sábado, agosto 29, 2020

Crecimiento demográfico, desarrollo y producción de alimentos

 Por Lisandro Zamorano


En países de bajos ingresos, el crecimiento poblacional abrupto tiende a influir en corto y en mediano plazo. También, intensificado por niveles altos de fertilidad, como en el caso de países con bajos ingresos, puede reducir el bienestar general en contraste con el crecimiento resultante de descensos en tasas de mortalidad que habitualmente son vistas de un modo más positivo en torno al crecimiento económico. Mientras que en el caso opuesto de dichos países, el crecimiento poblacional es bajo y, en ciertas ocasiones, es de impacto negativo con una alta proporción de personas ancianas entre su población. La cuestión relativa al apoyo hacia personas fuera de actividad laboral podría ser facilitada si el crecimiento poblacional fuera más alto en dichos países pero no hay aún evidencias que demuestren que las tasas de fertilidad aumenten o que las de mortalidad descienden observando los actuales indicadores. El aumento migratorio de países de bajos ingresos hacia países de altos ingresos se considera una opción para contrarrestar dichos índices a fin de descomprimir las complicaciones presentadas por un alto crecimiento poblacional en países de bajos ingresos. En relación con los datos expuestos anteriormente, el aumento del crecimiento poblacional puede ser fructífero en países de fuertes economías donde prima una tendencia de que esto tienda a declinar. Por otra parte, muchos países de la región del África sub-Sahariana probablemente se encuentren mejor si el crecimiento descendiese. Por consiguiente, aquí la migración internacional puede ocupar un rol positivo para reestablecer dichas condiciones. En 2016, el crecimiento poblacional en Somalia se estimaba en un 2%, siendo luego reducido por una red migratoria. Para toda la región sub-Sahariana, la red de migración presentó mucho menor impacto, bajando las tasas de su nivel originario del 2.5%  hacia el 2.4% en 2016. 

Aquellos que sostienen que el mundo se encuentra sobrepoblado se detienen en el potencial exhaustivo de recursos vitales como tierra de cultivo, agua y otros materiales. Según esta línea de análisis, las próximas soluciones tecnológicas no podrán sobreponerse a las circunstancias sin causar daños ambientales, relativos a la escasez de recursos por el crecimiento poblacional. En el caso de los recursos naturales, se espera que las innovaciones tecnológicas sean dirigidas alrededor de la creación de sustitutos que comiencen a escasear y sus precios aumenten. En otros términos, los crecientes precios del petróleo y otros recursos naturales se inclinan a estimular innovaciones que resolverán muchos de los problemas generados por la escasez que concluye en el aumento de precios. Las recientes innovaciones tecnológicas en la producción alimenticia y agrícola brindan un ejemplo considerable. Las prácticas de conservación capaces de reducir la erosión del suelo y las técnicas de precisión en granjas que permiten aplicaciones de fertilizantes químicos y pesticidas reduciendo las cantidades requeridas fueron ampliamente empleadas en todo el mundo sin mayores desgastes en la producción de alimentos. Es sabido, asimismo, que la población mundial alcanzará los 10 billones dentro de los próximos 50 años y que los ingresos que se reciban serán mayores en promedio que los actuales. En esta situación, la demanda alimenticia también aumentará notoriamente. En efecto, satisfacer dicha demanda sin causar daños ambientales será también un desafío para las prácticas agrícolas actuales.

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jueves, agosto 27, 2020

Un saludo en los 100 años de la radio

Por JORGE GARCIA RAPP

Abogado

Columnista de Construcción plural  


La radio tiene para mi la vieja conexión con el fútbol, aquel recuerdo de la mañana para nosotros, de Wembley y la expulsión del Rata, y derrota con los ingleses, que derivó en fiebre y llamado al pediatra para que me viniera a ver, a mis 8 años.


Escuchar con mi viejo los partidos de Boquita en las siestas de los domingos. Fioravanti  que dividía la cancha en zonas para incentivar la imaginación de los oyentes. Y luego acompañarme en las largas jornadas de estudio, las noches de Modart y la caverna de Liverpool, hasta algunos viejos recuerdos de radio teatro como el León de Francia. mi casi único contacto con el automovilismo en el TC y los relatos del gordo Danuncio, y los hermanos Emiliozzi y el Ford. 

Los micros sobre Boca y el fútbol de Bernardino Veiga en el verano en Radio Necochea, las mañanitas camperas de lanzavechia al salir para el colegio (con los mensajes “para Carlitos que lo esperan en la entrada del campo, para la familia Gomez que nació su nieto y que está bien su hija”), mi abuela que escuchaba las necrológicas y se enteraba que las balas venían picando cerca...

Hoy acompaña mi final del día, y el inicio de la jornada todas las mañanas. 
La radio y nosotros hemos estado juntos en más de 60 años de los 100 que cumple.
Salud y felicidades para todos los que somos un poco parte de las audiciones.

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martes, agosto 25, 2020

El Audio de Construcción Plural del 260820

Escucha"Construccion Plural - Programa 639" en Spreaker.

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lunes, agosto 24, 2020

La seguridad, ¿está en la agenda del gobierno?

 

Por Gustavo Ferrari Wolfenson



Este sábado 22 participé como oyente en un interesante

conversatorio de especialistas, sobre el tema de la seguridad

en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires,

promovido por el Foro Patriótico, moderado por Claudio

Chávez, en donde estuvieron presentes Miguel Ángel Toma,

Sergio Berni, Marcelo D Alessandro y Vicente Ventura. Si

bien hubo opiniones compartidas en la materia, se registró muy poco,

salvo en el caso de M.A. Toma, respecto al tema de la prevención. 

