Por Daniel Kiper
Abogado
Columnista de Construcción plural
En 1971, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, declaró la «guerra contra las drogas».
Pasaron más de 50 años y es claro que la estrategia represiva ha fracasado.
Desde entonces hubo: 1º, una enorme expansión del consumo; 2º, disponibilidad de drogas a través de múltiples canales; 3º, crecimiento del negocio ilegal - de drogas naturales a sintéticas -; 4º, asumió características de crimen organizado; 5º, causa muertes por el consumo y por la violencia ejercida; 6º, fomenta la corrupción policial, judicial y política; 7º, se reemplaza tratamiento médico por la persecución penal a consumidores; 8º, crisis en sistema penal; 9º, estigmatización de consumidores, alejándolos de políticas de prevención (VIH, sobredosis, calidad sustancias); 10º, violación de DDHH; 11º, inseguridad; 12º, fomento a negocio de seguridad, con elevada incidencia en el gasto público.
La lucha contra el narcotráfico ha fracasado. Es tiempo de analizar su alternativa: la legalización de las drogas.
La derogación en 1932 de la ley seca afectó el negocio del crimen organizado y permitió desarrollar políticas de salud pública.
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