jueves, marzo 21, 2013

La Iglesia de Francisco




Por Eduardo Zamorano 

Abogado / Master en Inteligencia estratégica por la Univ. Nac. de La Plata. 

Columnista de Construcción Plural, el programa de Fernando Mauri en Radio Cultura.




Como era esperable,   desde la histórica elección del nuvo Papa hasta hoy,  los Medios  -naturalmente, de modo especial, los argentinos-  desbordaron de información de toda índole sobre el suceso y su protagonista. Hubo un menú variado y para satisfacer apetencias disímiles. Desde humorismo de dudoso gusto; cholulismo (las revistuelas “Gente”; “Hola”; y similares), pasando por mayoritarias y enfervorizadas apologías (los grandes medios gráficos y televisivos); y  -no podría ser de otro modo tratándose de la Argentina-  denuestos de ostensible mala fé (el subsidiado matutino Página 12).


PANEGIRISTAS

La mayoría de los medios ingresó en trance místico, desgranando elogios y ponderaciones sobre los méritos de Francisco.  Hasta aquí es justificado dado que Bergoglio posee una buena trayectoria desde la perspectiva religiosa, e incluso, con encomiables incursiones en el terreno “temporal”; me refiero a su actuación en el campo social y su predisposición al diálogo político.

Pero los medios no se limitaron a resaltar la afortunada elección del cónclave de cardenales a partir de los antecedentes del nuevo papa; también se lanzaron alegremente a la futurología: “gestión histórica”; “pontífice de los pobres”; y lo más temerario: “REVOLUCIÓN EN LA IGLESIA CATÓLICA”.

Si bien la palabra “revolución” está mellada en su significado original, atesora una lejana evocación de un cambio   -“dramático y radical”-   en una situación determinada.
En este sentido, pienso que Jorge Bergoglio no se lanzará a una epopeya de esta magnitud y   -según sostienen prestigiosos vaticanistas-   no debería siquiera intentarlo a la luz de las características y tiempos de la institución cuya jefatura asumió.

A mi entender, el rol principal de Francisco será “emprolijar la casa de Pedro”, sacando la mugre que hace tiempo la invadió, para disponer una refacción general que la embellezca.

El perfil de Bergoglio es adecuado para cumplir este objetivo.


DETRACTORES

En contraposición a estos auspicios desmesurados, un sector ínfimo de comunicadores y ONGs  -todavía influyentes aquí y en el exterior-  salió resueltamente a denostar a Bergoglio.

Confluyen en este “batallón militante”: el Mentor Horacio Verbitsky y sus discípulos de Página 12;  las “Abuelas”, “Madres”, “Hijos” y demás parientes de la Plaza de Mayo; el otrora piquetero Luis D´Elía; y el grupo de “intelectuales” nucleados bajo la sigla “Carta Abierta”, entre otros.

La descalificación al papa debutante se centró en su presunto “colaboracionismo”, o al menos “notoria pasividad,  con la Dictadura del Proceso.

Va de suyo que los hechos de “colaboración” jamás pudieron acreditarse, fueron desmentidos por una de sus principales víctimas (el sacerdote Jalics), así como enfáticamente refutados por personalidades insospechadas de simpatías con la Dictadura (la abogada, y ex mano derecha de Verbitsky, Alicia Oliveira; Pérez Esquivel; etc).

En cuanto la imputación de “notoria pasividad” del entonces Principal de los jesuitas, quiénes, en mayor o menor medida, sufrimos aquellos tiempos oscuros, sabemos el probable destino que aguardaba a los denunciantes o cuestionadores públicos de la masacre, aunque carecieran de vínculos o afinidades de cualquier tipo con los grupos insurreccionales.

Vienen a mi memoria algunos nombres: el Embajador Hidalgo Solá; el Obispo Angeleri; el profesor Horacio Agulla; Edgardo Sajón,  ex vocero de Lanusse; la diplomática Helena Holmberg; y la lista es, por cierto, considerablemente mas extensa.

La heroicidad costaba la vida en esa época trágica y, en todo caso, esa virtud no es requisito para ser ungido papa.

