martes, septiembre 17, 2013

Globalización e identidad

Por Eduardo Zamorano 
Abogado
Columnista de CONSTRUCCION PLURAL, el programa de Fernando Mauri en FM Radio Cultura


Las PORTADAS GLOBALES cargadas al blog de ayer y hoy nos  confrontan con una noticia sorprendente: en Barcelona, un millón y medio de personas tomadas de
la mano formando una gigantesca hilera cubrieron una distancia de cuatrocientos kilómetros.

La anaconda humana simbolizó casi un ultimátum lanzado por el gobierno autónomo de Cataluña al gobierno central español para que convalide la eventual determinación emancipatoria de un referendúm convocado para antes
de fin de año.  En efecto, aunque prima facie luzca insólito, los catalanes pugnan por recuperar su soberanía y separarse de España.

No es lugar para extenderse sobre la historia de Cataluña, pero debe memorarse que hasta el año 1713 (con la capitulación de Barcelona al embate
de los Borbones; episodio bautizado: "DIADA" que representa su fecha patria) era un Principado de los Habsburgo integrado al Imperio de esa dinastía.

Luego, su anexión por los castellanos (y, a posteriori, al Reino de España) no fue voluntaria al punto que se preservó el idioma, las costumbres y, por sobre todo, la vocación redentora.

Si bien, en los días que corren,  el caso catalán tomó gran virulencia, existen situaciones similares con canarios, gallegos, y asturianos.  Un conflicto especial se verifica en la región de Vasconia con su larga lucha
independentista, plasmada incluso en el plano militar con la ETA (“Tierra Vasca y Libertad”), guerrilla que hoy parece languidecer al reconvertirse para proseguir la puja independentista en el ámbito político.

Por su peculiar ensamble histórico, España es terreno propicio para los arrebatos localistas. Empero, también prosperan en toda la UNION EUROPEA,
estructura institucional que implica la expresión política mas elaborada del avance globalizador.

Así: en Bélgica, los flamencos quieren una república propia, en tanto los valones integrarse a Francia; el norte industrializado de Italia busca zafar
del sur subdesarrollado, transformándose en la República de Padania; las guerras Chechenas contra Rusia son otro ejemplo. Igual puede predicarse de Irlanda del Norte y Escocia respecto del Reino Unido de Gran Bretaña.

Y, saliendo de Europa, los francófonos de Quebec no se resignan a seguir formando parte de Canadá; Cachemira aspira partirse de la India, tal como el
Tibet de China.  Seguramente, hay otras situaciones análogas a las mentadas que se pierden en mi memoria.

Esta paradoja geopolítica plantea un desafío intelectual importante. En efecto, es arduo explicar que, cuando el huracán globalizador jaquea hasta
la noción misma de “Estado-Nación” la cual fué omnipresente hasta la postrimerías del Siglo XX, emerjan pulsiones separatistas dentro de países con una institucionalidad sólida y asentada en el tiempo.

Para el caso “Cataluña” y otros parecidos,  han surgido explicaciones de cuño especulativo. Me refiero a las que arguyen que la potenciación del localismo se conecta a las pérdidas patrimoniales que experimenta la región
en la asignación de recursos los cuales son notoriamente inferiores a sus aportes al ingreso global del país; lo misma asimetría -más agravada aún- acontece con el norte italiano.

Me parece, con humildad, que el argumento economicista, por sí sólo, es muy pobre e insuficiente para explicar el fenómeno localista en su naturaleza más genuina.

En este sentido, el sociólogo alemán ULLRICH BECK   -uno de los más connotados analistas de la globalización- traza un cuadro más complejo y matizado sobre los separatismos contemporáneos.

Así, acuñó el concepto de “GLOCALIZACIÓN” el cual gana adeptos entre los estudiosos o interesados en estos temas.


Beck sostiene que en un mundo global -en el que asistimos a una progresiva supresión de fronteras a nivel económico, político, y social- se incrementa la existencia de barreras culturales, generadas por tradiciones fuertemente internalizadas las cuales, a su vez,  alimentan las identidades colectivas e individuales.

Frente al GRAN HERMANO GLOBAL, contra el GOLIAT AVASALLANTE, interpelando la furia del TSUNAMI PANTAGRUÉLICO que amenaza engullirse los signos de
identidad de pueblos e individuos, pues aparecen los DAVIDES heroicos, o quizás algún SASTRECILLO VALIENTE CATALÁN que decida no arriar las banderas.

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