jueves, junio 26, 2025

Entrevista en streaming a DANIEL KIPER

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martes, junio 10, 2025

Coexisten dos Argentinas económicas

 Por Alejandro Rofman


Caída de las ventas de los negocios minoristas en el mes de mayo del 2025 con respecto al mes similar del año 2024.
La CAME es una entidad que reúne a un amplio sector de pequeñas y medianas empresas productivas del país que realiza todos los meses una encuesta
muy amplia de sus firmas asociadas en torno a la evolución de las ventas de tales negocios. Los datos
se dan a conocer referidos al mes anterior de la encuesta por medio de la prensa oral y escrita y son considerados por autoridades gubernamentales y el mundo
empresarial como altamente representativos de la evolución de la actividad del comercio al por menor
en todo el territorio nacional.
Por estos días el dato al que hacemos referencia fue informado, mostrando un comportamiento inesperado. La CAME reveló que su encuesta marcó que
tales ventas del citado mes de mayo del 2025 con relación al mismo mes del año anterior se redujeron en
valores constantes en un 2,9 %. Este índice negativo ya venia
mostrando una tendencia declinante desde la información correspondiente al mes de enero de este año con relación al mismo mes del año anterior En enero las ventas minoristas
habían crecido año a año el 25,5 % en términos reales lo que se explica debido a la fuerte contracción de la
demanda general de las familias que tuvo lugar luego del importante salto inflacionario de dicho mes debido a la devaluación del 118 % que sufrió nuestra moneda
apenas asumió el gobierno nacional actual. Tal incremento singular supuso un shock inflacionario que, al no ser compensado con aumentos de ingresos de todo tipo recibido por las familias implicó una fuerte contracción de la demanda en el año 2024 que se fue recomponiendo
durante todo el citado año. Pero en forma persistente tal expansión reparadora del desastre económico derivado de la decisión de la nueva administración de producir una
fuerte caída de nuestro peso apenas asumió se fue debilitando mes a mes en este año 2025 En febrero la recomposición ya fue del 24 % entre 2025 y 2024, en marzo
disminuyó al 10,5 %, en abril se contrajo al 3,7 % positivo y
ahora, en mayo, se volvió negativo el valor comparativo. 
Así, el consumo vuelve a tornarse una dimensión
contractiva. Ello se explica por cuanto los ingresos que se habían perdido habían logrado recuperar parte de esa perdida luego del derrumbe de la primera parte del 2024 Pese a tal
repunte de dichos ingresos nunca volvieron a los niveles de noviembre del 2023. La ultima información del INDEC estipula que los sueldos de los trabajadores registrados
cayeron un 6,1 % por debajo, en términos reales, de los niveles de noviembre del 2023 previo a la asunción del gobierno de Milei. 
En la misma dirección se registraron notorios descensos en el monto de las jubilaciones. Si se toman los datos oficiales del trimestre abril-junio el índice del haber jubilatorio con el bono de los 70 000 pesos para los jubilados de más
bajos ingresos registro una caída del 15,7 % en relación al ultimo trimestre del gobierno anterior.

En suma: estamos frente a un retroceso sensible del ingreso disponible de los trabajadores activos y pasivos que en su conjunto representan un porcentaje en torno a
las dos terceras partes del empleo formal y de los receptores de jubilaciones y pensiones del ANSES
Desde CAME se afirmo al respecto: en los últimos meses la actividad comercial experimento una leve retracción en un contexto caracterizado por una menor disponibilidad de recursos, ajustes de precios, etc… 
En mayo se advirtió una tendencia hacia compras más medidas, una circulación algo reducida en los
centros comerciales y una competencia creciente con los canales en line y con los formatos informales”.

