Por Bernardo Poblet
Especialista en RRHH - Ex docente - Escritor
No es fácil sobrevivir en un ámbito donde la
contradicción es
protagonista principal y además, longeva.
Los
ciudadanos de este afortunado país estamos saturados de
manifestaciones
contundentes: los unos afirmando lo que los otros niegan.
Algunos de
nosotros, desorientados, sumergidos en una sobredosis de
información donde se
mixturan lo que podemos tocar como existencia
real con lo ilusorio y a veces
lo fantástico.
No es para cualquiera.
La primera mandataría, tiene
la enorme responsabilidad de la
administración temporaria del estado, y
primariamente, la integración
de los que habitamos este país. Lo que dice
marca rumbos y tiene
vigencia en el tiempo, no se agota en el diario de ayer.
En el
reciente acto del aniversario del 25 de mayo de 1810 –parece que
lo
equivalente ocurrió en el 2003, no lo sabía- expresó:
“Algunos
quieren sembrar cizaña, dividir y enfrentar: no cuenten conmigo.
Voy a
seguir trabajando como siempre lo he hecho. Con mis ideas y la
fuerza de mis
convicciones”
¡Eso querìa escuchar! Mi entusiasmo se diluyó cuando
recordé el estilo
de sus discursos de la década, la política de
enfrentamientos, la
teoría del enemigo y bue…
Pero el ánimo se
recuperó al escuchar.
“Quiero plantear la necesidad de que la generación
del siglo XXI
reelabore todo el pensamiento del siglo pasado y formule un
proyecto de país“.
Me acordé de un pensamiento, el de Octavio Paz:- que
no era un
conservador:
"Debemos repensar nuestra tradición, renovarla
y buscar la reconciliación
de las dos tradiciones políticas de la
modernidad: el liberalismo y el
socialismo. Me atrevo a decir que éste es
el tema de nuestro tiempo'".
Vamos bien, me dije, es imprescindible
aggiornar un proyecto, sobre
todo si el actual es mediocre. Pero cuando
dijo:
“No me interesa la unidad nacional para volver para atrás. No
me
interesa la unidad nacional que me dice que tengo que decir que sí
a
una cultura que no tiene que ver con nuestra historia”
Me confundí.
¿a qué cultura se refiere? No me quedó claro
Me acordé que en puestos
claves del gobierno hay personas que
abrevaron en el maoísmo “acabar con los
denominados “cuadros viejos”:
las viejas costumbres, los viejos hábitos, la
vieja cultura y los
viejos modos de pensar”
¿Será eso? Con esas
premisas Mao organizó la nueva revolución cultural
utilizando un poderoso
aparato propagandístico y con la presencia en
la calle de jóvenes militantes.
Será pura casualidad, pero fue la
esposa de Mao, una vez fallecido éste, la
que redobló la apuesta. El
resultado fue siniestro.
Me dio como un
escalofrío pero recapacité: aquí no hay guardias rojos,
aunque si grupos
organizados. Además de La Càmpora, por lo menos media
docena capaces de
operar en la callecracia, algunos –en el norte, por
ejemplo- uniformados y
desfilando como en paradas militares. Con algo
de culpa debo confesar que,
leyendo las crípticas declaraciones de
Carta Abierta, una de las medidas
propugnadas por Mao: enviar a los
intelectuales a trabajar en el campo, no
les vendría nada mal, tal vez
aprenderían a valorar el equilibrio y la
moderación.
Me devolvió la esperanza escuchar –aunque a los gritos-
“quiero apelar
al amor por el otro. ….“Mientras haya un sólo pobre, estaremos
en
deuda con la Patria”
Bueno, es un avance… pero se me vino a la
mente la inflación, esa
implacable máquina de generar pobres, lo que el
presidente de la
Suprema Corte, Lorenzetti, calificó de “tragedia social”: la
cruel
dilación programada de los juicios de los jubilados, y la
presión
impositiva, y… (?) Quedé como alterado. Me tranquilizó un amigo:
la
presidenta no habla para los ciudadanos comunes como nosotros,
habla
para su grupo, para consolidarlo, para mantener la cohesión de
la
tropa.¡Ha! Me dije, era eso. Pero me acordè que hay huellas
históricas
de líderes que destruyen a sus seguidores y viceversa. Cuando
Perón
echó a los montoneros de la plaza, ya sabemos que lo hizo porque
tenía
claro que los muchachos iban por él. ¿Los ideólogos de unidos
y
organizados terminarán haciendo lo mismo con la presidenta?
Escucho
por ahí: tenemos que recrear la cultura del trabajo y de la
educación. De
acuerdo, adhiero fervorosamente pero ¿no estamos
instalando la cultura de la
distracción?
Todo parece que es un gran espectáculo, que se impone la
cultura del
entretenimiento: “hacer menos molesto y llevadero algo”
Fechas
patrias que mutan en actos de gobierno armados teatralmente;
feriados largos
para gastar –se pulverizò el ahorro- , las campañas de
marketing de tiempos
electorales –oficialismo y oposición-; cadena
nacional violando un artículo
específico de la ley de medios, ni
hablar de fútbol para todos y los
esfuerzos para convertir al
seleccionado nacional en el seleccionado del
gobierno; ¿No es un
espectáculo que convivamos con Boudou (“me la tienen
jurada”), Baez,
Relats o Lopez con la guillotina para
Campagnoli –entre
otros-; no hay recesión, si, hay recesión; no es un
país de elaboración de
droga, si, es un país con laboratorios; no hay
cepo, si, hay cepo; inflación
no, inflación si;; seguridad si,
seguridad no; nunca hubo tantos aportes a la
educación, la calidad de
la educación està en picada El listado agobia.No es
para cualquiera.
¿Tendrán razón los que sostienen que para sobrevivir hay
que hacerse
amigo de las contradicciónes? Triste.
Permanecer y
perdurar no es honrar la vida, decía la canción de Eladia.
¡Cuidado! Las
contradicciones llevan a la frustración y la frustración
genera regresiones.
Oímos a demasiadas personas que parecen extrañar
la mano dura, “necesitamos
un liderazgo fuerte” (notable olvido o
indiferencia, sabiendo que esos
estilos autoritarios se dan de patadas
con las reglas de la
republica)
Ojalá que la cotidianidad no nos rutinice, que el
acostumbramiento no
nos haga sentir que es normal lo que está mal, que el
espíritu crítico
pese a los esfuerzos para anestesiarlo, se mantenga
despierto.
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