viernes, agosto 15, 2014

Los usos del Nacionalismo

Por Eduardo Zamorano
Abogado - Master en Inteligencia estratégica por la UNLP
Columnista de CONSTRUCCION PLURAL



 Durante el reciente Mundial de futbol, los argentinos nos mofamos de los anfitriones con un estribillo:  “BRASIL DECÍME QUE SE SIENTE, TENER EN CASA A TU PAPÁ”.   Aún en su trivialidad, la frase exhibía esa suerte de complejo de superioridad que es nuestra marca de fábrica ante buena parte del mundo.

Muchos confunden: “nacionalismo”; “antimperialismo”; “chauvinismo”; y “patriotismo” como si se tratara de conceptos idénticos.  Dentro de la brevedad de esta nota, me propongo trazar distingos y marcar diferencias en dicha hojarasca semántica.

1.- El NACIONALISMO es una corriente política que, en la Argentina, permeó en 1930 con el golpe del General Uriburu; marcó el comienzo de una alianza entre el Ejército y la Iglesia Católica que reinvindicó las tradiciones hispánicas por oposición al liberalismo de cuño masón de la llamada “Generación del 80” que había construido la República Oligárquica,  aunque, debe reconocerse, consolidó la unidad nacional y su integridad territorial.
Los nacionalistas, sean hispanistas o maurrasianos, nunca plasmaron en un partido político cohesionado y poderoso. Empero, vigorizados por los historiadores e intelectuales revisionistas, influyeron en vastos sectores del peronismo, movimiento que marcaría una impronta indeleble en la historia del país.
Con todo, debe apuntarse que, dentro del peronismo, el ala nacionalista de derechas compartió cartel con una vertiente plebeya, obrerista, con fuertes matices laboristas.  Empero, ambas franjas, sin mengüa de sus diferencias, rezumaban nacionalismo.

2.- A comienzos de la década de los sesenta, se verificaron acontecimientos que impulsaron una marcada evolución en los grupos nacionalistas; por una parte, el derrocamiento y proscripción del peronismo, y por la otra: el influjo arrasador de la Revolución Cubana.  Estos núcleos desarrollaron un fuerte rechazo hacia las políticas de los EEUU, país, ya imperial,  al cual enrostraban ser el causante de nuestro subdesarrollo y principal respaldo de las dictaduras opresoras de los pueblos.
Nace, entonces, el ANTIMPERIALISMO como una forma de nacionalismo radicalizado y socializante.

3.- Ahora bien, simultáneamente a las expresiones políticas a las cuales me referí, la sociedad argentina, por motivos que sería arduo volcar en esta síntesis, internalizó un sentimiento de superioridad en relación a otras comunidades, en particular respecto a nuestros países vecinos.  Asimismo, se autoconcibió como el paradigma de la astucia y la sagacidad lo cual desembocó en el mito de “la viveza criolla”.
La soberbia argentina se acuñó, originariamente, en las clases acomodadas pero, con el devenir del tiempo, se expandió a los sectores medios y humildes.
Esta postura se denomina CHAUVINISMO y consiste en la creencia narcisista, en ocasiones próxima a la paranoia, de que lo propio de un país, sociedad, o región es insuperable en cualquier aspecto.

4.- El PATRIOTISMO es un sentimiento de identidad y pertenencia a una nación. No es agresivo o expansionista. Es sano orgullo y no arrogancia. Es respeto por sus símbolos y reconocimiento ecuánime a los padres fundadores.
Lamentablemente, en la Argentina de los últimos tiempos   -y no me limito al gobierno en funciones-, este rasgo social se fue perdiendo como consecuencia de las deformaciones y demagogias que lo malversaron en la percepción de la gente, con el propósito subalterno de ocultar errores y disimular mezquindades.-

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