Por tanto, llegamos a esta conclusión: el debilitamiento del consumo con su impacto negativo en
los comercios de proximidad, pequeños y medianos supermercados barriales y establecimientos situados en barrios populares- que no incluye el experimentado en
mayoristas y cadenas grandes de supermercados - marca una segmentación de la demanda que se está tornando cada vez mas heterogénea. Así, coexiste una franja muy
importante de consumidores que se endeudan o reducen ingesta diaria de alimentos, para cubrir sus necesidades básicas y sectores minoritarios que reciben creciente ingreso o hacen uso de ahorros acumulados en épocas previas para gastarlo sin que los afecte la depresión general. 

sábado, junio 07, 2025

Thiago Correa: el precio inocente de una política criminal irracional

Por Daniel KIPER


Hoy no hay palabras que puedan mitigar el dolor. Solo el silencio respetuoso frente al abismo. Acompañamos con profundo pesar a la familia de Thiago Correa, ese niño de siete años que murió tras recibir un balazo en la cabeza, disparado —presuntamente— por un policía que intentaba defenderse.
Pero ¿de quién? ¿Y con qué marco de legalidad y racionalidad?

Detrás de esa bala no está solo el dedo nervioso de un joven agente, sino también la mano invisible pero poderosa del Estado, encarnada hoy en una política de seguridad que rompe los límites de la legalidad, de la necesidad y de la racionalidad.
Debo decirlo con claridad: el uso de la fuerza tiene límites, tanto en el plano normativo —establecidos por el derecho interno e internacional— como en el plano ético, que exige respetar la vida como un valor sagrado, incluso la vida de quien ha roto la paz social al cometer un delito.

La ministra Patricia Bullrich ha venido instalando, con tono beligerante, una idea tan simplista como peligrosa: “la policía está para imponer el orden a tiros si hace falta”. Bajo esta consigna, se legitima el uso indiscriminado de la fuerza, se entrena a los agentes en una lógica de guerra y se borra la línea entre el delincuente y el sospechoso, entre el agresor y el peatón.
En la guerra, señora ministra, también mueren inocentes.

Diputados como José Luis Espert aplauden desde las gradas, exigiendo “más balas, menos garantismo”, mientras la realidad devuelve cuerpos. Y a veces, como ahora, el cuerpo sin vida de un niño inocente.

Lo que estos dirigentes llaman “mano dura” no es más que una claudicación del Estado como garante de la vida, la seguridad y los derechos humanos. La verdadera firmeza no es gritar ni disparar, sino proteger sin matar.

La muerte de Thiago no fue un accidente. Fue una consecuencia directa de una política de seguridad irracional, construida sobre slogans y discursos de odio, que transforma a la seguridad en espectáculo, al policía en verdugo y a la sociedad en un campo de batalla.
¿Qué formación puede tener un joven de 21 años con un arma en la cintura y una narrativa oficial que lo induce a disparar primero y pensar después? Así fue como disparó once veces. Una de esas balas habría impactado en Thiago, víctima angelical e inocente.

Thiago murió porque alguien creyó que para combatir la inseguridad hay que responder con más violencia, más miedo, más plomo. Pero la seguridad no se construye desde el gatillo fácil, sino desde el tejido social, la inclusión, el respeto por la ley y una formación profesional seria y humana de las fuerzas de seguridad.

Hoy Thiago es un símbolo. De lo que nunca debió pasar. Y de lo que aún estamos a tiempo de impedir, si recuperamos el sentido del Estado, de la justicia, de la racionalidad y de la humanidad.

miércoles, junio 04, 2025

Audio de Construcción Plural del 040625

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martes, mayo 27, 2025

Empanadas, Porsche y la Desconexión del Poder: Cuando el Ministro No Entiende al Pueblo

 