Durante tres años trabajé como consultor del gobierno de México, en

el proceso de pacificación de la provincia de Michoacán,

centro neurálgico del narcotráfico y crimen organizado. Si

bien mi especialidad no es la seguridad, mi labor estuvo

directamente orientada en lo relativo a la reconstrucción del

tejido social, víctima de la violencia institucionalizada, en una

zona de alta vulnerabilidad y ausencia total del estado de

derecho.


Partamos de unos fríos números. En 8 meses de pandemia,

hoy México tiene casi 65 mil muertos por Covid y 20 mil por

violencia, por lo tanto, la seguridad humana y la lucha contra

la violencia son dos de las demandas más grandes de la

población, generando como bien se señaló en el debate, la

pérdida total de confianza en las autoridades encargadas de

la seguridad pública.

Sin embargo, en plena tarea de campo, como la que me tocó

vivir, pude entender la delgada línea que llega a exhibir la

diferencia entre narcotráfico y crimen organizado, sobre todo

fundamentado en la falta de oportunidades, educación, y de

alternativas en materia de desarrollo social y económico, que

van haciendo que jóvenes, adolescentes y la niñez se

conviertan en carne de cañón para la delincuencia.

Por ello comparto la visión que el desafío que se debe

afrontar es implementar una estrategia en el combate contra

la inseguridad desde un enfoque dual basado tanto en los

efectos como en las causas del delito. Es tan importante

contar con estrategias de reacción, policía, inteligencia,

tecnología y control, como ir a la raíz del problema y atender

los factores de riesgo.




Comparto que hay que lograr que los elementos policiales

cuenten con mejores remuneraciones, con más capacitación

y empatía, con el equipamiento necesario para el desarrollo

de sus funciones y así brindar una mayor seguridad

ciudadana. Y al mismo seguir incorporando el uso de

tecnología, para establecer mapeos que permitan diseñar

programas focalizados en cada región para atender

necesidades puntuales con la mayor eficacia posible.

Lo importante es entender que la seguridad es un proyecto

común, de desarrollo comunitario y social, que requiere de

participación de todos para dignificarlo, cuidarlo y

conservarlo y que debe, asimismo, contar con un espacio

territorial y ambiental para llevarlo a cabo. 

Sin embargo, en este proceso se

ha omitido la participación ciudadana, porque creo que

hemos olvidado que cuando la comunidad participa, la

legalidad se arraiga y la seguridad perdura. Hay que combatir

la violencia y el delito con una visión integral, donde debemos

afrontar los problemas que nos aquejan hoy, pero también

tenemos que cerrar el paso a la delincuencia a través de la

apertura y acercamiento de oportunidades para el desarrollo

individual, familiar y colectivo. Porque es ahí donde todos los

días se construyen entornos más seguros, a partir de la

confianza mutua, la tolerancia y el respeto.

El trabajo que realicé en Michoacán estuvo basado en un

modelo de prevención apuntalado de la mano de la sociedad

con el objetivo de aumentar las capacidades locales para

disminuir la inseguridad y fortalecer el tejido social a partir de

la cultura de la legalidad. Esta tarea comunitaria debería

también incorporarse en la agenda social de cada municipio,

cosa que como hoy se discutió, está altamente fragmentada

bajo mecanismos y normativas que obstruyen más que

acompañan.

Prevención representa tener acceso a espacios públicos más

adecuados, que se brinden actividades culturales, deportivas

y productivas en todos los rincones y en especial en aquellos

lugares que se quiere mantener a nuestros jóvenes en sano

desarrollo y alejarlos del crimen. 

Porque la violencia y la inseguridad no constituyen un fenómeno asociado

únicamente a la actividad del crimen organizado. Detrás de

ella se encuentran factores como la violencia familiar, la

ocupación irregular del espacio urbano, el aprovechamiento

de las áreas públicas con fines de lucro, el deterioro de los

barrios, la necesidad de vivienda, la distribución desigual de

los servicios públicos, la falta de infraestructura comunitaria,

la especulación del suelo urbano, el transporte público

ineficiente e inseguro, la informalidad económica y el

crecimiento de grupos con un fuerte déficit social, emocional y

afectivo entre muchos otros.

Estamos conscientes que erradicar la violencia y el delito es

una tarea que va más allá de lo inmediato y exige transformar

el entorno y las prácticas que los generan. 

El Conversatorio, sin embargo, me dejó el vació y la pregunta si realmente

existe en el país la intención de incluir en la agenda política e

institucional una verdadera prioridad de interés nacional en la

materia.

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viernes, agosto 21, 2020

El Audio de Construcción plural del jueves 200820

Escucha"Construccion Plural - Programa 637" en Spreaker.

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miércoles, agosto 19, 2020

Europa del este: donde la “vieja geopolítica” es la “nueva geopolítica”

Por Alberto Hutschenreuter 




Los recientes acontecimientos ocurridos en Bielorrusia han recentrado el gran significado de la geopolítica en el incierto mundo de hoy. La disciplina no se hallaba fuera del centro, desde donde en verdad nunca salió; pero la pandemia ha permitido estimular aquellas conjeturas que desde bastante antes del fenómeno infeccioso han tendido a “rebajarla, al tiempo que han conferido a los sitios “a-territoriales” o “zonas no mensurables” un lugar predominante desde los que no hay retorno. 

 

Sin duda alguna que el “campo digital” se ha convertido en una nueva dimensión de actividades cada vez más variadas, al punto que, junto con la robótica, está cambiando la vida de la gente. En algunos países (adelantados, claro, por caso, Japón) se considera que dicho avance producirá tal nivel de transformaciones que las sociedades pasarán a un nuevo segmento: “sociedades 5.0”, donde “todo y todos” recibirán los beneficios, según nos informa el experto Andrés Ortega. 


 

En un mundo así pareciera que la dinámica que relaciona intereses políticos sobre territorios con fines asociados al logro de ganancias de poder, es decir, la concepción tradicional de la geopolítica, quedaría cada vez más arrinconada por una nueva forma de interconectividad y tecnología; una era “globótica” que superaría nuestra capacidad de adaptación a ella, según nos advierte Richard Baldwin en su obra de 2019. Con el fin de evitar desterrar el vocablo, y a riesgo de sonar perimidos, tal vez podríamos decir que estamos en los comienzos de una “nueva geopolítica”. 

