Ciudadano de a pie busca orientación…
Por Bernardo Poblet - ensayista/columnista de Construcción Plural
Con 
la palabra se instala la verdad y la mentira. Nosotros, ciudadanos 
destinatarios, interpretamos lo que nos dicen, tratamos de darle contexto, 
entender el código de los mensajes y percibir que pensamiento hay detrás. 
¡Menuda tarea en tiempos electorales!
¡La 
pucha!  ¡estamos rodeados! Decía Guille, el hermano menor de Mafalda, después de 
caminar por las calles y ver cantidad de afiches con postulantes. Pobre, en su 
época no pululaban las redes sociales. No obstante, las artesanales paredes se 
llenan y esto recién comienza, aún antes de los plazos legales…hay que 
madrugar…
Es 
cierto que hay que evitar el pesimismo.  Hay luz en el horizonte.  Muchos 
coinciden que entramos en un ciclo positivo.  ¡Qué bueno! ¡Hay ideas para 
generar problemas nuevos y desenredarnos de los viejos y obsoletos que nos 
agobian! Pero me confundo. Algunos dicen que cada diez años tenemos un ciclo 
clásico: crecimiento, meseta, caída.  ¡Ya está!  Simplemente pasó el tiempo, 
estamos en la caída, nos toca el crecimiento. Casi mágico. Otros dicen que todo 
irá bien porque los actuales se van. Pero, siempre hay un pero,  sostienen que 
depende de quién gane. Si son ellos todo irá bien,  si es el otro, el 
apocalipsis y algunos afirman que piensan quedarse…
Hay 
propuestas de futuro ¡como que no!: cambios, continuidad, continuidad con 
cambios, no muchos cambios, cambios profundos… ¿Continuidad de qué? ¿Cambios de 
que? 
No 
me queda claro ¿adonde 
me quieren llevar?
Dicen 
de algunos que nos quieren regresar a los noventa, otros que quieren reivindicar 
los setenta,  no faltan los que sostienen que nos hemos refundado en el dos mil 
tres  y en el dos mil siete y quieren permanecer en los dos mil catorce.  Una 
verdadera máquina del tiempo hacia el pasado.  Por favor ¡Yo quiero ir al dos 
mil dieciséis, al menos!  Después veremos. ¿Un horizonte esperado para el dos 
mil veinte? No quiero ser irreverente, aunque –joven estudiante- me gustaba eso 
de: seamos realistas, pidamos lo imposible.
Para 
entender, me ocupo.  Leo y escucho los comentarios, los análisis, los 
pronósticos, las afirmaciones desde  distintos puntos de vista. No me va bien, 
no comprendo, la mayoría de las descripciones de la realidad se entrecruzan y se 
anulan entre si.
Sería 
sobreabundar detallar las posiciones opuestas en casi todo: 
Hay 
crisis y desequilibrios que urge corregir, hay que normalizar y sincerar /no hay 
crisis, el país esta en una buena posición.  No hay inversiones para desarrollo 
genuino/ se compensa con el gasto social. Cepo si/ cepo no. Inflación si/ 
inflación no.  Precios cuidados/distorsión de precios relativos. Atraso 
cambiario/no hay atraso. Banco Central fundido/reservas razonables.  Déficit 
fiscal, de infraestructura, de energía, de competitividad/vamos hacia el 
autoabastecimiento, estamos mejor que en el dos mil tres. Estamos en recesión 
con inflación/ habrá recuperación del consumo con paritarias y planes. Gasto 
enorme, ineficaz y de baja productividad/ tenemos el porcentaje de gasto público 
al nivel de los países desarrollados. No es posible el desarrollo si no nos 
integramos al escenario internacional./ hay que refugiarse en lo nuestro y 
defendernos de los buitres que nos quieren colonizar. Subsidios y planes 
sociales sin eficiencia ni trabajo real/hay inclusión social. Empleo público 
desbordado/ tenemos los mejores indicadores de empleo. Deterioro de la educación 
en todos los niveles/nunca se tuvo un presupuesto tan alto en educación…Sigue…. 
el temario, desde el narcotráfico, la violencia en las calles hasta el desprecio 
por la ley, la impunidad aceptada y la colonización del estado -todos temas 
quemantes-  parece inagotable.
¿A 
quien le creo? 
No me lo hacen fácil. Muchos ciudadanos de a pie, más allá de 
los discursos, tenemos percepciones y reflexiones que conducen, por un lado, a 
una incómoda sensación que este gobierno deja una herencia con serios riesgos de 
difícil salida y por otro, al inconfortable temor 
de un inevitable  y duro ajuste con resistencia social fogoneada por quienes 
perdieron poder.
¿Tendrá 
razón De Pablo cuando dice que no hay que escuchar lo que dicen  que va a hacer 
los postulantes porque es ficción, ni a los economistas que van a los medios 
representando a los candidatos porque sigue la ficción? Lo que realmente harán 
será lo que les mande la realidad y no lo deben saber con exactitud  o, si lo 
saben, el trabajo, si es serio, seguramente  es reservado.
Demasiados 
políticos con vocación de arrieros reconocen cínicamente seguir a sus asesores 
de marketing,  y construyen un discurso que termina siendo una acumulación de 
frases con la que se busca modelar opiniones esquematizando una realidad no 
pocas veces virtual.
¿Cómo 
sobrevivir a semejante influencia? Como decíamos al comienzo ¡menuda tarea! Pero 
posible. Elevarnos por sobre las presiones del entorno es una capacidad que nos 
distingue de todos los otros seres vivos. Requiere la voluntad y el laburo de 
identificar detrás del lenguaje, lo que es ficticio, lo que es real, lo que es 
mentira, lo que es verdad.  Y decidir en libertad. 
    
    


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