Por Daniel Kiper



Esta semana, la realidad argentina volvió a mostrar su rostro más absurdo —y a la vez más revelador— en un cruce inesperado entre el actor Ricardo Darín y el ministro de Economía, Luis Caputo. El disparador fue una frase simple, directa y dolorosamente real: “Una docena de empanadas cuesta 47.000 pesos”, señaló Darín en una entrevista que intentaba ponerle cifras concretas al drama cotidiano que atraviesan millones de argentinos. Lo que podría haber servido como punto de partida para una reflexión seria sobre el deterioro del poder adquisitivo y el impacto real de la inflación, derivó en un exabrupto despectivo del Ministro Caputo, que eligió burlarse del problema y transformar el debate en una comparación tan absurda como ofensiva: comprar empanadas de calidad sería —según él— como comprarse un Porsche. Un lujo. Un capricho. Un privilegio de pocos. El mensaje es demoledor. Y, lamentablemente, coherente con el rumbo del gobierno al que representa. Cuando comer es un lujo ¿Qué significa que el Ministro de Economía equipare un plato de empanadas con un auto de alta gama? Significa, en primer lugar, que ha perdido —si alguna vez la tuvo— toda conexión con la vida cotidiana del ciudadano de a pie. Significa también que ha olvidado (o decide ignorar) que la comida no es un lujo: es un derecho. Una necesidad básica. Un termómetro de la dignidad social. ¿Acaso Caputo no advierte que para un jubilado, un trabajador informal o un empleado con salario mínimo, $47.000 o incluso $17.000 representan un porcentaje abrumador de sus ingresos mensuales? ¿Qué sentido tiene ironizar con un Porsche cuando la mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza? Las empanadas, señor Ministro, no son un lujo. Son parte de la cultura popular, un símbolo de la mesa argentina, y en muchos hogares, la única comida caliente del día. Descalificarlas por su precio o por provenir de un local de calidad es como decir que los argentinos solo tienen derecho a comer pan duro o fideos con aceite. ¿Ese es el modelo de país que propone? Las empanadas y el 25 de mayo: más que comida, identidad Decir que las empanadas son un lujo no solo denota desprecio por las condiciones sociales actuales; también desconoce la historia y la identidad nacional. Las empanadas no son solo una comida: son parte del ADN cultural argentino. El 25 de mayo de 1810 —fecha que marca el nacimiento político de la patria— se celebra, en cada rincón del país, con un locro, un pastelito… y una buena empanada. Están en nuestras fechas patrias, en las mesas familiares, en los clubes, en las esquinas de barrio. Son un símbolo de pertenencia, de encuentro, de historia viva. Reducirlas a “lujo” es amputar de un tajo ese lazo invisible que nos une como comunidad. Un privilegio reservado a la élite La frase de Caputo no es un exabrupto aislado. Es el síntoma de una visión profundamente elitista del Estado, de la economía y de la sociedad. Una visión donde todo lo bueno —lo sabroso, lo estético, lo saludable, lo digno— se transforma en “lujo”, y todo lo barato, en norma. No importa si empobrece el cuerpo o el alma. Hay que acostumbrarse, nos dicen. Este modelo, que consagra la exclusividad como valor supremo, convierte a la mesa familiar en un santuario inaccesible. No por sagrada, sino por prohibida. Y transforma al Ministro de Economía —que debería garantizar el acceso equitativo a los bienes básicos— en un custodio de la escasez, que encima se burla de quienes la sufren. Un país que se come a sí mismo Argentina está frente a una paradoja cruel: produce alimentos de altísima calidad, pero cada vez más argentinos no pueden acceder a ellos. La reacción de Darín fue la de un ciudadano que se niega a naturalizar lo inaceptable. La respuesta de Caputo, en cambio, fue la de un funcionario que ya no distingue entre una crítica sensata y un capricho burgués.

Comparar un plato típico con un auto de lujo no es solo una torpeza comunicacional: es un acto de cinismo. Es retratar, sin filtros, la filosofía de un gobierno que ve en el ajuste una virtud moral y en el bienestar popular, una amenaza al orden. Y que convierte el acceso a una empanada —¡una empanada!— en símbolo de ostentación. Pero el verdadero lujo, en esta Argentina de 2025, no es comer empanadas. El verdadero lujo es gobernar sin sensibilidad, sin pudor y sin respeto por el sufrimiento de millones. Eso sí que no se lo puede permitir ningún país.

lunes, mayo 19, 2025

Entrevista a Hugo Haime

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miércoles, mayo 14, 2025

Cuando el Palacio Habla en Abstracto: Milei, Rothbard y la Negación de la Realidad

 Por Daniel Kiper




En un país donde más del 50% de los trabajadores se encuentran en condiciones de informalidad, donde los salarios pierden contra la inflación y la movilidad social se resquebraja como yeso viejo, el presidente Javier Milei ha decidido irrumpir en el debate público no con datos, ni con políticas concretas, sino con un juego lógico que pretende –según él mismo– “destruir la teoría de la explotación”. El método: reformular el intercambio laboral en términos puramente abstractos, como si estuviéramos en un aula de filosofía escolástica del siglo XIII o en un club libertario de Stanford, lejos del olor agrio del subte en hora pico.

“Ustedes le compran dinero a su empleador a cambio de trabajo”, afirmó el presidente. “Se acabó la teoría de la explotación. Salvo que los trabajadores estén explotando a los empresarios”.

Lo primero que llama la atención no es el fondo de la afirmación –repetida en ciertos círculos–, sino su forma. La sentencia se presenta como un truco retórico que, al igual que los antiguos sofismas, intenta clausurar una discusión filosófica y política milenaria con un mero cambio en el lenguaje. Como si redefinir los términos fuese suficiente para abolir la realidad.

Y aquí es donde, como advertía Edmund Husserl, se vuelve imprescindible distinguir entre las ontologías regionales. Es decir, entre los objetos ideales (como una teoría económica) y los objetos reales (como un obrero que trabaja 10 horas por día y no llega a pagar el alquiler). El presidente se mueve con comodidad en el mundo ideal de los conceptos, donde las relaciones sociales se presentan como ecuaciones simétricas entre oferentes y demandantes, todos libres, todos iguales. Pero esa geometría pura choca contra la rugosa realidad social argentina, donde las condiciones materiales distorsionan cualquier pretensión de equilibrio.

Karl Popper, crítico de los dogmatismos disfrazados de ciencia, ilustraba este mismo problema con una metáfora encantadora: “Uno más uno es dos en el mundo de las matemáticas, pero un conejo más una coneja pueden dar lugar a decenas de conejitos”. En la realidad pasan cosas. Lo que en la teoría es exacto, en la experiencia es caótico, imprevisible, desigual. Y lo que Milei olvida –o decide ignorar deliberadamente– es que la política se desarrolla en el mundo donde pasan cosas, no en el mundo donde los intercambios son siempre justos porque así lo dictan los axiomas.

Presentar la venta de fuerza de trabajo como un “acto voluntario de compra de dinero” no solo desnaturaliza la relación capital-trabajo, sino que elimina de un plumazo las condiciones estructurales que determinan ese intercambio. En la lógica del presidente, quien trabaja por 250 mil pesos por mes lo hace por placer o por error de cálculo, no porque no tenga otra opción. Los desempleados serían simples consumidores de dinero fallidos.Este discurso no es nuevo, pero sí peligroso cuando se pronuncia desde la cúspide del poder. Porque despolitiza la injusticia. No hay explotación, no hay desigualdad, no hay lucha de clases: hay errores semánticos. La pobreza es, entonces, un problema de gramática.

Pero la realidad insiste. Insiste en las ollas populares, en los pibes que dejan la escuela para trabajar, en los jubilados que fraccionan los remedios. Insiste en que el trabajo no es solo un intercambio, sino una relación social cargada de poder. Y que, en una economía con un 40% de pobreza, no se puede invocar a Rothbard como quien recita a Euclides.

Mientras Milei filosofa con fórmulas que se disuelven en la praxis, millones de argentinos esperan respuestas. No juegos de lenguaje. No metáforas altaneras. No la negación de su dolor disfrazada de brillantez.

En la política real, las ideas se prueban en las personas, de carne y hueso. Y las personas, señor presidente, no entienden de sofismas. Sienten hambre.