 

Sin embargo, tal vez resulte prematuro considerar que ese mundo se encuentra “doblando la esquina”. Hay mucho de él, sin duda, pero también hay mucho de aquella “vieja geopolítica”; más aún, posiblemente esa “nueva geopolítica” dependa en buena medida de la “geopolítica de antes”, o, peor todavía, quizá si se continúa tensionando a ésta queden violentamente postergados los eventuales beneficios que promete aquella, y solo predominen sus aspectos disruptivos, algunos de los cuales se manifiestan hoy en lo que se denomina la “guerra hibrida” o la “zona gris”. 

 

La geopolítica está muy presente en el mundo de hoy, pero hay zonas donde la relación interés político-territorio es vital y predominante, por caso, Europa del este, esa franja que el geopolítico estadounidense Benjamìn Cohen denominó “cinturón de fragmentación”. Es decir, el extenso territorio que se extiende desde el Golfo de Finlandia hasta el Mar Negro, un amplio tablero geopolítico sobre el que las piezas se mueven cada vez más osadamente, y donde el nivel de acumulación militar demuestra la creciente desconfianza que impera entre las partes en liza, la OTAN y Rusia. 

 

Es una rivalidad que lleva ya casi dos décadas, sobre todo desde que se produjo la segunda ola de ampliación de la Alianza Atlántica, pues la primera, la que dio cobertura a los países de Europa central, esto es, Polonia (el gran “otanmaníaco” centroeuropeo), República Checa y Hungría, se consideraba esperable. Fue esa marcha hacia el este, con todo lo que implica esa frase para Rusia, la que encendió alarmas en Moscú y terminó de convencer a los que todavía esperaban una “cogestión estratégica” OTAN-Rusia, que la victoria estadounidense en la Guerra Fría implicaba también el desplazamiento de las trazas de Yalta lo más al este posible. Se trató de la principal “renta geopolítica” de aquel gran laurel estratégico de occidente. 

 

Sabemos cuáles han sido las consecuencias al intentar llevar dichas trazas hasta la misma “zona geopolítica cero” de Rusia, esto es, las ex repúblicas soviéticas, cuya independencia tras el desplome de la Unión Soviética nunca significó ni podía significar “libre determinación geopolítica”. Una cosa era la soberanía, otra la condición geopolítica; si estos conceptos no se separaban, el resultado para esos actores sería una gran presión por diferentes medios e incluso hasta la misma guerra. 

 

A la hora de explicar la guerra en Georgia, la mutilación territorial de Ucrania y la disrupción en la zona oriental de este país clave para Rusia, pues, como advertía Zbigniew Brzezinski Rusia sin Ucrania se convierte en país asiático, necesariamente hay que considerar esa ilusión geopolítica sumada a la arrogancia geopolítica de la OTAN. 



 

Bielorrusia completa este cuadro de geopolítica frenética. Por si no fueran suficientes las cuestiones político-territoriales que implican Georgia y Ucrania, Bielorrusia toda se explica en función del ascendente geopolítico. 

 

Aunque difícilmente sucederá, si Bielorrusia se convirtiera en miembro efectivo de la OTAN, su frontera oriental, de la que Moscú se encuentra a poco más de 380 kilómetros, desde lo que se denominan “las puertas de Smolensk”, implicaría el derrumbamiento de un bien geopolítico mayor y protohistórico de Rusia: la profundidad territorial, un activo clave para todas sus victorias ante las potencias centralmente marítimas provenientes del norte y el oeste que intentaron someter al país-continente. Por tanto, Bielorrusia representa un interés de carácter vital para Rusia, es decir, este país iría a la guerra si se encontrara en juego la condición de “strategic buffer” que implica Bielorrusia. 

 

En 2017, Rusia realizó en ese país el ejercicio “Zapad 2017”, que sirvió, de acuerdo al analista Patrick Tucker, para que Rusia construyera líneas ferroviarias en el país, considerando un eventual rápido despliegue de fuerzas rusas hasta la frontera polaca-lituana. 

 

Por su parte, este año, 2020, Estados Unidos realizó en este país de Europa del este el ejercicio “Defender”, consistente en gran parte en amparar la denominada “brecha de Suwalki”, esto es, un corredor polaco-lituano de aproximadamente 60 kilómetros de ancho que separa a Rusia de su militarizado óblast de Kaliningrado, y a través del cual las fuerzas de la OTAN tendrían que marchar para llegar a los países del Báltico en caso de conflicto. 

 

En este marco de datos y hechos predominantemente geopolíticos, el presidente Vladimir Lukashenko, pro-ruso y en el poder desde hace un cuarto de siglo, ha permitido cierto acercamiento de Estados Unidos. Aunque ello fue considerado una señal de intento de aflojar la dependencia de Rusia, tanto militar como energéticamente, en verdad el mandatario bielorruso estaría buscando un delicado equilibrio que le permita obtener ganancias de ambas partes: de Rusia el flujo de recursos sin ceder en el pedido de una base aérea rusa en su territorio, como así de más cercanía (e incluso fusión) interestatal, y de occidente evitar cualquier incremento de sanciones económicas que acaben por poner en serio riesgo su continuidad como presidente. 

 

El especialista Glen Howard, autor de un trabajo acerca de la creciente importancia de Bielorrusia en el flanco báltico de la OTAN, considera que la posición soberanista de Lukashenko evita la injerencia de Moscú y, por tanto, la OTAN obtiene ganancias al poder por si eventualmente hay que defender adecuadamente la brecha de Suwalki. 

