Por Israel Lotersztain
Master en Historia (Univ. Di Tella)
Hoy pareciera que estuviéramos en un mundo ideal, soñado, para la Argentina.
El mundo requiere alimentos, energía, minerales como el litio, fertilizantes. Como si lo hubiéramos dibujado nosotros...
Podríamos aumentar sin mucho esfuerzo por lo menos en un 50% la producción de cereales, leche y carnes. Tenemos la segunda reserva de shale gas del planeta. Con él, además de licuarlo y venderlo podríamos producir urea muy económicamente. Tenemos potasio a patadas, el proyecto de Mendoza que la brasileña Vale abandonó cansada de los retornos que todos lo pedían. El litio para autos eléctricos abunda y es barato sacarlo. En poco tiempo duplicaríamos las exportaciones.
Y todo esto sólo para empezar.
En el pasado el salto exportador se hizo básicamente con capitales externos. Fueron extranjeros los que trajeron buenas ovejas para cruzarlas con las locales que durante mediados del Siglo XIX produjeron la revolución del lanar. Los capitales europeos construyeron puertos y ferrocarriles. Chacareros italianos, franceses y españoles produjeron la gran revolución cerealera, e implantaron las pasturas para las razas de ganado adecuado al gusto del mundo. Barcos a vapor y frigoríficos extranjeros invirtieron para cargar todo eso y venderlo en todas partes. Desde ya, el proceso tuvo enormes problemas, puede criticarse mucho, pero se hizo
Pero por ladrones e imbéciles hoy en el mundo los argentinos no existimos. Ese es el drama. Pero ojo, estamos hoy felices porque el Riesgo país bajó a 2400 puntos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario