miércoles, febrero 24, 2021

Real politike mata demagogia

 Escribe Gustavo Ferrari Wolfenson

Corresponsal argentino de Construcción plural en América del Norte


López Obrador le demostró a Alberto Fernández que la real politike
supera la demagogia que se transmite para la gilada



Si hay algo que históricamente caracterizó a la política exterior
mexicana fue su pragmatismo. Fue el único país del continente que a principios de los 60 no rompió relaciones diplomáticas con Cuba, pero, por presión de Estados Unidos, jamás le llego a vender ni un clavo. En los años 30 lanzó su famosa doctrina Estrada  de No Intervención en
los asuntos internos de los estados, pero le cedió a los Estados Unidos, las islas del caribe para que construyera pistas internacionales para el abastecimiento de sus aviones que peleaban en la Segunda Guerra Mundial.
Podríamos mencionar decenas de incongruencias entre lo que se postula y se hace, pero el día de hoy durante la visita del presidente Alberto Fernández, volvió a demostrar que la real politike supera la demagogia que se transmite para la gilada.

El deplorable y vergonzoso Vacunagate de nuestro país, coincidió con la visita del presidente Fernández a México. La agenda de gobierno inicialmente había sido preparada para que ambos mandatarios visitarán los laboratorios donde se procesan materias primas, participaran en
eventos protocolarios y asistiera a la famosa conferencia de prensa “la mañanera” para mostrar la buena colaboración y cooperación que mantienen ambos gobiernos. Una vez que se dieron a conocer los hechos sucedidos con los vacunados VIP, Andrés Manuel López Obrador, que gobierna el país con más casos de muerte luego de los Estados Unidos,
que es cuestionado permanentemente por las indiferentes medidas sanitarias tomadas durante la pandemia, marcó una raya para no avalar (más por política interna que internacional) la actitud del  gobierno argentino que sigue sin reconocer que existió un proceso de
favoritismo en las escasas vacunas que llegaron al país. Por lo tanto, no lo fue a recibir al aeropuerto, no lo acompaño al laboratorio, lo presentó en la mañanera, pero en sus primeras intervenciones mostró la cantidad de vacunas que México lleva compradas y aplicadas, cifras muy
distantes a los números de nuestro país Argentina. AMLO quiso mostrar que ellos estaban cumpliendo los protocolos internacionales, mostrando cómo se distribuían las vacunas y tiró como buscapié por debajo de la mesa que ellos no tenían ni habían aplicado ningún tipo de preferencias VIP en los procesos de vacunación.

Alberto Fernández, con ojeras que le llegaban al piso, producto de no estar acostumbrado a despertarse y dar conferencia de prensa a las seis de la mañana, tartamudeo, empezó a acusar a los medios, a la
justicia, a que investigaran el endeudamiento de Macri, a los
marineros del ARA, etc. etc.,  olvidándose de las investigaciones de Nisman, los bolsones del señor López, las cajas de seguridad de Florencia K, del gol de Maradona a los Ingleses con la mano y los cuadernos Gloria que supimos afanar.

Andrés Manuel siguió con sus dos horas de conferencia de prensa. Un Alberto cansado, no acostumbrado a estar dos horas escuchando a un presidente hablando y dando clases (no le tocó la época de Cristina docente) se iba consumiendo en la silla. Como dicen los toreros, AMLO
lo siguió floreando pero estocando. De nada valió la hermandad, el asilo a los argentinos en épocas difíciles del país, el grupo Puebla y demás.

Quizá al terminar la conferencia de prensa, ese AMLO izquierdoso, progresista pero pragmático, lo llamó a Biden y le dijo: “a este muñeco ya le canté las cuarenta”.

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