 

En este sentido, para este autor Bielorrusia se parece bastante a Yugoslavia en los años 50, antes de la ruptura de Stalin con Tito. Yugoslavia ocupaba una posición crucial y luego se convirtió en un baluarte contra la expansión soviética en Grecia: la ruptura de relaciones entre Tito y Stalin terminó permitiendo a Occidente resistir los esfuerzos soviéticos para extenderse al Adriático y al Mediterráneo oriental. En términos de “usos de la historia”, Lukashenko podría convertirse en otro Tito. 

 

Si bien es una conjetura interesante, Bielorrusia no es Yugoslavia, ni Lukashenko es Tito. Una situación en la que Rusia sospeche que operan en ese país voluntades que intentes alejarla de Rusia, sin duda se implementarán diversas técnicas de poder que afectarán sobremanera la soberanía de Bielorrusia, país que forma parte del Organización del Tratado de Seguridad Colectiva y cuyas fuerzas prácticamente están integradas a las fuerzas rusas. 

 

En breve, la dinámica geopolítica en Europa del este es casi incesante: si no hay registros en el Mar Negro, los hay en la región del Donbass; si no hay movimientos en el Báltico, hay cruces entre Rusia y Suecia, país que sin ser de la OTAN prácticamente “es de la OTAN”. 

 

Hay una nueva geopolítica en el mundo, sin duda. Pero en algunos casos, como el que vimos, la nueva geopolítica no es más que la vieja geopolítica. No hay allí cambios digitales-robóticos que llevarán a una “Vida 3.0”, según el concepto de Max Tegmark sobre el mundo que viene. Allí, en esa muy sensible “placa geopolítica” del mundo, hay una vida “como de costumbre”, es decir, dependiente casi totalmente de las “leyes” de la geopolítica. 


Mapa: Maps Minsk

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¿Brasil hasta qué punto es un eje económico de América del Sur?


Por Lisandro ZAMORANO

 


 Brasil es el más importante socio comercial de Argentina, Bolivia, Paraguay y en menor medida de Uruguay. Su geografía le da una posición central para la integración con los países de América del Sur, asimismo en cuanto a conectar el Océano Atlántico con el Pacifico, cruzando el Amazonas y los Andes. Estas condiciones geográficas también generan un tinte de ambigüedad ¿Hasta qué punto Brasil configura un eje económico de América del Sur? La distancia física aleja a Brasil de los países andinos, así también de Guyana, Surinam y Venezuela. Inversamente, ocurre una mayor facilidad para la concreción de un eje económico brasileño al observar su locación respecto a los países del cono sur: el núcleo poblacional y económico brasileño, en San Pablo y Río de Janeiro, es cercano a los territorios argentinos, paraguayos y uruguayos. 

El área infraestructural en el cono sur todavía influye en que Brasil se haya inclinado más al comercio marítimo que al terrestre debido a que su actividad está concentrada en una franja costera separada de su interior por sus vastos espacios territoriales. El transporte por buques petroleros hacia el oeste de África es sencillo para las compañías ubicadas en San Pablo en comparación al transporte por tierra y ferrocarriles hacia cualquier país sudamericano, incluido sus vecinos del cono sur. Además del comercio de energía y automóviles, la complementación de productos brasileros del sector primario hacia Europa, América del Norte y el lejano Oriente resultan más relevantes que el comercio intrarregional actual. Particularmente, en el caso de Brasil, esto contribuye solo en una mínima proporción de su PBI. 

Aunque la internacionalización de empresas brasileñas tiene una predisposición sobre América del Sur, reforzada por medidas internas que facilitan su expansión regional, todavía hay impedimentos para definir a Brasil como un núcleo o un eje económico de la región. Al notar las posibilidades de ser un eje, el valor de exportaciones manufactureras brasileñas hacia América del Sur aumentó de 18 billones de dólares en 2005 hacia 34 billones en 2011, habiendo sido solo 8 billones en 1995. Pero no todo lo que brilla es oro. En 2012, Chile, Colombia, Perú y México forjaron la Alianza del Pacifico, un bloque comercial de libre comercio de bienes y servicios, con fines de agilizar y resguardar inversiones provenientes del extranjero. Este bloque influyó en dichos países alejándolos del Mercosur, que únicamente negoció acuerdos de poca trascendencia económica con Egipto, Israel y Palestina, y de otras iniciativas de coordinación regional- IIRSA- reforzando así su posición de apertura globalista hacia el mercado internacional. Frente al interrogante planteado, pese a sus dualidades, la respuesta es sencilla: el peso del eje económico brasileño permanece limitado, por dentro a causa de sus propias estrategias políticas, por fuera hasta sus fronteras pre-andinas.

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lunes, agosto 17, 2020

Cuento "La renuncia"

 Por María Vega



El muro se le vino encima. Se le descascaró la mirada aquella tarde de sol enfermo.

No pudo entrar al bar de siempre, ni sentarse en la histórica mesa; la segunda a la derecha,

pegada a la ventana.

Sin café, sacó del bolso un ajado libro prestado por la biblioteca del Partido. No pudo leer más allá

de la primer página.

Desde ese lugar, miró la vida con idéntica impotencia, con la misma vieja militancia contestataria.

Tomó valor y supo que había llegado el momento de jubilar sus sueños, de poner fin a la pequeña

guerra cotidiana.

Definitivamente solo, salió a la calle.

Sus ojos cansados vieron multiplicarse miserias. Miserias pequeñas, miserias abrumadoras y

nuevas miserias.

Como pantallazos vinieron a su encuentro los días de panfletos y escondidas, el miedo de sus

padres, la última sonrisa de Paula, los rostros queridos que nunca más volvió a tocar, el terror y el

exilio.

Parado en el vacío. Tanto recorrido y todo el coraje invertidos al servicio de la nada.

Dobló por la diagonal. A paso firme subió las escaleras del desvencijado edificio, el mismo que

había albergado su única fe durante eternos y fervorosos 25 años.

