Por Eduardo Zamorano
Abogado - Master en Inteligencia estratégica por la UNLPColumnista de CONSTRUCCION PLURAL
Murió uno de los mejores exponentes del periodismo argentino de las últimas generaciones.
Bueno
para escribir, insuperable en la comunicación radiofónica, y diestro en
el manejo televisivo. Culto, analítico, ajeno a sensacionalismos o
chabacanerías.
Cordial y educado con sus entrevistados aunque, a menudo, reprimiendo algún inevitable matiz de soberbia.
En
fin, sus méritos y fecunda trayectoria fueron exaltados, con justicia,
por sus colegas, lectores y oyentes. De modo que abundar en este punto
sería francamente redundante.
Me
ocuparé, entonces, de una necrológica que me molestó por varios
motivos; hago alusión a la nota titulada “Un periodista oscilante”
aparecida en el matutino Página 12 del 19/11/14. www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/19-34018-2014-11-19.html
Voy primero a ciertos detalles, si se quiere menores pero cargados de simbolismo.
La
nota se publicó en la Sección “Cultura y Espectáculos” lo cual, sin
desmerecer a nadie, resulta pequeña a la dimensión de Eliaschev y, sobre
todo, a su condición de “colega” de quienes hacen ese diario.
Con
idéntica intencionalidad, y a contramano de lo que es habitual en el
periódico de marras, nadie asumió la autoría del artículo. ¿Vergüenza?
¿Cobardía?
Ahora
entro al fondo de mi cuestionamiento: el anónimo escribiente se solaza
en aquellos hechos que intenta presentar como “contradicciones” u
“oportunismos” de Eliaschev. Carece de sentido que reproduzca fragmentos
de libelo. Baste decir -para ejemplo sobra un “botón”- que ironiza
porque en los años setenta el difunto periodista escribía para el
“órgano” montonero: “El Descamisado” al tiempo que fungía como amanuense
de Neustadt. Recuerdo que en igual situación estaban Miguel Bonasso;
Paco Urondo fue redactor de Jacobo Timerman; y el Mentor Horacio
Verbitsky entretenía sus ocios como “ghostwriter” del Comodoro
Güiraldes.
Para
no seguir transcribiendo pavadas, sintetizo: el necrólogo escondido
abomina que, supuestamente, Eliaschev fuera izquierdista cuando jóven,
después socialdemócrata, y antikirchnerista en sus últimos tiempos. Es
decir, deplora sus cambios de pensamiento.
A
contrario sensu, se infiere que para la nota lo valioso es que la mente
humana permanezca inmóvil, rígida, pétrea desde nuestra primera
preferencia política hasta el final de los días. Todo cambio de postura
no es la evolución natural propia de un ser pensante o el necesario
aggiornamiento a contextos que se modifican a ritmo de vértigo o incluso
la hidalguía de una autocrítica sincera y dolida (leer, sobre este
último punto, “Lista Negra” del periodista fallecido). No. Para Página
12 mutar ciertos enfoques -que nunca los valores nodales- representa
un borocotismo venal o una regresión a paradigmas superados.
Pepe
Eliaschev, salvando las infinitas distancias, tal vez hubiera rematado
este comentario con algo así como: SI EL CRITERIO DE “GRAN HERMANO” DE
LA NECROLÓGICA DE PAGINA 12 SE CONSOLIDA EN LA ARGENTINA, LAS ESPERANZAS
SE DILUYEN Y LAS ILUSIONES SE EVAPORAN.
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