jueves, noviembre 25, 2021
viernes, noviembre 19, 2021
Reflexionando escenarios para el conflicto de "punto muerto" en Ucrania
Por Alberto Hutschenreuter
La placa geopolítica del este de Europa, que se extiende desde el Báltico al Mar Negro, está atravesada por crisis activas y latentes que son determinantes no sólo para la estabilidad regional, sino mundial, pues allí los intereses en liza comprenden los de actores medios pero también los de actores preeminentes.
De todas las crisis, sin duda la situación en Ucrania es la principal, al punto que el entorno allí ha comenzado a tener un perspectiva cada vez más irreductible, es decir, se encuentra en un “punto muerto” como consecuencia de las cerradas posiciones de las partes, que consideran que cualquier paso que pueda dar una de ellas para intentar una salida de la crisis sea interpretado en términos de ganancias de poder por la otra.
Recientemente, se informó que Rusia concentró efectivos y equipos a lo largo de la frontera con Ucrania. Más allá de análisis relativos con tal concentración, supuestamente de 20.000 efectivos (cifra que totalizaría 120.000 soldados rusos), Mikola Vielieskov, del Center for Strategic & International Studies (CSIS), considera que Rusia lo hace con el fin de enviar señales a Estados Unidos, es decir, "comunica" al presidente Biden que Washington "no debe desafiar el statu quo en Ucrania acercándola a la OTAN o ayudando en la liberación de partes del Donbas".
Según el citado autor, la tensión aumentó como consecuencia del cambio de actitud del presidente ucraniano Volodímir Zelenski hacia la OTAN, que pasó de cierta ambigüedad en 2019, en tiempos de campaña electoral, hacia una posición de apoyo total al ingreso del país.
Otros expertos consideran que la concentración de efectivos rusos va más allá del envío de señales a Estados Unidos. En un artículo reciente publicado en el sitio del Carnegie Endowment for International Peace, Eugene Rumer y Andrew Weiss se preguntan si el 2021 será recordado como el año que el presidente Putin dejó de hablar con el liderazgo de Ucrania y realizó un movimiento decisivo para devolverlo por la fuerza a la órbita de Moscú. Desde este enfoque, el mandatario ruso podría estar considerando que es posible poner fin a la crisis iniciada tras la anexión de Crimea, en 2014; que es hora que Occidente reconozca a Rusia como un digno adversario y se reanude el diálogo en temas clave para ambos: estabilidad estratégica y cibernética.
Las crisis adyacentes a la de Ucrania, principalmente la situación en Bielorrusia y las fricciones fronterizas que provoca la misma con Polonia, multiplican las suspicacias entre los involucrados, las que se traducen en nuevos niveles de acumulación militar, maniobras, acusaciones, incremento de la compulsa híbrida, etc.
Consideremos a continuación los posibles escenarios en relación con la crisis en Ucrania. Existen múltiples escenarios, pero hay diferente gradación: en ordenarlos de acuerdo a la posibilidad de ocurrencia radica la posibilidad del aserto analítico. Ningún escenario o curso merece ser descartado, aún aquellos considerados "osados" o "demenciales". En las relaciones entre Estados no hay actos dementes o desquiciados, sí hay opciones equivocadas de las que generalmente no hay retorno.
La variable relativa con la evolución favorable o no de la situación económica de Ucrania es tenida en cuenta por algunos analistas, por caso, Andrey Kortunov, en materia de cursos que pueda tomar el conflicto: una situación de debilidad económica posiblemente mantendría el estado actual; contrariamente, una Ucrania económicamente fuerte (algo difícil que suceda en el corto plazo y algo más) impulsaría al país de Europa del este a exigir la integración en la OTAN.
Escenarios muy cercanos
1. La situación actual, es decir, de rivalidad y desconfianza entre todas las partes en liza (gobierno de Ucrania, pro-rusos del este del país, Rusia, la OTAN y la UE) se mantiene, con momentos de mayor tensión (movimiento de fuerzas, escaramuzas, etc.) y períodos de relativa "calma estratégica" durante la cual reaparecen los eternos acuerdos de Minsk.
Escenarios relativamente cercanos
2. Kiev insiste con ingresar al umbral de membresía de la OTAN, la Alianza aprueba la demanda, se incrementan los combates en la zona este del país, Rusia moviliza soldados en la frontera con Ucrania y la OTAN advierte que protegerá a Ucrania.