Masticó el dolor con la convicción que nace del verdadero compromiso.

Con rabia palpó el bolsillo izquierdo de su abrigo y confirmó que había llegado el momento de la

despedida.

Ya no más, se dijo.

Decir basta. Frenar la marcha. Olvidar lo inolvidable. Inaugurar los adioses.

Abrió su saco y dejó la nota de renuncia al Partido.

Se hundió por la Avenida cuando empezaba a llover.

viernes, agosto 07, 2020

De aquella bomba a esta incertidumbre

 Por Alberto Hutschenreuter 


El 6 de agosto de 1945 a las 8:15 de la mañana una bomba atómica (de uranio) detonó a 500 metros de altura sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Los tripulantes del bombardero B-29 estadounidense desde el que fue arrojada la bomba fueron los primeros en registrar la inmensa y espesa columna de humo de gases radiactivos de más de seis kilómetros de altura sobre el terreno real del enemigo. Por debajo de ella, la destrucción fue total y el número de muertos nunca dejó de contarse, pues a la muerte instantánea de más de 80.000 habitantes que produjo la explosión (equivalente a más de 1.600 toneladas de dinamita) siguió por años la muerte agónica de docenas de miles de japoneses. Tres días después, otro artefacto nuclear (esta vez de plutonio) fue arrojado sobre Nagasaki matando a más de 40.000 habitantes; el 15 de agosto Japón se rindió, teniendo lugar el acta formal de capitulación el 2 de septiembre. 




En buena medida y a un grado absoluto de violencia y destrucción, la utilización de la bomba terminó dando crédito a aquellos teóricos del poder aéreo en tiempos de guerra, como el general italiano Gulio Dohuet, que defendían los ataques aéreos indiscriminados contra blancos con el fin de doblegar la voluntad del enemigo. La muerte masiva de civiles en las confrontaciones militares ha sido una de las principales características de las “guerras integrales” en el siglo XX y, por lo que se puede constatar en sitios como Libia, Siria, etc., también en las guerras intraestatales del siglo XXI. 

El uso de la bomba en 1945 implicó también otras cuestiones, más allá de la principal, esto es, la rendición de Japón. Proseguir la guerra hasta asaltar la isla y tomar la bombardeada capital y lograr allí la capitulación, habría implicado la vida de miles de estadounidenses. Para los combatientes japoneses la tradición centrada en el honor significaba morir matando, como en Birmania y en otros tantos sitios de combate. Según datos que proporcionan investigadores, en la batalla de Tarawa perdieron la vida los 4.800 marinos japoneses que participaron, mientras que en Saipán sólo sobrevivieron 1.000 de los 32.000 soldados japoneses, muchos de ellos por causa de atentados suicidas. Las batallas de Iwo Jima y Okinawa fueron otros casos mayores de resistencia hasta la muerte por parte de los soldados japoneses. 

Esa misma filosofía de guerrero total se transformó en sumisión total una vez que el emperador llamó a la rendición. Para el general MacArthur, ese cambio de escala en los japoneses fue uno de los hechos que más lo impactaron. 

 A Estados Unidos no le quedó otra opción que arrojar la bomba. Como sostiene el profesor de historia de la Universidad de Harvard, Charles Maier, para el presidente Harry Truman “hubiera sido difícil de justificar ante la opinión pública estadounidense por qué se prolongó la guerra, cuando se disponía de esta arma”. 

Pero hubo otros propósitos más allá de utilizar la bomba para lograr la rendición de Japón y el final de la Segunda Guerra Mundial en el teatro del Pacífico. 

La nueva arma debía “ser probada en el terreno real”, puesto que, si bien Estados Unidos había realizado pocas semanas antes una prueba en el desierto de Nuevo México, el momento preciso en que se inició la era nuclear, era necesario conocer las consecuencias sobre una población urbana, como asimismo poner a prueba todo lo relativo con el vuelo, el lanzamiento del artefacto y el alejamiento de la nave. 

Finalmente, el lanzamiento de la bomba tuvo también otro destinatario: la Unión Soviética, país que, en virtud de los acuerdos de Yalta de febrero de 1945, declaró la guerra a Japón el 8 de agosto, dos días después de la explosión sobre Hiroshima. 

De este modo, la guerra la ganaron los aliados, sin duda, pero no todos tenían las mismas capacidades tras la victoria. Nadie como el general Charles de Gaulle supo apreciar como el poder se marchaba definitivamente del continente cuando sostuvo que “en Europa hubo dos países que perdieron la guerra, mientras que los demás fueron derrotados”.  

La capacidad nuclear desmarcó estratégicamente a los Estados Unidos entre 1945 y 1949, cuando la URSS obtuvo dicha capacidad. Solo a partir de entonces hubo bipolarismo en las relaciones entre estados, y solo a partir de entonces fue posible la dialéctica del equilibrio nuclear. Si en algún momento durante esos cuatro años de solitaria supremacía Estados Unidos hubiera “presionado” a su rival, tal vez habría prevalecido, es decir, podría haber obtenido ganancias de poder en Europa centro-oriental, que pronto pasó a ser una hermética esfera de influencia de Moscú.  

Pero la Unión Soviética había derrotado a Alemania en el este y lo hizo “poniendo la sangre”, como sostuvo Stalin. En la marcha desde Stalingrado (o desde la “Operación Bagration”) a Berlín, la URSS se fue convirtiendo en un poder preeminente.  

Estados Unidos, que había prestado una gran ayuda a la URSS durante la guerra, pudo apreciar el notable sostenimiento de recursos humanos y materiales en la guerra contra Alemania por parte de quien era su rival ya desde 1917. Porque fue precisamente esa condición la que la hizo finalmente prevalecer en la guerra de exterminio contra el invasor. En su excelente obra “Russias’s War 1941-1945”, el británico Richard Overy sostiene que la URSS superó a Alemania en la producción de armamento, y ello lo logró convirtiendo buena parte del área soviética en lo que Stalin denominó “un solo campo armado”. A ello se sumó la reforma del Ejército Rojo y de la fuerza aérea emprendida en 1942. 

