El mensaje que el presidente Néstor Kirchner envió desde el Parlamento nacional, el pasado miércoles, a Uruguay fue efectivo, ayudó a cambiar el clima belicoso que se había instalado a ambas veras del Río de la Plata, y ahora el conflicto generado por la instalación de dos papeleras europeas en la margen oriental del río Uruguay se ha distendido moderadamente. Palabras sensatas y cálidas las del presidente argentino, que habían sido anticipadas –no en su forma y contenido, sí en su gestualidad– desde el cenáculo de la Casa Rosada a Montevideo en una conversación telefónica previa al mensaje de apertura de sesiones ordinarias. El regreso a las conversaciones permitiría dos instancias auspiciosas: que Kirchner y su par, Tabaré Vázquez, se encuentren este mes para abordar el asunto (reunión que podría ser o no en Santiago de Chile), y que en 15 o 20 días más las factorías europeas aportasen a ambas administraciones estudios ambientales de elaboración propia sobre las consecuencias de sus faenas.
Kirchner designó como su interlocutor ante el Ejecutivo uruguayo en este tema al jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Tabaré hizo lo mismo con su secretario general, Gonzalo Fernández. Y quien del lado argentino lleva la coyuntura es el canciller, Jorge Taiana. Esta semana los uruguayos enviaron a Buenos Aires a uno de sus más carismáticos y respetados dirigentes del Frente Amplio, el ministro de Agricultura, José “Pepe” Mujica, añejo tupamaro, de gran influencia en el electorado y dentro del frente de gobierno.
Mujica se reunió el jueves con Taiana y parte de su staff diplomático en la residencia del embajador uruguayo a este lado del Plata, Francisco Bustillo. Al finalizar, acordaron mantener la reunión en secreto y seguir avanzando en las conversaciones. Pero Mujica, no bien llegó a Montevideo, informó a los medios locales sobre la tertulia y algunas conclusiones. Los diplomáticos argentinos quedaron asombrados. “No sé –especulaba ayer uno de ellos que conversó con Página/12–, puede que Mujica quiera presentarse como el ‘arreglador’ de este entuerto. Nos sorprende. Pero que haya dado a conocer la reunión no significa que no vamos a mantener nuestro acuerdo: vamos a seguir conversando, como dice él mismo, para resolver el conflicto.”
Tirios y troyanos parecen haber regresado a la política pero, por el momento, nadie deja de lado su línea argumental. Los trujimanes argentinos sostienen que los uruguayos deben abandonar la exigencia de terminar con los cortes de ruta en los pasos internacionales de Gualeguaychú y Colón para sentarse a la mesa. “No se puede tratar el punto número dos antes que el número uno, que es precisamente la decisión inconsulta de Uruguay de establecer las papeleras en un río compartido, violando el tratado internacional y el reglamento del organismo binacional que lo regula (la Comisión de Administración del río Uruguay) y la posible contaminación”, acometió un diplomático argentino ante este diario.
En Balcarce 50 sostienen, además, que es falaz el argumento de aislamiento económico que los cortes de los vecinos le estarían propinando al vecino país. “En enero dejábamos pasar a los camiones arroceros de Brasil, a muchísimos turistas. Eso está documentado por el Ministerio del Interior (argentino). Y además, de los tres puentes siempre estuvo abierto uno”, abundó. La preocupación del confidente de Página/12 fue creciendo a lo largo de estos meses en tratativas con sus pares uruguayos, que día a día endurecían su posición, proporcionalmente a la intransigencia de los habitantes de Gualeguaychú, principales actores en el corte de ruta más notorio.
Si bien en Buenos Aires están convencidos de que no se debe discutir primero los cortes antes que la contaminación posible, el cambio de humor a partir del mensaje de Kirchner y la respuesta obtenida han modificado alguna perspectiva oficial respecto de los entrerrianos. Ayer mismo, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, los incitó a dejar la carretera por un tiempo, a efectos de encaminar las conversaciones políticas. Los vecinos se muestran con una cerrazón que –temen en la Rosada– podría generar que el conflicto vuelva a agravarse.
El gobernador entrerriano Jorge Busti ha comenzado a mutar su posición, una vez más. Al ver, durante 2005, que los vecinos de Gualeguaychú encabezaron una rebelión que podría tenerlo como víctima, decidió montarse en la cresta del conflicto, agitándolo como un ambientalista más. Ahora, que es menester la moderación de los vecinos para dar lugar a la política y la diplomacia, Busti, impotente para modificar la opinión de sus vecinos por el convencimiento, amenaza con acudir a la Justicia para sacarlos del camino, de ser necesario. “En Entre Ríos se van a pagar costos políticos. Busti los va a pagar. No está mal: él fue, vino, cambió de posición. No está mal que los pague”, dijo a Página/12 un importante consejero del Presidente, miembro del Gobierno.
Paralelamente, el gobierno argentino ha trabajado para descomprimir otro frente. La papelera finlandesa Botnia había imaginado –y en parte convencido a la administración frentista– que la presidenta de su país, Tarja Halonen, llegaría a la república oriental a descubrir la piedra inaugural de la planta procesadora de celulosa dentro de unos meses. Desde el Palacio San Martín se le hizo saber a Helsinki que serían demasiados platos a una mesa tendida por una empresa que ha generado un conflicto diplomático. Los finlandeses decidieron suspender la visita de la mandataria: no ven necesario irritar a Buenos Aires; Botnia bien puede defenderse sola.
La sugerencia diplomática fue connotada con otra suspensión: en un mes debía realizarse un encuentro interparlamentario argentino-finlandés, previsto con mucha antelación. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados argentina, Jorge Argüello, la desarticuló. Los finlandeses entendieron el mensaje y el meeting será en mejor oportunidad.
Toda esta movida, más las gestiones de varios funcionarios orientales, han influido (al parecer) en el ánimo de las empresas en cuestión. Si bien los contratos que las unen a Uruguay son del más puro canibalismo menemista, los hombres de negocios finlandeses y españoles ven con preocupación lo que, hasta ahora, ha sido una escalada. “Ellos saben que pueden tener muchos, muchos problemas, durante mucho tiempo. Y, en realidad, lo que quieren es hacer su negocio. Saben que se les puede complicar. ¿Quién quiere una ‘Vuelta de Obligado’ en Gualeguaychú?”, exagera un importante integrante del gobierno argentino ante este diario. El hombre agrega que “hay un cambio de actitud también en ellas (las empresas): posiblemente, en 15 o 20 días tendrían listos sus informes ambientales. Ante la ausencia de toda información, esto sería un paso adelante”.