Escritor
Columnista de CONSTRUCCION PLURAL
Estamos
en el mes de Abril del dos mil dieciséis. Ya pasaron más de cien días desde que el
presidente electo en la segunda vuelta de noviembre del dos mil quince, uno de
los miembros de la tríada - o uno de los dos que quedaron, como se quiera ver-
asumió el poder junto con ciento treinta diputados, veinticuatro senadores y
cuarenta y tres parlamentarios virtuales del Parlasur (que asumirán algún día si
se logra reanimar el Mercosur que está en estado de coma inducido).
Los grupos de poder con influencia no se
preocuparon ni tomaron partido para evitar que alguno se impusiera, como en
otras ocasiones. Diferencias de matices, de declamaciones, tal vez de
velocidades, pero en lo esencial, todos sabían que ninguno podría evitar hacer
lo que la realidad señala, las circunstancian mandan. Hicieron aportes
económicos con todos, por las dudas.
La composición de los cuerpos
colegiados, como se esperaba, se integraron sin mayorías absolutas. Algo bueno,
según algunos teóricos republicanistas, porque obliga a negociar, actitud y
capacidad que también cayó en terapia intensiva.
La dinastía K, como seguramente la
recordará parte de la historia, llegó a su término formal. La cabeza
sobreviviente, Gran Maestre de las Órdenes del Libertador y de Mayo –por derecho
de ser presidente- y el príncipe heredero, están retrocediendo para tomar
impulso, según los seguidores que supieron conseguir.
Sin embargo, se comienza a ver que no
es lo mismo estar en la vanguardia que infiltrados en la retaguardia y en muchas
aldeas del estado. Los guerreros del ejército en retirada que permanecen en
puestos claves, escudriñan oportunidades y debilidades, algunos tal vez
pensando en técnicas maoístas de guerrilla política, otros tienen sus ballestas
tácticas listas, armas antiguas pero silenciosas y efectivas. Los comandantes de
la nueva tropa, que seguramente tienen individualizados a los adversarios
potencialmente obstructivos, también observan y esperan imaginando batallas por
venir o lo más probable, operaciones selectivas. Están puliendo sus miras
telescópicas.
La guerra fría interna está instalada
sin grandes sobresaltos. Por ahora.
Los nuevos tiempos y esa maravilla del
hombre que es la esperanza sigue manteniendo viva y dividida a la sociedad.
Las decisiones tomadas comienzan a mostrar un estilo diferente: no hay gritos,
hay reuniones con grupos de opinión, equipos. Se guardan las formas. El
contraste sorprende y alivia.
Algunas decisiones tomadas durante el
congreso automático de la década pasada, que preocupan a gran parte de la
sociedad, no se derogan –no dan los votos- pero se postergan en su aplicación.
Aparecen señales de apertura, por ahora puntuales, tales como la liberación de
transferencias de ganancias de las empresas, un dólar oficial que se embala en
su búsqueda de encontrarse con el libre…El nudo gordiano se comienza a
deshilachar sin cortar con la espada. Algunos inversores se acercan, preguntan,
hacen números y fundamentalmente miran y esperan para avanzar. Eso es bueno,
oportunidades hay, el interés es clave y si se encuentra con la confianza, la
esperanza se consolida en hechos.
Por otro lado, los privilegiados por la
revolución de la inclusión, desde poderosos empresarios contratistas hasta los
tenedores de planes varios para sobrevivir, pasando por las organizaciones
subsidiadas durante años resisten, pasivamente algunas y otras preparando
demandas por eventuales rescisiones de contratos o buscando nichos para
permanecer. Los nuevos que quieren ocupar esos espacios despliegan su
silencioso lobby. La simulación en la lucha por la vida, pensaría Ingenieros,
está generando nuevas telarañas.
Se revisan las políticas de relación con
el mundo occidental, sonreímos a Estados Unidos y a Europa sin descuidar a
China, en particular, con cierto comezón por la estructura financiera, de
medios, adquisición de tierras y avance cultural que crece fuertemente en el
país, base tecnológica (?) en Neuquén incluida. Con Rusia,
veremos.
¡Las sentencias se cumplen! Es un
credo que se intenta reinsertar, junto con el concepto argentino de…pero no
necesariamente se pagan, ¡pero vamos a negociar he!...
Se ha convocado a un acuerdo político y
social. Hay que lograr un plan creíble
para que la inflación ceda. No hay inclusión genuina con inflación. La iglesia
apoya y el sindicalismo semi unificado asienta y murmura sospechando por donde
viene el ajuste; sus dirigentes siguen con las ideas de siempre: por un lado los
experimentados que saben que sin inversiones no hay empresas y sin empresas no
hay sindicatos, hasta los que afirman que hay que seguir estatizando porque
allí está el verdadero poder (concepto compartido por no pocos empresarios),
pasando por los Leonistas –arriba los de abajo- que saben que el conflicto
permanente es lo único que les permite tener presencia. Los discursos mantienen
entretenidos a los periodistas.
Los equipos que se prepararon
pacientemente, exhiben sus planes de desarrollo con prudencia ¡Cuidado con pisar
el hormiguero! Vuelve a instalarse el viejo concepto de la productividad, hacer
más con menos. Cuidadosamente, que no se confunda con los noventa, que no
espante a los compañeros de las organizaciones gremiales, pero empujando para
que algunas empresas tomen la punta instrumentando planes concretos: métodos de
trabajo, flexibilidad laboral, automatizaciones prudentes (guarda con la
reducción de personal). Se toman decisiones para direccionar las exportaciones y
equilibrar las importaciones.
