sábado, julio 25, 2015

Scioli: ¿Víctor, Victoria?

Por Bernardo Poblet

Columnista de CONSTRUCCION PLURAL

Con la perspectiva de quedarse sin trabajo –sin reelección factible-  ha ejercitado su indiscutida capacidad de transformista para asumir un personaje que puede llevarlo al éxito, un remedo  de Víctor Victoria.

¿Se acuerdan de la obra? Una cantante sin trabajo que aceptando el consejo de un amigo,  personifica a un varón: Víctor  Greshinski  en la ficción. Su actuación convence, la crítica lo acepta y el aplauso del púbico la convierte en una celebridad artística.  No todo es fácil, en la obra hay un gánster temido , enamoramientos, complicaciones y se termina conociendo la verdad pero, en este caso, con final feliz.

La comparación con Victor Victoria es consistente: también aquí hay consejeros, delincuentes nos sobran, travestis políticos ni hablar  y pareciera que un porcentaje –aún tomando con pinzas las encuestas- se están enamorando  del actor.

El señor Scioli demuestra, una vez más, su ductilidad interpretativa y su capacidad adaptativa,  en las campañas que nos invaden logra que la suya sea singular.  Victoria es el término más repetido en los medios, el desdoble de su personajes es evidente, asume su convicción de derechista de izquierda  con decisión y si bien no canta,  las letras, recitadas con voz actoral,  suenan a canciones románticas  que nos convencen de que desde este “rincón del mundo estamos dando vueltas todo ” lo que me parece que es una gran verdad o que “hizo lo que nadie hizo antes” aunque  a mi no me queda claro… ¿antes de que?

Lo fascinante, sin embargo, es el público –ciudadanos  al fin-  porque sabemos, como en la obra, que hay dos personajes y parece que lo aceptamos y no parece importarnos cual es el que terminará  imponiéndose si termina ganando el Martín Fierro en Octubre. No importa mucho, mientras tanto la sensación es como ir al teatro, la fantasía de la obra persiste después de bajar el telón. ¿Tal vez merezcamos seguir, como sociedad,  viviendo en esa fantasía?

Escucho decir: “¡hay que tener cara!”. Si, es verdad, a veces tengo la tentación de aplicar ese viejo dicho de Groucho Marx: nunca  olvido una cara pero en su caso haré  gustoso una excepción.

A favor de nuestro protagonista hay que decir que en la cartelera no hay obras competitivas, el trasnformismo parece ser una necesidad.  La mixtura en la que unos tratan de imitar a los otros está haciendo que las PASO  nos estén pasando por encima a los débiles ciudadanos de a píe.

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