Por Israel Lotersztain
Historiador El gabinete israelí acaba de aprobar por mayoría el envío al
Parlamento de una ley que declara que ese país es un estado judío. No están claras aún todas las implicancias, pero muchas son en mi opinión muy peligrosas.
No puedo menos que recordar frente a ello los diez días de intenso debate (entre el 20 y el 30 de Abril de 1853) que en la entonces minúscula ciudad de Santa Fe enfrentaron a los 22 diputados que plasmaron la Constitución Argentina. Y el mismo estalló con verdadera ferocidad ya al leerse el propuesto Artículo 2º: "El gobierno sostiene el culto católico, apostólico, romano." Y fue un debate que se repetiría continuamente durante los diez días, frente a muchos otros artículos, fue por lejos lo que mas se debatió de la Constitución.
Los que se oponían planteaban que jamás debía formularse el tema en esos términos, "ya que nuestra nación ES católica apostólica romana", sostenían enfáticamente. ¿Acaso se podía pensar algo diferente? ¿Se trataba tan solo de un tema económico, de sostener el culto, y no de considerarse al mismo como inherente a la nacionalidad? ¿Si se consultase a la población, no aprobarían abrumadoramente tal postura?
Los defensores de la redacción y del espíritu original (que ha quedado por fortuna hasta el día de hoy) se vieron en graves dificultades para defender sus propuestas de una nación absolutamente abierta "a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino". Pero quien posibilitó que tuvieran un ajustado éxito fue un muy joven sacerdote diputado por Santiago del Estero, Benjamin Lavaysse, de 29 años. Este aclaró que era sacerdote, y a ello estaba dedicado íntegramente, en vida y en espíritu. Que lo inspiraba en cada acto de su vida la religión católica. "Pero aquí no estoy como sacerdote sino como diputado de la Nación, y como tal debo pensar en lo mejor para la misma." Y lo mejor, él no lo dudaba, era que sus puertas estuvieran abiertas para todos los hombres del mundo que quisieran venir a desarrollarla con su trabajo y esfuerzo. "La religión como creencia no necesita otra protección que la de Dios", explicó con claridad meridiana. Si vinieran hombres de otros cultos él como sacerdote trataría de convencerlos de volcarse al catolicismo, pero ello nada tenía que ver con la Constitución. Con sostener económicamente el culto por ser mayoritario era mas que suficiente.
Leyendo las actas puede verse que su intervención fue la decisiva. Y gracias a eso las puertas de nuestro país estuvieron abiertas a todos, protestantes, judíos musulmanes. Mis padres, como los de tantos otros,
encontraron aquí el refugio, la alternativa pudieron haber sido los campos de exterminio. Benjamin Lavaysse murió a los pocos meses de aprobada esa Constitución, como si el destino hubiese elegido que viviera para cumplir esta misión. Frente a la decisión del gabinete israelí quiero rendirle aquí mi homenaje. Y comentar que un humilde pasaje de una sola cuadra en el barrio de Belgrano es todo lo que lo
recuerda. Agreguemos nuestro recuerdo.
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