Pero cuando terminó la guerra, la URSS se encontraba casi agotada por el esfuerzo bélico y necesitaba un tiempo de recuperación. En modo alguno se encontraba la Unión Soviética en condiciones de enfrentar a Estados Unidos y vencerlo, menos aún frente a la condición nuclear de este último, que, aparte, no había sufrido la guerra en su territorio. 

Sin embargo, como muy bien sostiene el desaparecido gran experto en temas soviéticos Adam Ulam en una obra fundamental sobre la política exterior dela URSS, “el Kremlin era lo suficientemente astuto como para percibir que si los Estados Unidos se daban cuenta de cuán desesperante era aquella necesidad y consecuentemente cuán fuerte era su propia posición frente a Moscú, los soviéticos se encontrarían sujetos a presiones por parte de los Estados Unidos. La única forma de neutralizar la abrumadora superioridad americana era comportarse como si no existiera, aparentar que la Unión Soviética sí estaba dispuesta a ir a la guerra antes que aflojar sus garras sobre Europa Oriental o actuar allí y en otros lugares de acuerdo a sus compromisos de tiempos de guerra”. 

Se trataba de una viaja táctica soviética basada en el engaño y en la obtención de tiempo para la recuperación, proceder que logró su cometido, pues Washington tuvo una percepción no solo de fortaleza de la URSS, sino de disposición de su rival de arriesgar una guerra con Occidente si era necesario. 

Hacia fines de los años cuarenta la situación cambió, y a partir de los años cincuenta la carrera nuclear atravesó fases que fueron desde la “capacidad unilateral de primer golpe” (que ostentó primero Estados Unidos) hasta la “capacidad bilateral de primer golpe”, hacia la segunda mitad de la década, según los análisis de André Beaufre. 

No obstante este escalonamiento de capacidades de armas mayores, que disparó alarmas en Estados Unidos cuando la URSS colocó el Sputnik en el espacio, nunca una ostensible ventaja de una de las partes sobre la otra implicó, al menos hasta la crisis de los misiles en Cuba, una confrontación atómica “ad portas”, pues cada parte se encontraba disuadida de actuar directamente contra el otro. Siguiendo al estratega francés, solo se podía ejercer presiones de manera indirecta: “la disuasión bilateral supone la necesidad de pruebas de fuerzas indirectas a través de personas interpuestas. Así se explicaban los enfrentamientos de Corea, Vietnam y Medio Oriente”. 

Como sostiene Kissinger en sus “Memorias”, la crisis de los misiles en el Caribe llevó a que ambos sacaran conclusiones diametralmente opuestas: mientras que a Estados Unidos la crisis condujo a la búsqueda del control de armas, en la Unión Soviética la misma implicó el desplazamiento de Kruschev y el lanzamiento de un programa de largo plazo para extender todas las categorías de su capacidad militar. 

Pero la existencia de una “cultura estratégica” llevó a ambos poderes a realizar negociaciones que evitaran que los desajustes que podían poner en riesgo el equilibrio nuclear los condujera a una situación de descontrol. Tanto el Tratado sobre misiles antibalísticos (ABM) como los acuerdos sobre limitación de armas estratégicas (SALT), fueron la respuesta a la amenaza de desequilibrio estratégico en los sesenta. 

Hubo marchas y contramarchas en los años siguientes, incluso en los años ochenta, con un Estados Unidos estratégicamente vital y una URSS en declive, volvieron a encenderse alarmas ante el disparo de una nueva carrera armamentista; algunos expertos, por caso, Stanley Hoffmann, consideraban que se estaba yendo más allá del balance del terror. 

Pero, una vez más, aquello que John Kennedy denominó “reglas precarias de convivencia”, es decir, acuerdos en el segmento estratégico, volvió a recentrar el orden nuclear entre los dos poderes: el denominado START (sobre reducción de armas estratégicas) y sus actualizaciones recentró el balance nuclear. Ante la pérdida de vigencia del tratado, en 2010 firmaron el START III, que caduca en 2021. Si antes de la fecha los dos países no llegan a un acuerdo habrá desaparecido el único vínculo que existe entre Estados Unidos y Rusia en el segmento de armas estratégicas. Entonces, cada uno quedará habilitado para seguir el camino que más garantice su seguridad nacional. 

En verdad, hace tiempo que ambos vienen tomando medidas en relación con tal garantía, más precisamente desde que a principios de siglo Washington decidió unilateralmente abandonar el crucial Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972. Sin ambages, sostuvo entonces el presidente Bush que ese tratado limitaba a Estados Unidos el desarrollo de nuevas capacidades de defensa. 

Luego siguieron otros retiros (o “des-firmas” como lo denominan en Europa) por parte de las dos potencias de tratados decisivos para la estabilidad internacional, incluso en segmentos tan sensibles como el de control de plutonio. La última caída fue la correspondiente a las armas de rango intermedio (500 a 5.000 kilómetros). 

En alguna medida, el mundo actual en clave nuclear podría estar en camino de lograr una combinación de dos peligrosas situaciones del pasado, pero con tecnologías incomparablemente superiores: desarrollo de sistemas defensivos absolutos y capacidades de destrucción sin precedentes, es decir, una nueva carrera de acumulación nuclear con el propósito de vulnerar capacidades de contrafuerza. 

Aún quedan algunas posibilidades de acuerdo. Pero si finalmente no hay, entonces prácticamente tendremos la certeza de que ambos poderes se aprestan a dejar en el pasado el equilibrio del terror para vivir en una dimensión estratégica desconocida, tan o más desconocida que la que se inició aquella mañana del 6 de agosto sobre la hasta entonces tranquila ciudad de Hiroshima. 


