Por Lisandro Zamorano
La situación de la pandemia mostró hasta la fecha una tendencia de importantes impactos y cambios dentro de varias economías nacionales y regionales. Observando el actual contexto y sus posibles consecuencias, la actividad del sector energético, al ser una parte significativa dentro de la productividad de cualquier país, requiere una revisión adecuada sobre los efectos que puede acarrear consigo. El consumo global de energía está en aumento y se requieren distintas tecnologías para poder satisfacer la demanda eléctrica y medioambiental. Con el foco puesto en la reducción de gases de efecto invernadero, se ha ido generando un acercamiento a un sistema eléctrico basado en la producción renovable de energía, fundamentalmente a partir de la tecnología solar fotovoltaica. Hacia fines del 2014, la capacidad fotovoltaica alcanzó el 1% de la generación de electricidad mundial. En el mismo año, China se ubicó como el país asiático que hizo mayor utilización de esta tecnología, seguido por Japón y en el resto del mundo por Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia. Dado que es una tecnología reciente, dentro de un sistema fotovoltaico es necesario administrar y distribuir más formas de electricidad que sean confiables y seguras. Por consiguiente, pasa a ser un requisito el uso de una mejor tecnología de transmisión con redes inteligentes que incrementen el sistema energético de almacenamiento, mediante iniciativas a largo plazo, situando el ejemplo de regiones con gran cantidad de irradiaciones que puedan ser conectadas con un número alto de proyectos fotovoltaicos conectados en red con un óptimo sistema de distribución y con tarifas eléctricas dependiendo del tiempo. Por otro lado, el mercado fotovoltaico precisa personal entrenado para el desarrollo tecnológico, la calidad de instalación, la fiabilidad y la reducción de costos; para asegurar esto es necesario que existan institutos y programas de capacitación destinados a grupos profesionales específicos. El sector fotovoltaico abarca diversos materiales y tecnologías en su producción, para los cuales, dada su importancia, se incrementaron los fondos en actividades de investigación y desarrollo durante los últimos años. Hacia después del 2030, las estimaciones sobre la electricidad fotovoltaica rondan para ocupar el 5% de la electricidad global. En dicha instancia, serán necesarias mayores recursos de almacenamiento con el fin de proveer flexibilidad al sistema y minimizar el impacto de la generación fotovoltaica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario