Cristina y la Muerte
Por el Ing. Edgardo Carranza
Secretario de ADEPAUT (Asociación Civil de Defensa del Pasajero y Usuario de Transporte)
Asistió como miembro informante ante el Congreso de los Diputados españoles a la Comisión destacada por la Cámara de Diputados de la Nación argentina ante la SEPI y el Gobierno español en 2001 a fin de evitar la quiebra de Aerolíneas Argentinas.
Todos sabemos que los organismos vivos, incluido el hombre, tienen un ciclo de vida. Nacemos sabiendo que biológicamente llevaremos una vida en esta tierra y luego, tarde o temprano, moriremos.
En esta semana concurrí a una conferencia médica sobre cuidados paliativos, esto es sobre los cuidados y apoyo al paciente y su familia durante el proceso de enfermedades en etapa Terminal. O lo que es lo mismo, darle “calidad de vida” al enfermo frente a lo irremediable.
Resulta muy interesante y sugiero que busquen en Internet información sobre el tema o poder participar en alguna conferencia o grupo que trabaje en cuidados paliativos. Hoy quiero compartir con ustedes algunos de los conceptos que escuché de parte del médico que dio la charla, y su comparación con la vida de otros “organismos” como son los gobiernos y los partidos políticos.
El planteo médico del tema versa en que la medicina aplicada hoy en día es puramente “curativa”, esto es que sólo busca eliminar la enfermedad que uno padece, sin importarle (muchas veces por falta de recursos humanos de apoyo) lo que siente el paciente, reducido a un número de cama o de historia clínica.
El primer consejo que surge es la necesidad de generar una comunicación veraz y efectiva entre médico y paciente. No hay nada que genere más angustia que ver a los médicos hablar entre ellos y dirigirse luego a nosotros diciendo, nos se preocupe fulano, usted volverá a caminar en pocos días, cuando pasado “esos días”, uno nota que no ha podido dar ni siquiera un paso fuera de la silla de ruedas.
Si a uno le duele el hígado, para el especialista, más que una persona, el paciente es un hígado y le receta remedios para curar ese hígado, tratando que la medicación no impacte sobre el resto del organismo. Y así con el corazón, los intestinos, los pulmones, etc. Esta medicina tiene el propósito de prolongar la vida y reafirma en nosotros una falsa idea de inmortalidad que deviene en angustia y miedo cuando el sufrimiento y la muerte se avecinan.
Es por eso que también hoy en día, la mayoría de las personas fallecen en terapia intensiva, controladas aunque solas y angustiadas, mientras le estiran la vida artificialmente aún cuando saben que el final será irreversible.
Es tal el miedo y la angustia que nos genera el tema que aseguran los expertos que más del 90 % de las personas a las que se les pregunta de qué manera quisieran morir eligen la muerte súbita, una instancia donde la muerte nos sorprenda y evite el sufrimiento, aunque no nos permite despedirnos de los seres que amamos, ordenar nuestras cosas antes de partir, perdonar y ser perdonados por quienes nos rodean.
Es entonces, un verdadero despropósito adoptar la idea de inmortalidad cuando sabemos que la muerte forma parte de la vida y de nuestra naturaleza.
Estoy leyendo un libro muy interesante cuyo título es “Una vida con KAROL”, recopilación de relatos del cardenal Estanislao DZIWISZ sobre la vida y obra del Papa Juan Pablo II. Dziwisz estuvo junto a Juan Pablo durante 40 años, desde que a WOJTYLA lo nombraron obispo de Cracovia hasta que el Papa falleció 2 de abril de 2005.
En el ultimo capítulo, Dziwisz relata las instancias finales de Juan Pablo II previas a dar “el gran paso” de morir a esta vida y nacer a la otra junto al Padre. Juan Pablo, entre permanecer en la Clínica Gemelli (una de las mejores del mundo) decidió quedarse en sus habitaciones y despedirse de sus colaboradores y amigos. Morir junto a los suyos, a quienes amaba profundamente. Una vez que se hubo despedido sus últimas palabras fuero “Dejadme ir con el Señor”.
Pero hay otro dato curioso (curioso para nosotros los que hemos comprado la idea de inmortalidad), Juan Pablo II comenzó a escribir su testamento el mismo día que asumió como Papa. La repentina muerte de Albino Luciani ( Juan Pablo Iº), su antecesor, le estaba mostrando que la preparación para el “paso” que significa la muerte debe estar presente en nuestro pensamiento, más aún cuando uno ya ha cumplido un ciclo en la vida.
Este tema, que nadie parece querer tocar y que tienen una profundidad enorme, nos da una lección sobre los hechos políticos en que nos encontramos atrapados los argentinos hoy, y sobre una frase que el ex presidente Néstor Kirchner emitió el viernes pasado vaticinando: “Ganaremos en 2009 y en el 2011 también”.
Al igual que nosotros con la vida, Néstor cree que su ciclo político será eterno, y eligió a su mujer para que realizara las “reformas” que él no pudo o no se animó a realizar. Cuatro años de gobierno suyo, más cuatro años de Cristina hasta 2011, más cuatro de él hasta el 2015, más cuatro de Cristina, lo llevarían a él y a su entorno a dominar la Argentina hasta el 2019 y tal vez en esa oportunidad, poder entronizar a su hijo Máximo, con el cual se repetiría el ciclo de poder que promete llevar a cabo.
Pero, contra el plan de Néstor está la realidad (la que el general Perón decía que era la única verdad) y que le acaba de dar una enorme lección.
Lejos de presentarse a la reelección, Néstor disfrazó el final de su mandato (la muerte de su período natural en el gobierno) imponiendo a su esposa en estos cuatro años que recién empezamos a transitar y afirmando que él “volvería a ser un ciudadano cualquiera” al servicio del proyecto de país que considera apropiado para la Argentina.
En realidad, pasó a manejar los hilos del gobierno “detrás del trono” desde Puerto Madero y con ello la economía del país.
La continuidad de los ministros que lo habían acompañado durante los cuatro años en que gracias a la prórroga de la “emergencia económica” pudo manejar a su antojo los fondos del Estado, mostraban que la “profundización del cambio” no era más que la continuidad del manejo de la Argentina con la misma mano de hierro con que manejó la intendencia de Río Gallegos primero y la gobernación de Santa Cruz después, durante 16 años.
Comparando la institución presidencial con un organismo vivo, la presidencia de Néstor se niega a morir y la de Cristina, a poco de “nacer”, sufrió un shock que, por su propia tozudez y por consejo de su esposo, la llevó a una caída prematura de popularidad inusitada. Ningún presidente había sufrido tal caída en tan poco tiempo.
Los “médicos” políticos aconsejaron diálogo, pero Néstor decidió transformar a su esposa en “un auto sin marcha atrás” y ordenó a sus funcionarios que “pusieran de rodillas” al Campo, sabiendo que tal ofensa desataría la rebelión de los productores agropecuarios, y permitiría demonizarlos y lograr su objetivo de recomponer la “caja” (exhausta por los gastos de campaña del 2007) con la que disciplinan a gobernadores e intendentes.
La frase de que “ganarán en 2009 y también en 2011” no hace más que mostrar el miedo de Néstor de que su plan no se cumpla. Y que apele a los matones de turno para imponerse sobre el primer síntoma de la enfermedad desatada en el gobierno.
¿Deberá el Gobierno reconocer que un auto sin marcha atrás no es lo mejor para mejorar la vida de argentinos? ¿Ingresará el gobierno de Cristina en terapia intensiva? ¿Admite el matrimonio presidencial que no son eternos y aceptarán los consejos de quienes ya tienen experiencia sobre crisis y oportunidades?¿Se retirará Néstor y dejará gobernar a su esposa?
Hoy la respuesta es no, no y no! Mientras, la enfermedad de la discordia sigue avanzando.
Por eso, como en 1995 Menem apeló al voto- cuota, e intentó en 1999 para eternizarse la re-re-elección, debemos prepararnos para enfrentar al voto-miedo del 2009 (Cristina necesita tu voto para seguir – nos quieren dar un golpe de Estado, estamos todavía saliendo del infierno) y al voto-catástrofe para el 2011 (el famoso y gastado “Nosotros o el abismo”).
Como dijo Alfredo De Angeli, no deberíamos dormirnos porque nos pueden “hacer billetera como al yacaré”.
Y a propósito sobre enfermedades terminales, también volví a ver Filadelfia, aquella película donde Tom Hanks encarna a un abogado que es discriminado y despedido de su trabajo por tener SIDA. Cuando el personaje va a la casa de sus padres para comunicarles que piensa llevar adelante el juicio que expondrá públicamente a la familia en un tema shockeante y rechazado por la sociedad estadounidense como el SIDA, la madre le responde: “Yo no crié a mis hijos para que sea arreados como ganado sino para que sean hombres de bien y lleven una vida digna, estamos contigo”, consejo que creo Néstor y Cristina deberían haber seguido antes de decidir “poner de rodillas” a quienes se niegan a ser esquilmados en aras de la caja del gobierno.