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El día que Carlos Monzón se vistió de diplomático

 Por Gustavo Ferrari Wolfenson











Corría fines de 1974, en la ciudad de México. Hacía pocos meses que

en su último acto de gobierno Juan Domingo Perón habia firmado el cese de

actividades de Héctor J. Cámpora como embajador argentino en ese

país. Según algunas versiones de esos tiempos, ya casi en su lecho

agonizante, expresó: “qué asco” cuando puso la firma en el decreto. El

general murió el 1 de julio de ese año y según la historia que me fue

contada y avalada por personajes presentes en ese momento, en la

primera reunión de gabinete de Isabelita como Presidente, los

ministros designaron al doctor Ángel Federico Robledo a cargo de la

cartera de Defensa, como vocero para pedirle a la viuda de Perón el

alejamiento de López Rega del gobierno.. Cuando Robledo abrió la

boca e hizo el pedido, todo el resto de los asistentes se quedaron

callados y entonces al ministro no le quedó otra cosa que renunciar.

Como premio a su trayectoria y militancia. Robledo fue designado

embajador en México, tarea que ejerció con un alto patriotismo a pesar

del reconocimiento que el gobierno mexicano aún le seguía

dispensando a Cámpora, ya residente en ese país porque no podía

volver a la Argentina. Como dato más explicativo, Cámpora era

invitado a todas las recepciones diplomáticas y oficiales, muchas

veces tapando y haciendo sombra al propio embajador Robledo quien

en su interior, como compañero de causas políticas y su ex presidente,

las aceptaba.

Yo en esa época era un importante Ejecutivo V del Departamento

Cultural de la Embajada Argentina en México. Tenía 19 años y al decir

Ejecutivo V significaba que era el “Che Pibe de “Ve a hacer tal trámite”

“Ve a buscar al aeropuerto a tal persona que llega”, o “Ve a apoyar a

quien lo necesitaba”.

Luis Echeverría, entonces presidente de México, había visitado un par

de meses atrás la Argentina en pleno luto por la muerte del líder y

entre los convenios celebrados estaba la promoción deportiva entre

los dos países. Entre esos acuerdos y con la participación de

promotores argentinos (Tito Lecture y Hernán Santos Nicolini) y

mexicanos (Jaime de Haro) se preparó una velada con cinco púgiles

argentinos enfrentando a cinco aztecas, cuya pelea estelar serìa en

ciudad de México, con Horacio Saldaño, uno de los pocos ídolos que

tuvo el boxeo argentino, frente al magistral José Mantequilla Nápoles

por el título mundial wèlter unificado que tenía el cubano-mexicano.

Mantequilla había sido masacrado, literalmente, en febrero de ese

mismo año por Carlos Monzón en una pelea en París y tenía sed de

revancha contra los argentinos. Ese espectáculo donde también

intervinieron un joven Pipino Cuevas, Omar Guillotti venia vestido por

la presencia en ese momento de los reconocidos Carlos Monzón,

Víctor Galìndez (que acababa de ganar el título mundial ante Len

Hutchin) y el siempre pintoresco Ringo Bonavena.

El resultado de la pelea estelar fue simple. Mantequilla aplastó en el

cuarto round a Saldaño quien, en los entrenamientos previos, ya en

suelo mexicano, se sacó de lugar el hombro derecho y casi

inmovilizado, decidió seguir adelante sólo por la bolsa, sabiendo que

iba a un suicidio pugilístico. Terminada la velada y en mi papel de

anfitrión, chofer y acompañante de las estrellas deportivas, el

embajador Robledo los esperaba con una recepción en la residencia

de la Embajada. Monzón estaba en la etapa plena de su esplendor y

apagaba con su luz propia a un Galíndez aún primitivo y a un Ringo

siempre fanfarrón.


Pasamos primero por un canal de televisión donde el famoso Jacobo

Zabludovsky, ìcono de la televisión mexicana, lo entrevistó y le

preguntó: “dígame señor Monzon, usted cree que Mantequilla Nápoles

lo odia porque usted lo derrotó este año en Paris?  El Carlos con la

naturalidad y diplomacia que lo caracterizaba contestó: “no creo que

me odie porque gracias a mi cobró la mejor bolsa de su carrera”. Asì de simple.

Seguimos camino rumbo a la Embajada y al entrar por los jardines de

la residencia, en un segundo acto diplomático, me dijo muy

directamente: “quiero mear” y sin más tiempo para indicarle donde

estaba el baño, se arrimó al primer árbol que encontró en el jardín y

cumplió sus necesidades fisiológicas con también frase diplomática

“me estaba meando”. Luego entró en la recepción, saludó indiferente

al embajador Robledo (que por cierto se sentía más incómodo que

terrorista en una conferencia de paz) y se apoltronó en un sillón para

que todos lo vieran y admiraran. Sus primeras palabras fueron:

“ustedes serán los diplomáticos, pero el que tiene la guita (plata) soy

yo” y así permaneció sentado toda la noche. Las damas presentes se

le acercaban, pedían fotos, le alababan su vestimenta a lo cual él les

contestaba: “yo tengo mi sastre en Italia, él tiene mis medidas y

cuando quiero una pilcha se la encargo y él me la manda”. Qué tal.

La velada diplomática terminó como todas, con una despedida a la

hora que el protocolo lo señala. Antes de retirarse quiso nuevamente

orinar y esta vez lo convencí de usar los sanitarios para tal fin. Nos

subimos a la combi que los trasladaba al hotel y al llegar los estaban

esperando unas chicas tucumanas para, según sus propias palabras

dilomáticas, enfiestarse.

