el programa
de Fernando Mauri en Radio Cultura.
Estoy
personalmente convencido, en base a mucha información y diversas evidencias, que
en represalia a un ataque israelí que
eliminó a uno de sus máximos dirigentes, en julio de 1994 la organización
libanesa chiíta Herzbollah desató un atentadoterrorista
suicida contra la sede de la AMIA que se llevó la vida de 85 argentinos,
víctimas inocentes que nada tenían que ver
con
el conflicto del Medio Oriente. Dicho ataque, en mi opinión, contó muy
probablemente un muy fuerte soporte logístico de la Embajada
de Irán en Buenos Aires.
Ahora, es harto complejo hallar pruebas en el ámbito judicial que acrediten
estas presunciones.
A poco de cumplirse 20 años del atentado, no puede uno dejar de reparar en
que las investigaciones han estado invariablemente muy politizadas.
A saber: en épocas de Menem presidente, se exigía detectar "la conexión
local",
y las presiones de la colectividad judía sobre el juez Juan J. Galeano para
culpar a Juan J. Ribelli llevaron incluso a inducir ilícitamente a testigos a declarar en favor de determinada línea .
Con la llegada del kirchnerismo al poder, los rumbos cambiaron
notablemente. Mientras que a Menem y a Carlos Corach les era imposible acercarse al acto de homenaje a las víctimas organizado de la AMIA sin
recibir insultos, Néstor y Cristina Kirchner en un comienzo eran
ovacionados quizás porque se los veía como una posible antítesis del
menemismo en retirada. Eso los llevó, de alguna manera,a impulsar al fiscal Alberto Nisman a formular todo tipo de acusaciones
contra Irán, muchas de ellas y según referencias plausibles
en base a informes de inteligencia de la CIA y el Mossad. De nuevo: pueden
ser datos fundados, quizá absolutamente verídicos,
pero probablemente su validez probatoria judicial sea cuestionable.
El kircherismo inicialmente logró ganarse el afecto de la colectividad
judía y al mismo tiempo las simpatías de los EE.UU. , ya que los tenían como aliado objetivo frente a Irán, país fundamentalista
empeñado en una carrera nuclear que inspira enorme
desconfianza no sólo en el país del norte e Israel, sino también en Europa
y aún en las naciones árabes de la zona como Arabia Saudita.
Todo indica que bajo este acuerdo las
entrevistas (está claro que no pueden ser indagatorias) en
Teherán serán muy probablemente un fiasco total y una
nueva amansadora para seguir “ganando” tiempo por parte de
Irán.
Es natural colegir además que declaraciones
anteriores de la primera mandataria en el sentido de un tercer país
no involucrado llevaría adelante
la causa del atentado han sido
taxativamente desechadas.
Y para colmo este acuerdo tan singular puede
llegar a interpretarse como que le hace perder a la Argentina dignidad y
soberanía,
algo notable para una gestión que no se cansa
de repetir esas palabras como parte
de su épica fundacional.
Resulta tentador especular acerca de las
motivaciones que llevaron a la presidenta a tirar por la borda la gran carta que
le hacía generar simpatía de EE.UU. y otros países y a
la vez ganarse la indignación de gran parte de la colectividad judía del país y
del mundo. El tiempo seguramente permitirá aclarar
más las cosas.
Las especulaciones respecto a futuras
inversiones iraníes o un apoyo en materia energético no son consistentes, ya que
Irán está
en una pésima situación económica y a duras
penas puede auxiliar a su aliado sirio a eliminar en una sangrienta guerra
civil hasta ahora a 70.000 de sus ciudadanos y
provocar un millón de refugiados...
¿Jugará la alineación de CFK con Venezuela, para muchos el gobierno más impresentable de nuestro continente?
¿Qué sentido tienen sino esas reiteradas
visitas a los Castro en Cuba? ¿Y el pasearse por los túneles vietnamitas
reivindicando a un Ho Chi Minh cuando hoy en el país asiático sus autoridades
parecen abalanzarse por el camino
capitalista abierto por los chinos?
Cuanto más lo pienso, más sostengo que la
ideología volvió a pesar fuertemente en este giro de la
presidente.
Asistimos a una suerte de reflorecimiento
(quizá real, quizá táctico) de la ideología setentista en la búsqueda de esta
épica cristinista. Los historiadores del futuro tendrán mucho trabajo para
interpretar un giro tan inesperado.
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