POR FERNANDO MAURI.
El próximo domingo 22, sin dudas, el Gobierno macrista emergerá fortalecido.
Cerca de un 40% de los votantes a nivel nacional habrán de respaldarlo. Es más, para graficar cuán reforzado saldrá del acto eleccionario, seguramente además de ratificar y ampliar sus triunfos en la PASO en CABA, Córdoba y Mendoza, sumará la reversión del resultado desfavorable de agosto en pcia. de Bs. As., poniendo punto final a la sobrevida política de CFK, y en Santa Fe. Y será primera minoría en más del doble de Estados provinciales donde domina el ejecutivo.
El éxito en los 5 vectores políticos más importantes de Argentina convertirá a Cambiemos en el único espacio político que se habrá impuesto en una elección en los 5 principales distritos, a un resultado obtenido en el contexto de la primavera alfonsinista en los albores de los 80.Ojalá Mauricio Macri sepa leer bien el espaldarazo y más allá de las altas chances que tiene de reelegir en 2019, gestione el triunfo entendiendo que más que abierto apoyo, la ciudadanía sufragará primariamente tanto para que no vuelva el infausto pasado como en función de expectativas acerca del porvenir, más que por demasiadas concreciones de la administración macrista.
Es de esperar que Macri siga guiando el timón de lo económico social con cierto gradualismo, que negocie con un peronismo que se anhela más maduro, que contemple aún más la situación de los humildes a la vez que ponga fin a los casos de corrupción o tráfico de influencias que se han detectado en estos primeros casi dos años de mandato (desde el Correo de papá Franco hasta las low cost, pasando por los Gustavo Arribas y los familiares o amigos del alma del primer mandatario beneficiados con concesiones o contratos públicos).Asimismo, sería altamente saludable que una vez que tras esta elección a partir de la cual afortunadamente el kirchnerismo pasará a cuarteles de invierno y suponga un espacio residual y minoritario, el Gobierno piense más en el país y en el mediano y largo plazo, haciendo a un lado la tan nociva y cortoplacista política polarizadora.Para Cambiemos como espacio, el desafío está planteado y no es menor: consolidar una identidad propia, dejando atrás ser el pretendido contramodelo de un pasado ya de por sí enterrado.
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