Por Bernardo Poblet - ensayista/columnista de Construcción Plural
¿Fin de ciclo? ¿Y qué? ¿Qué nos van a perseguir? Con cada acusación aplicaremos la estrategia que dominamos, tradicional, simple y efectiva: rostro de indio navajo y negar todo. El problema siempre es del otro que tiene que probarlo.
¿Fin de ciclo? ¿Y qué? ¿Qué nos van a perseguir? Con cada acusación aplicaremos la estrategia que dominamos, tradicional, simple y efectiva: rostro de indio navajo y negar todo. El problema siempre es del otro que tiene que probarlo.
¿De qué se nos
acusa?
¿De no hacer una transición ordenada? Para
qué? Mejor que sea a las trompadas porque con el tiempo juega a favor. Nadie
recordará hechos ordenados, lo que perdura es lo que genera ruptura, conflictos,
confrontación. La gente se engancha con el bolonki.
¿Qué nos van a pasar las facturas de la
herencia? ¿Pagar las cuentas? Bueno, si el que nos suceda se anima a realizar un
shock para ordenar la mixtura que dejamos, es probable que muchos crean que
efectivamente el balurdo se lo dejamos nosotros. Pero no hay peligro, ninguno
tendrá el coraje para hacerlo, apelará al gradualismo y un año después, como la
agonía lenta duele, se les volverá en contra. Cuando pisen las bombas
disimuladas en los campos minados que dejamos….tarde viejo….Y ahí apareceremos
nosotros para demostrar que nuestro modelo hacía feliz a la
gente..
¿Que hemos aprobado leyes fundamentales a
lo guapo, sin consenso? Tenemos la voluntad de poder. ¿Tortillas sin huevos?
¡Así se hacen las cosas! ¿Quién se acordará si hubo acuerdos o no? Las leyes
quedan y nuestra gente las aplican ¡Aprendan maricones!
¿Qué hemos gobernado montados en la
inflación? ¿Y qué? Una copita de inflación cada día, estimula y sienta bien, es
un licor dulce que marea un poco, empuja al consumo y tiene el efecto de la
anestesia porque la gente termina pagando un impuestaso casi sin
dolor.
¿Que nos pasamos denunciando
conspiraciones? ¡Bajen de la parra muchachos! el poder y las conspiraciones son
hermanos mellizos; está claro que los que no están en el poder confabulan,
maniobran, intrigan, traman, mienten, engañan. ¡Qué nos van a hablar de
conspiraciones! Nadie sabe más que nosotros.
¿Qué nunca aceptamos que todos somos
iguales ante la ley? Error, mi amigo, error, eso es para la poesía. Lo real es
que hay iguales distintos ¿Es lo mismo el amo que el esclavo? ¿El que obedece
que el que manda? Solo ejercemos el derecho de los fuertes, hay que darle al
poderoso lo que es del poderoso y al débil lo que es del
débil.
¿Qué lo que tocamos lo dividimos? ¿Siempre
en la pelea? ¿Buscando un enemigo para arengar a la tropa? ¿Y..? ¿Dónde viven?
¿Nadie lee historia? Así se reina desde Matusalen en adelante. Y
funciona.
¿Qué quedaremos en la historia como los
más corruptos? Poco probable, si no, miren la historia; desde Rivadavia y sus
negociados hasta acá. ¿Quién no metió la mano en la lata? Los prolijos tipo Ilìa
se desvanecen, solo quedan en una lista oficial sin pena y sin gloria. ¿A quién
le importa lo público? Nuestros votantes –que es decir el pueblo- son gente que
se concentra en el micromundo de su familia: tener unos mangos en el bolsillo,
consumir, un laburo seguro, si es público mejor, y si no hay otra cosa, un plan
de ayuda. Receta fácil, económica y efectiva.
¿Que nos acorralen con negociados y esas
cosas? Lo intentarán, pero pasará. Habrá muchos de nuestros socios con fuero,
amigos en el parlamento, entre los judiciales, algún que otro espía, con eso
iremos tirando: lentitud en las demandas, cajoneo, chicanas, dilación; y bueno,
algún perejil tendrá el rol de botón de muestra.
Es verdad que en esos asuntos tenemos un
problema, en algunos casos fuimos desprolijos, se nos fue la mano; la seguridad
de durar veinte años, prescripción, olvido. No nos salió perfecto. Y el caso es
que no estamos acostumbrados a resolver problemas de entrecasa. Si quedamos
desnudos al aire libre nos molestará bastante ocuparnos de trámites de defensas
que son para la gente común. Pero eso pasará.
Y si los acusadores se ponen agresivos
porque las evidencias son contundentes, los acusaremos de violentos. Es esencial
aparecer en los medios. Aunque sea con mala imagen; importa trasmitir una
sensación de víctima acosada. La sensiblería está latente, muchos se
identificarán con la protección al débil.
Y si insisten por los medios cruelmente
opositores, tenemos los revisionistas que re-escribirán la historia de los
derechos humanos y los derechos de los funcionarios y nos reivindicarán.
Esperamos, eso sí, que no choquen mirando el espejo retrovisor como les pasó a
los del Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego. Un
papelón.
¿Qué no formamos equipos ni menos
sucesores…? ¡Claro que no! Somos un país de caudillos. Los caudillos son únicos,
los moldes se rompen.. Hasta que surja uno nuevo. El tiempo es circular, siempre
renacemos, nos reinventamos. ¿Qué equipos? El secreto es rodearse de
incondicionales ¡incondicionales¡ que estén dispuestos, por unos morlacos para
los gastos y alguna carpeta con datos sensibles, a que les hagamos la lista
hasta del personal doméstico de sus casas. Disciplina partidaria que le dicen
¿vio?
Dicen que no somos simpáticos, que no
podemos ni asomarnos al balcón o caminar por la calle como cualquier ciudadano
respetado. Tal vez tengamos una imagen deplorable pero perduramos lo más
campantes. Acuérdese, al final, cuando aparezcan las inevitables piedras en el
camino, el tiempo, que es un sabio juez, demostrará que nuestro modelo populista
es el mejor. En política, la memoria registra con más intensidad lo bueno que
lo malo.
Sin embargo -pensando en el bronce-
tenemos una basura en el ojo que molesta y mucho, la teoría de Inodoro
Pereyra: “el tiempo no es tan güen juez, condenó a un animal güenaso como el
dinosaurio y mantuvo viva a la cucaracha, esa porquería de bicho”.
No faltarán desalmados que nos consideren
cucarachas pero, bueno, saldremos de noche. Nadie es
perfecto.
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