Por Eduardo Zamorano
Abogado - Master en Inteligencia estratégica por la UNLPColumnista de CONSTRUCCION PLURAL
Algunos
analistas políticos se sorprenden por la posible fractura de la Unión
Cívica Radical derivada de eventuales alianzas de sus diferentes
sectores internos con los “presidenciables” con vistas a la elección de
2015.
Vislumbran que los alicaídos descendientes de Alem partirán hacia a tres destinos diversos, a saber:
(i) El Presidente del partido, Ernesto Sanz y sus seguidores, se guarecerán en las tiendas de Macri.
(ii) Gerardo Morales, Nito Artaza y un lote de intendentes irían con Massa.
(iii)
Ricardo Alfonsín, Julio Cobos, y los boinas blancas reacios a la
contaminación con liberales y peronistas, permanecerán junto a los
despojos de FA-UNEN.
No descarto que la profecía se cumpla y, en dicho supuesto, continuaría la tradición divisionista consustancial al radicalismo.
Hago
un poco de memoria, siempre un ejercicio saludable, no sólo para el
cerebro sino para adoptar decisiones, más o menos, correctas.
1.-
El fraccionalismo comenzó después del derrocamiento de Hipólito
Yrigoyen en 1930. Los “antipersonalistas” se aliaron al Partido
Conservador para formar la “Concordancia” y llevar a la presidencia al
radical Roberto M. Ortiz. Los “yrigoyenistas” se conviertieron en
acérrimos opositores del régimen al punto de protagonizar sublevaciones
armadas contra el mismo.
2.-
La fulgurante aparición de Perón fagocitó a la mayoría de los
yrigoyenistas que fundaron la “Unión Civica Radical-Junta Renovadora”,
grupo que integró la alianza triunfante en los comicios de 1946 que
llevó a aquél a la primera magistratura. Incluso su vicepresidente,
Jazmín Hortensio Quijano venía de este palo.
3.-
Caído y proscripto Perón, los radicales vuelven a figurarse. Arturo
Frondizi crea la “Unión Civica Radical Intransigente-UCRI” que se opone
al veto militar a los peronistas, y Ricardo Balbín conforma la “Unión
Cívica Radical del Pueblo” que se pretende la continuidad institucional
de la Revolución del 55.
4.-
Más tarde siguen las divisiones: la UCRI se parte en el Movimiento de
Integración y Desarrollo-MID que, con Frondizi a la cabeza, sigue las
ideas desarrollistas de Frigerio; y el Partido Intransigente,
referenciado en Oscar Alende, que coquetea con el Partido Comunista.
5.-
Recién con el triunfo de Raúl Alfonsín en 1983 y su indisputable
liderazgo, vienen varios años de cohesión -y la recuperación de su
sigla original- para la Unión Cívica Radical. Son prácticamente 20 años (1983-2003) de relativa unidad hasta que el vigoroso
liderazgo de Néstor Kirchner les abre una brecha y aparecen los
radicales “transversales”. El santacruceño, en una decisión que
maldecirá hasta su muerte, designa a Julio Cobos como vicepresidente de
Cristina en la elección del 2007.
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cuál es la causa de las reiteradas diásporas en el partido político más antigüo de la Argentina?
El
radicalismo, mal que le pese, tiene un envase institucionalista y
republicano pero en su interior bulle una matriz populista que le viene
de la cuna. Las fracciones son consecuencia de ese proceso aluvional
que juntó bajo un mismo paraguas a personas con posturas políticas
diversas y, por momentos, antagónicas. Su reconocido apego a las formas
y los reglamentos partidarios resistieron hasta un cierto punto este
mosaico ideológico, pero, en circunstancias críticas, resultaron
inservibles para contener las fugas.
Podría
objetarse esta explicación, afirmando que en el peronismo sucede algo
idéntico y se mantiene unido. Empero, los herederos de Perón, en todas
sus múltiples expresiones, mantienen una organización verticalista casi
de cuño militar. Cuando los votos del pueblo consagran un líder todas
las líneas internas lo acatan mientras ese apoyo subsista.
Por
el contrario, paradojalmente, sus primos radicales tienen en el
meritorio republicanismo que proclaman y, en gran medida ejercen, al
peor enemigo para mantenerse unidos.
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