Han pasado casi 46 años de esa historia. Cámpora murió en el exilio

en México. Monzón finalizó invicto su carrera pugilística, terminó

preso por el asesinato de su pareja para luego fallecer en un accidente

automovilístico de carretera a 140 kilómetros por hora. Víctor

Galindez también murió en 1980 a los 31 años, atropellado durante

una carrera de turismo carretera. Ringo Bonavena terminó sus días

asesinado en el marco de una disputa con el mafioso Joe Conforte, en

un prostíbulo y casino en Reno Nevada. Mantequilla Nápoles murió en

el 2019 sumido en la extrema pobreza, luego de presumir durante

muchísimos su colección de 150 trajes de vestir. Horacio Saldaño, la

pantera tucumana, sigue contando sus hazañas de las recordadas

peleas con Abel Cachazú, mientras Ángel Federico Robledo continuó

sirviendo a la patria y el final de sus días los vivió como un activo

miembro del Consejo de Consolidación de la Democracia bajo el

gobierno de Raúl Alfonsín.

Y yo, ese Ejecutivo V de aquellos tiempos, que seguí andando por los

caminos de la vida internacional acumulando ya más de 40 países,

estoy sentado hoy recordando a ese Carlos Monzón diplomático,

desde un rincón de una isla del Caribe.

martes, agosto 04, 2020

Estrategia de Reactivación Agroindustrial: el camino más corto de recuperación económica

Por Cristian Mazzola

Director de E&C Consultores Económicos


En lo últimos días, una entidad que agrupa a cámaras y organizaciones del sector agropecuario
y agroindustrial ha dado a conocer, en diversos estamentos públicos y privados, un plan de
fomento de metas ambiciosas: un horizonte de incremento de exportaciones a 10 años de
35.000 millones de dólares, y la creación de 700.000 nuevos puestos de trabajo.
Este documento no ha sido el único presentado en las últimas décadas. El anterior fue el “Plan
Estratégico agroalimentario y agroindustrial, participativo y federal 2010-2020”, durante la
gestión presidencial de Cristina Fernández. El actual Consejo Agroindustrial Argentino dice
representar a las economías agroindustriales de todo el país, con fuerte presencia federal.
Empresas argentinas, Pymes, medianas y grandes, que apuestan a la generación de empleo a
través del desarrollo económico y social sostenible.
El objetivo del programa es “consolidar a la Argentina como líder en el comercio internacional
de alimentos de origen animal y vegetal, alimentación animal y exportador de tecnologías del
ecosistema agroalimenticio (biotecnologías, edición génica, tecnologías de la información,
maquinarias, insumos, servicios profesionales y técnicos”.
Para ello, resulta indispensable definir una política activa de corto plazo con herramientas de política institucional, de relaciones internacionales, impositivas, financieras, y técnicas, con efectos fiscales neutros.
Así, sostienen, se lograría llegar a la meta de U$S 100 MM anuales (hoy U$S 65 Mil millones).
Los puntos centrales del nuevo plan giran alrededor de alicientes para empresas, así como
refuerzos presupuestarios para entidades como INTA y SENASA, Instituto Nacional de
Vitivinicultura, la Agencia Nacional de Promoción de Inversiones y el Ministerio de Relaciones
Exteriores. El plan sería administrado por una autoridad de aplicación dependiente del
Ministerio de Desarrollo Productivo. Seguramente, desde lo más territorial, se requeriría la
participación de los gobiernos provinciales, muchos de ellos con satisfactorias gestiones en la
materia. Además, y en un marco más general, la Mesa propone elaborar propuestas
sectoriales de crecimiento sustentable de producción y exportación con mayor valor agregado
y definir los mercados estratégicos a exportar. En materia fiscal, se plantea estabilidad
financiera e impositiva por el término de 10 años.
El impacto esperado muestra proyecciones de exportaciones que fueron calculadas sobre la
base de la matriz insumo producto de los complejos agroindustriales, en millones de dólares,
para los próximos años, considerando como período base 2019 y año objetivo al 2025. En ese lapso,
se llegaría a un incremento de las exportaciones del sector de MU$ 16.000, que
generará un efecto total de movimiento económico de MU$ 31.000.

Ahora bien, este proyecto requiere transferencia de recursos cuyo monto no está explicitado.
Todo beneficio impositivo hacia un sector implica incremento impositivo o retracción de
partidas a otro/s, por ejemplo, en el caso del fomento (subsidio) a inversión en bienes de
capital, la herramienta a utilizar puede ser o subsidio de tasa de interés o acceso preferencial a
créditos disponibles. En ambos casos, si lo recibe la agroindustria dejará de estar disponible
para otro sector. Los recursos son finitos. El punto central entonces es reconocer que un plan
de fomento implica asignar recursos en cierta dirección. Por ende, los eventuales beneficios
deberán contrastarse con los costos en términos de sacrificios de otros sectores.
Una dificultad en la ejecución podría generarse si nos consultamos acerca de qué tipos de
empresas podrá sortear los obstáculos burocráticos para acceder a este tipo de plan
(formulación de planes de negocios, registros contables, papeleos y presentaciones).
Claramente las de mayor tamaño, y mejor acceso al know how administrativo. Otras quizás
quedarán en el camino.
A nuestro juicio, advertimos acerca de la factibilidad del Plan de Reactivación Agroindustrial que entendemos como muy relevante la conformación e integración del Consejo Agroexportador,
principalmente porque está compuesto por entidades que representan sectores que difieren
históricamente sobre el sendero de crecimiento del sector y del negocio en sí mismo.
Estamos hablando del sector productivo más competitivo y que más divisas genera para la economía
doméstica. Sólo en el mes de junio de 2020 sus exportaciones representaron el 70% de las
exportaciones totales. 
Con estos datos, y con una administración pública que además de acompañar pueda lograr en conjunto con el sector privado que un mayor saldo exportable no
genere el traslado inmediato a los precios internos, será el camino más corto para en el mediano plazo crecer sostenida y sólidamente, más allá de eventos transitorios, para ir
superando con recursos genuinos los problemas de la sempiterna restricción externa argentina.