El día después
Por Carlos Fara - titular de Carlos Fara & Asociados
"Antes de la elección legislativa de octubre se especulaba con qué dirección iba a tomar el gobierno de Kirchner: si la consolidación política prevista moderaría su estilo y se encaminaría hacia las políticas de Estado y los consensos. En más de una oportunidad marcamos que Kirchner hay uno solo y que no cabía esperar nada diferente. Dicho y hecho: es muy difícil que un dirigente vaya a cambiar cuando tiene patentada la fórmula del éxito. No lo hizo Menem en su momento con el formidable apoyo que amasó al vencer a la inflación, y tampoco lo hará su par santacruceño.
No hay ningún dato político tan relevante como para obligarlo a mover el tablero. El presidente tiene muy claro que mientras la sociedad consuma no piensa en la política; por lo tanto, lo deja con las manos libres para hacer y deshacer. Lo único importante es que no se note ningún desaguisado.
Los cambios en el gabinete ya los hizo, y en las segundas líneas mueve piezas cuando es absolutamente necesario, y en función de cómo le aprieten el zapato algunos problemas. En el caso de la inflación es lo más claro: pone a un perro a ladrar porque piensa que así se atenúan los efectos del problema, y transmite cuál es su tónica a la sociedad y a los formadores de precios.
Más que cambios de personas –los cuales nunca le gustan demasiado- es probable que ensaye tácticas de cara a la reelección (ya sea él o Cristina), de manera de lograr el concurso de todas las voluntades, y el momento justo para acumular la mayor cantidad de poder posible.
Qué necesita entonces de acá al año próximo? 1) que no se pare el consumo; 2) que no haya inflación; 3) que no aparezca públicamente ningún acto de corrupción; 4) que no se junte la oposición; y 5) que le sigan apareciendo oportunidades de posicionarse como el líder popular, intransigente con los sectores de poder.
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