Llama la atención la selectividad de ciertos periodistas e intelectuales respecto a  la adjudicación de “notoria pasividad” durante el horror del Proceso.  En este sentido, también recuerdo otros casos de conspicuos “indiferentes”,  los cuales, sin embargo, hoy son colocados en el pináculo de la gloria por los  impugnadores de Bergoglio.

Simplemente como ejemplo y sin intención peyorativa: El Dr. Raúl Eugenio Zaffaroni, Ministro de la Corte y excelso jurista, fue nombrado Juez Penal por Videla, juró sobre las “Actas del Proceso” a soslayo la Constitución Nacional; y los habeas corpus que ingresaban a su juzgado rebotaban como una pelotita contra el frontón al punto que ¡la Corte de la Dictadura! le llamó la atención por su displicencia procesal en el caso “Inés Ollero”.

Es inevitable concluir que los custodios y vestales de la MEMORIA emplean un doble rasero en sus frecuentes inquisiciones según sea la presunta ideología y posicionamiento político actual del sospechoso.


EL GOBIERNO ARGENTINO

A su turno, nuestra Presidenta, luego de un extenso lapso de estupor ante la novedad, hizo lacónicas referencias en un acto y envió una nota formal de buenos deseos al Papa designado.

Empero, sin que transcurrieran más de veinticuatro horas de esa gélida bienvenida, Cristina, consustanciada con su pueblo, se subió a la ola de júbilo popular y la surfeó con notable éxito hasta el Vaticano, (es de presumir que Francisco realizó su primer milagro).

En estos días se divulga la especie  -endilgándosela al Jefe de Gabinete, Abal Medina-  que la “estrategia” del kirchnerismo sería “rodear” al Papa; no regalárselo a “la derecha”.

Para sobrellevar la dura cotidianeidad y no entrar en pánico, aunque me motejen de negador, prefiero suponer que se trata de versiones maliciosas originadas en la oposición mediática. 


LA DENOMINADA OPOSICIÓN

Dentro del “picadito” que siguen jugando los opositores políticos que se amuchan en agrupaciones de ese tenor (llamarlas “partidos” sería traicionar a la Ciencia Política), cundió el alborozo.  Muchos creyeron ver en Francisco el factor prestigioso y aglutinante para sepultar la etapa kirchnerista.

Este escriba presagia que, con semejantes especulaciones, continuarán desempeñando su deslucido rol durante bastante tiempo.


LA HORA DE LA RAZÓN

Como dije al comienzo, paulatinamente, fue amainando la movilización emocional que me produjo el evento.

Tuve, entonces, espacio para interrogarme sobre mis auténticas expectativas en torno al futuro pontificado de Francisco.
Hacer “profecías” sería pedante y, por lo confesado al inicio de la nota, contradictorio con mis (no) creencias.

Sin perjuicio de lo dicho, escrutando la historia eclesial de Bergoglio pueden ensayarse algunas inferencias como conductor del catolicismo.

1.-  Procurará con denuedo, adecentar en todos sus aspectos, a la corrupta curia vaticana.

2.-  Desarrollará una prédica y acción pastoral favorable   -y hasta quizás apasionada-   a la Justicia Social, rescatando la opción preferencial por los necesitados.

3.- Mantendrá una postura conservadora en temas de moral y ética. Ello supone proseguir con el rechazo a tópicos tales como: despenalización del aborto; métodos anticonceptivos; eutanasia activa; alquiler de vientres; experimentación con embriones; matrimonio igualitario; oficialización del “género autopercibido” en substitución del sexo biológico; y aspectos conexos.

4.- Resistirá la implantación del celibato voluntario y el ordenamiento sacerdotal de las mujeres.

5.- Concentrará sus esfuerzos en su misión pastoral global y la intensificación del diálogo interreligioso.

6.- No ingerirá, de modo directo, en la política doméstica de nuestro país.


Si estas simples conjeturas se materializaran, es dable esperar una mejoría en la imagen y funcionamiento de la Iglesia Católica.

Pero, de la misma manera,  la milenaria institución seguirá distante de la modernidad y los cambios epocales.

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