viernes, diciembre 11, 2020

El planeamiento urbano y sus limitaciones

Por Lisandro Zamorano


Las tecnologías de la información y comunicación junto al establecimiento de objetivos claros, apropiados en cada ocasión,

pueden llegar a agilizar temas burocráticos e incluso hallar nuevas
herramientas de organización y de planeamiento. El uso de tecnologías
avanzadas basado en la integración de las condiciones
infraestructurales en unión con la administración, la educación y el
transporte, puede verse como la elaboración de ciudades ‘’digitales’’.
En su núcleo principal, está el desarrollo de estructuras orientadas
hacia las actividades interorganizacionales con fines asociativos y de
intercambio continuo, proceso en el cual se prioriza el contacto con
inversionistas. Es por ello que afirman que los proyectos de ciudades
‘’digitales’’ que han tenido éxito se debieron a un balance técnico,
administrativo y político entre sus partes.

También, en dicho núcleo, se encuentra el impacto sobre la calidad de
vida de los habitantes de las ciudades digitales. Se suscita una
tendencia sobre su participación unificada en los temas ligados al
gobierno. En este sentido, no se pretende ver personas y comunidades
por separado sino considerarlas bajo un mismo parámetro. En el paso de
una ciudad no digital hacia una digital se produce un cambio
considerable, que determina un uso completo de la tecnología dentro de
las áreas institucionales y políticas de una sociedad. Los proyectos
destinados a poner en práctica componentes de una ciudad digital se
diferencian de otros similares por la multiplicidad de contextos y de
coexistencias en su interior. Coexistencias que se corresponden a las
regiones donde ya hubo indicios de concretar dicha idea, con distintas
poblaciones y con distintas formas de pensar la aceptación o el
rechazo a las ciudades digitales. Además de la aplicación tecnológica
como base fundamental, las tendencias a construir ciudades digitales
cuentan con la necesidad de actividad política e institucional. Estos
dos factores se ven como un solo conjunto al que se complementa con
las tecnologías de la información y la comunicación.

Más allá de los procesos continuos, de la técnica utilizada y de los
elementos indispensables para llevar a cabo una ciudad digital, deben
aclararse algunos aspectos actuales. Si bien el permanente desarrollo
tecnológico es en sí mismo algo que proseguirá en su futuro
unidireccionalmente, su incidencia es flexible y fluctuante en materia
geográfica: hay países líderes en tecnología a escala mundial, y hay
otros con severas limitaciones. Todo lo que se dijo sobre la ‘’brecha
digital’’ hoy ya es un hecho. En cierta medida, algunas de las
características más significativas de las ciudades digitales―la
cercanía con los servicios públicos, el contacto con sus habitantes―
son una realidad. Sin embargo, otros de esos rasgos―las posturas
estrictamente institucionales y organizacionales― se encuentran
influenciados por un todo tendiente al caos: la conflictividad en el
ámbito de las relaciones internacionales está en una de sus facetas
más expresivas a la fecha. En este caso, situando a la tecnología en
su extensión hacia la planificación urbana, este escenario de
conflicto, de realismo puro, es, sin duda, señal de un destino
probable.

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