viernes, noviembre 28, 2014
jueves, noviembre 27, 2014
Un puñal contra los narcos
Por Eduardo Zamorano
Abogado - Master en Inteligencia estratégica por la UNLPColumnista de CONSTRUCCION PLURAL, el programa radial de Fernando Mauri.
Jorge Fernández Díaz alcanzó notoriedad por su rol de periodista -en particular como editorialista dominical de La Nación y columnista radial de “Lanata sin filtro”- y en menor medida por su destacada trayectoria como escritor.
Es
posible que la publicación de “EL PUÑAL” (Editorial Planeta-2014), su
última novela, corrija esta asimetría; en efecto, la obra agotó diez mil
ejemplares en una semana, ya está en proceso de reedición, y es
comentario obligado en los corrillos literarios.
La obra es pasible de dos niveles de lectura, circunstancia que, en mi opinión, constituye un mérito significativo.
En
un plano superficial es apta para lectores de bestsellers, esa compacta
mayoría que prefiere libros que capturen su atención sin mayores
complicaciones. Para este segmento viene como anillo al dedo ya que
tiene la estructura de un thriller de aventuras, violencia para
coleccionar y alto voltaje erótico.
Pero
también puede hacerse otra lectura de la novela, traspasando esa
cáscara convencional para concentrarse en su sabroso relleno, en el
núcleo duro de la trama, en aquéllo que trasmite con gran destreza: una
radiografía conmovedora sobre la descomunal crisis de valores que hoy
padece la sociedad argentina, mostrando, sin eufemismos, los
disparadores de esa postración anómica, tales como:
1.- La financiación de la política y su involución desde fines de los ochenta hasta hoy.
2.-
La perversión policial y la tercerización de los servicios de
Inteligencia en agencias ignotas que operan con escaso o nulo control
estatal.
3.-
Y por último la amenaza más preocupante: la penetración del
narcotráfico en el país; su estructura y crecimiento geométrico; la
logística; la protección oficial; y esencialmente su estrecha conexión
con buena parte de los políticos, desde el puntero de villa hasta los
más altos niveles del gobierno de turno.
Desde
lo estrictamente literario, hay una estupenda composición de
personajes: el protagonista del relato es Remil, veterano de Malvinas,
luego puntillosamente entrenado hasta transformarlo es un jamesbond del
subdesarrollo pero transido del patetismo y la melancolía propios de
estos lares; este “héroe infame” -así se autodefine- mantiene una
relación de amor/odio con su Jefe, un Coronel de Inteligencia, de
arrestos sibaríticos, que luce como una suerte de Papa Noel perverso;
completando la trilogía central, no podía faltar la dama misteriosa y
sensual, la Dra. Nuria Menéndez Lugo, una abogada española que resulta
el eje de un consorcio empresarial de negocios insondables. La acción
transcurre en lugares insólitos y diversos: desde una villa suburbana
hasta el barrio gótico barcelonés.
El
libro es frontalmente esclarecedor sobre la temible actualidad del
narcotráfico en la Argentina; con foco predominante en su variante “vip”
orientada a la exportación de cocaína, aunque no ahorra algún
pantallazo sobre le modalidad del narcomenudeo enderezada al consumo
interno y que, en términos de seguridad pública, resulta la más
explosiva.
De
allí mi elogio sin retaceos a Fernández Diaz, ya que bajo el disfraz de
una novela entretenida, formula una punzante denuncia sobre uno de los
más graves peligros que se ciernen sobre la Argentina.
miércoles, noviembre 26, 2014
martes, noviembre 25, 2014
Israel: un Estado tan solo judío.
Por Israel Lotersztain
Historiador El gabinete israelí acaba de aprobar por mayoría el envío al
Parlamento de una ley que declara que ese país es un estado judío. No están claras aún todas las implicancias, pero muchas son en mi opinión muy peligrosas.
No puedo menos que recordar frente a ello los diez días de intenso debate (entre el 20 y el 30 de Abril de 1853) que en la entonces minúscula ciudad de Santa Fe enfrentaron a los 22 diputados que plasmaron la Constitución Argentina. Y el mismo estalló con verdadera ferocidad ya al leerse el propuesto Artículo 2º: "El gobierno sostiene el culto católico, apostólico, romano." Y fue un debate que se repetiría continuamente durante los diez días, frente a muchos otros artículos, fue por lejos lo que mas se debatió de la Constitución.
Los que se oponían planteaban que jamás debía formularse el tema en esos términos, "ya que nuestra nación ES católica apostólica romana", sostenían enfáticamente. ¿Acaso se podía pensar algo diferente? ¿Se trataba tan solo de un tema económico, de sostener el culto, y no de considerarse al mismo como inherente a la nacionalidad? ¿Si se consultase a la población, no aprobarían abrumadoramente tal postura?
Los defensores de la redacción y del espíritu original (que ha quedado por fortuna hasta el día de hoy) se vieron en graves dificultades para defender sus propuestas de una nación absolutamente abierta "a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino". Pero quien posibilitó que tuvieran un ajustado éxito fue un muy joven sacerdote diputado por Santiago del Estero, Benjamin Lavaysse, de 29 años. Este aclaró que era sacerdote, y a ello estaba dedicado íntegramente, en vida y en espíritu. Que lo inspiraba en cada acto de su vida la religión católica. "Pero aquí no estoy como sacerdote sino como diputado de la Nación, y como tal debo pensar en lo mejor para la misma." Y lo mejor, él no lo dudaba, era que sus puertas estuvieran abiertas para todos los hombres del mundo que quisieran venir a desarrollarla con su trabajo y esfuerzo. "La religión como creencia no necesita otra protección que la de Dios", explicó con claridad meridiana. Si vinieran hombres de otros cultos él como sacerdote trataría de convencerlos de volcarse al catolicismo, pero ello nada tenía que ver con la Constitución. Con sostener económicamente el culto por ser mayoritario era mas que suficiente.
Leyendo las actas puede verse que su intervención fue la decisiva. Y gracias a eso las puertas de nuestro país estuvieron abiertas a todos, protestantes, judíos musulmanes. Mis padres, como los de tantos otros,
encontraron aquí el refugio, la alternativa pudieron haber sido los campos de exterminio. Benjamin Lavaysse murió a los pocos meses de aprobada esa Constitución, como si el destino hubiese elegido que viviera para cumplir esta misión. Frente a la decisión del gabinete israelí quiero rendirle aquí mi homenaje. Y comentar que un humilde pasaje de una sola cuadra en el barrio de Belgrano es todo lo que lo
recuerda. Agreguemos nuestro recuerdo.