Se tomaron decisiones para reinstalar
antiguos funcionarios en el Indec. Armar el laberinto desde aquí para adelante
supone perder la historia. No hay otra cosa que hacer, los riesgos de cuantiosas
demandas congela las buenas intenciones
Hay fuertes versiones pero ninguna decisión formal aún
sobre las modificaciones de la estructura de mando de las fuerzas armadas. Se
prefiere no acelerar los tiempos dado lo sensible del tema. Cincuenta y cinco
Generales están siendo evaluados para una distribución que, se dice, pretende
una presencia más equitativa de todas las aéreas, disminuyendo la presencia de
sectores como Inteligencia que hoy es muy fuerte.
Muchos estamos atentos a las posibles
conductas individuales de los jueces. Parecen mirar a un lado y al otro tratando
de ver donde se instala el poder real. Saben. Tienen probada experiencia.
Después se verá cómo se elaboran los razonamientos académicos que expliquen y
validen las posiciones que adoptarán. Los conversos hablan por sus
fallos.
El inventario se explicita, a los
agujeros fiscales se les pone números, se habla de políticas frescas que
estimulen inversiones para las falencias de la estructura: comunicaciones,
caminos, energía. No hay proyectos concretos presentados
aún.
Hay dos o tres propuestas para modificar
la estructura impositiva que se presentaron en el Congreso. La presión es
enorme e inversamente proporcional a los beneficios que recibe el contribuyente
enjaulado, y en todos los niveles. La discusión en el parlamento parece una
audición deportiva: todos repiten lo mismo sin decir nada. Los zapatos aprietan.
¿A quién le toca ponerse esta vez? Se sospecha que a
nosotros.
No se ha generado ninguna iniciativa
oficial para investigar delitos de corrupción (“Todavía no es el momento,
esperemos alguna denuncia de un particular, que algún juez se anime…hay que
dejar que las cosas pasen…miremos desde el balcón”)
Se abren debates para buscar respuestas
a interrogantes no fáciles: ¿Cómo hacer para que el enorme presupuesto de
educación se traduzca en calidad educativa? El estatuto del docente es un fuerte
inexpugnable. Los Centros de estudiantes son un clásico, pero ¿Cómo manejar el
adoctrinamiento que pretende relegar la libertad de cátedra por parte de
pretendidos militantes docentes de algunas Universidades? ¿Y el dinero del Pami?
De cada mil pesos ¿Cuántos llegan al jubilado? Mejorar la eficacia del gasto es
un trabajo ciclópeo ¿Por dónde comenzar? ¡Guarda con tocar todos los botones a
la vez! Hay riesgos que algunos se inmolen en el camino. ¿Se conseguirán voluntarios
kamikazes?
La colonización de estamentos del estado
y numerosos barrios en importantes ciudades por la elaboración, distribución y
consumo de drogas mete miedo. Una mirada a los países con problemas similares
ponen los pelos de punta. Algunos ciudadanos no quieren ni saber, la ignorancia
ayuda a estar más tranquilos, aunque sea artificial. ¿Cómo abordar semejante
tema? Por ahora se habla de la voluntad política para reconstruir un sistema
integrado: grupos especiales a crearse, aplicación de leyes más que generación
de más leyes, de retomar el control de las fronteras, de capacitación en las
escuelas y a los padres para una educación preventiva, de centros de
recuperación.
La violencia como pesadilla en la vida
cotidiana, en la política, en el deporte tomado por los negocios turbios,
comienza a ser reconocida por las autoridades aunque no se plasma aún con
decisiones eficaces. Se anuncian nuevas incorporaciones de las fuerzas de
seguridad para reorientar la gendarmería a sus funciones específicas, creación
de grupos especiales para los centros urbanos, de tolerancia cero para
determinadas conductas delictivas, Se anuncian planes de mediano y largo plazo
que canalicen el tiempo, la energía y las actitudes de la juventud que no
trabaja ni estudia.
Los nuevos slogans para reemplazar con
otras palabras lo mismo que se ha dicho antes en temas sensibles se comienzan a
oír como publicidad oficial: revitalizar derechos humanos, generación de empleos
genuinos, estado fuerte pero no opresor –se elude precisar los alcances del
estado en la gestión de la economía, por ahora es una brasa ardiendo-
reinserción de empleados de las playas de estacionamiento de la administración
pública, revisión de gastos improductivos. Queda poco tiempo para que las quejas
y las reacciones de los que queden lastimados por las decisiones se profundicen
en inestabilidad social. Los comunicadores deben trabajar tanto, o más, que los
hacedores, es la directiva desde el comando superior.
Cien días no es nada... los ciudadanos
esperamos. ¡Necesitamos confiar! “Esto se tiene que acomodar” hay que darles un
tiempo.Ojalá salgamos de la banda de Moebius de
nuestra historia contemporánea, avanzando décadas tras décadas para llegar una y
otra vez a la posición de salida. De no ser así, me temo que los argentinos
mereceríamos que se nos aplique esa ironía de Konrad Lorenz: “después de años de
investigación he logrado descubrir al eslabón perdido, el nexo entre los
animales y el hombre: nosotros”.