viernes, marzo 07, 2014

El outsider transversal que va controlando la agenda polìtica


Por Fernando Mauri

Lo hizo de nuevo. Como en el contexto del 2013 electoral con la suba del mìnimo no imponible de Ganancias promoviendo que menos trabajadores formalizados paguen dicha carga tributaria, Sergio Massa volvió a
imponer su agenda a los demàs jugadores de la polìtica, desde el oficialismo kirchnerista hasta la oposición.

En esta oportunidad, el hoy diputado nacional y ex jefe de Gabinete de CFK, primereò a la oposición y quedò en el centro de la escena por recortarse solo y salir a cuestionar fuertemente la reforma del Còdigo Penal
impulsada por el gobierno cristinista que cuenta con amplios dejos garanto/abolicionistas generados por su aliado, el impresentable defensor de delincuentes y miembro de la Corte Suprema de Justicia, Raùl Eugenio Zaffaroni.

De hecho, tanto la UCR como el PRO debieron recular en una nueva exhibición de su endeblèz polìtica y tardíamente han marcado su resistencia a aprobar esta modificaciòn penal a la que antes a travès de representantes en una comisiòn respectiva que estudiò el tema prestaron su apoyo.

Hasta Daniel Scioli, el gran rival de Massa de cara al 2015
presidencial, tuvo que sutilmente desmarcarse del proyecto concesivo con la delincuencia tras criticar al lìder del Frente Renovador, al que recela cada vez màs porque observa que se va tornando habitual que deba correrlo siempre desde atràs.

En definitiva, no es un dato menor que Massa en buena medida controle hoy -con el respaldo mediàtico "amigable" del caso, con el Grupo Clarín a la cabeza- el dominio de la agenda polìtica. Basta reparar en que el kirchnerismo -màs allà de la natural ventaja que otorga manejar el poder- se ha caracterizado por un uso recurrente de ese activo como herramienta vital de su construcciòn polìtica.

Tras la Asamblea Legislativa del fin de semana pasado donde la primera mandataria ofreciò extrañas caricias a parte de la oposición -especialmente al PRO y la UCR- y ninguneo al ex intendente de Tigre, gran vencedor de las elecciones 2013,  Massa fue llamado al juego que màs parece calzarle hoy.

Massa quiere presentarse ante la sociedad como un outsider
transversal, casi procurando meter debajo de la alfombra su pasado polìtico. Posa de peronista moderno, ni menemista ni kirchnerista, y perfilado a reunir una amplia coalición multipartidaria con eje en el PJ (de donde provienen quienes como èl se decidieron a abandonar el
redil K) y la UCR (a la que de a poco quiere ir robàndole màs
intendentes y dirigentes de segundo y tercer grado).

De allì su terminante decisiòn de no inmiscuirse en la interna del PJ y no competir en las PASO contra ningùn postulante de ese espacio, de Scioli a Uribarri, de Capitanich a Randazzo.

Asì, evita una excesiva peronizaciòn de su campaña a la vez que se preserva de los manejos internos poco amistosos de quienes manejan el partido.

En un Abordaje que escribimos un mes y medio antes de las PASO de agosto del año pasado - julio 2013
-, no sòlo anticipamos q Massa iba a derrotar a los K en la pcia. de Bs. As., escenario de la llamada "Madre de todas las batallas", sino que la sola "candidatura de Massa ha modificado radicalmente el escenario electoral por sus naturales resonancias y significancias, en el
peronismo en particular y en el tablero político nacional dando
carácter inexorable al fin de ciclo K" y que quedarìa instalado en la carrera presidencial en la que arrancaba con amplia ventaja sobre los Binner, Scioli, Macri, etc.

Con su accionar y la constante centralidad que va consolidando, Massa demuestra que contra los deseos de oficialismo y oposición, èl no tiene nada del De Narvàez 2009.

Por empezar no cometerà el error del millonario
colombiano de borrarse de la escena tras el batacazo que produjo imponerse a Nèstor Kirchner en 2009. Asimismo, Massa les recuerda a los actores de la polìtica que de De Narvàez lo diferencian tambièn
sus desmedidas ambición de poder, el provenir del PJ y el poseer poder territorial.

A priori, tendrìan que pasar muchas cosas en Argentina y a la vez el tigrense cometer muchos errores para que el fin del 2015 no vea a Massa coronado como quien comande Argentina post esta larga Dècada "desperdiciada" y
"robada".

Es nuestra lectura sobre el posicionamiento y liderazgo de imagen de un candidato en relaciòn a los otros. Lejos estamos de abrir juicios de valor prospectivos sobre una gestiòn de gobierno 2015-2019 donde mantenemos nuestras reservas.

Serà entonces el momento de asistir quizàs a una nueva endeblèz e inconsistencia de poder de la mano de un joven e incansable lìder de cierto sesgo populista y demagògico. Ojalà nos equivoquemos. 

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