Este escenario podría tener varios desenlaces. En el orden siguiente:
a) Una misión de buenos oficios de un alto representante de la OCSE logra un acuerdo entre las partes, volviendo la situación al “statu quo ante”.
b) Fracasa la misión internacional, aumenta la tensión, escalan las querellas militares en el este, el número de víctimas mortales asciende sensiblemente, los enviados de los presidentes de Rusia y Estados Unidos alcanzan un acuerdo precario de cese de fuego, las partes se comprometen al diálogo.
c) Fracasa la misión. Invocando su Estrategia de Seguridad Nacional, fuerzas rusas intervienen en el este de Ucrania, soldados de la OTAN intervienen en el oeste. Una confrontación mayor es inminente. El país queda virtualmente dividido en dos partes, dominando las fuerzas ucranianas apoyadas por la OTAN la mayor parte. En la región del Donbas se establece un gobierno provisional. Rusia establece una base militar y retira parte de sus fuerzas.
d) Ucrania se convierte en miembro pleno de la OTAN, la región del Donbas queda ocupada por fuerzas rusas. Tácitamente, se acepta un "quid pro quo": Occidente, dominado por un impulso de equilibrio estratégico, persuade a Kiev de que, a menos que vayan a una guerra total con incierto resultado, es la única posibilidad que tiene Ucrania de ser verdaderamente independiente, soberana y miembro de la UE. Con el 20 % del territorio de Ucrania ocupado, Rusia considera que su seguridad quedará garantizada. Ucrania obtiene independencia y seguridad pero queda "balcanizada".
Escenarios lejanos
e) Estalla una confrontación (convencional) mayor entre la OTAN y Rusia en Ucrania y zonas adyacentes. El número de víctimas fatales asciende a 100.000 y el de refugiados a un millón. Las fuerzas de la OTAN logran empujar a las fuerzas rusas contra la frontera. Rusia interviene en uno de los países del Báltico y en Moldavia. Escala el conflicto quedando en el umbral del uso de armas nucleares. Rusia retira sus fuerzas. Ucrania en su totalidad es miembro de la OTAN.
3. Una Ucrania con serios problemas socioeconómicos desiste de convertirse en miembro de la OTAN y decide adoptar una diagonal: ni con Occidente ni con Rusia, o más apropiadamente con Occidente y con Rusia. Una situación similar a la del país tras el desplome de la URSS.
Escenarios muy lejanos
4. Ucrania adopta la neutralidad internacional.
5. Rusia retira su apoyo a las fuerzas pro-rusas del este de Ucrania y desconcentra fuerzas en la frontera. Las fuerzas de Kiev pasan a dominar las regiones pro-rusas. Ucrania ingresa a la OTAN. Es el escenario de “pluralismo geopolítico” que Occidente “demanda” ejercer a Moscú.
6. La OTAN desiste de toda nueva ampliación.
7. La OTAN pone fin a su existencia.
En breve, se trata de una exposición de escenarios posibles y discutibles para un conflicto que desde 2014 ha incrementado la discordia entre Occidente y Rusia. Una compleja situación que no es ni de guerra ni de paz, un estado riesgoso no solo para la estabilidad de la región, sino para el propio nivel mundial.
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jueves, noviembre 18, 2021
lunes, noviembre 15, 2021
viernes, noviembre 12, 2021
Polonia: un país forzado a cohabitar por siempre con la geopolítica
Por Alberto Hutschenreuter
En la Unión Europea del siglo XXI existe un asentado sentido anti-geopolítico, es decir, el pasado y el presente han dado lugar (en ese gran territorio de fusión) a un fuerte sentimiento de reluctancia ante todo aquello que implique riesgo de fisión territorial como consecuencia de políticas de poder e influencia ejercidas, eventualmente, por actores políticamente conservadores y geopolíticamente revisionistas.
Etiquetas: geopolìtica
viernes, noviembre 05, 2021
El impacto medioambiental y los disfraces de la geopolítica
Por Alberto Hutschenreuter
Dejémoslo en claro al comienzo: sin duda alguna, el medio ambiente es una de las principales dimensiones de la seguridad mundial (más que internacional). Dicho ascenso no es reciente; sucede que los niveles de contaminación del planeta han disparado alarmas que, de no llevarse adelante medidas y cumplirse pactos, pondrían a la humanidad en riesgos mayores.
Según datos que nos proporciona el experto Stewart Patrick, el informe de evaluación más reciente sobre el Estado de la ciencia climática, publicado hace pocos días por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, advierte que es imperativo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar una (relativamente) pronta catástrofe. En cualquier escenario concebible, las temperaturas medias continuarán aumentando durante las próximas décadas. Dicho informe, basado en aportes de 234 científicos como así en más de 14.000 artículos de investigación sobre los orígenes antropogénicos del calentamiento global y los probables impacto del cambio climático, concluye que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera son mayores que en cualquier otro momento de los últimos dos millones de años, mientras que las temperaturas globales promedio han aumentado 1,1 grados Celsius desde el comienzo de la Revolución Industrial.
El informe abunda en datos categóricas sobre el deterioro del medioambiente y sobre lo que nos aguarda si no se realizan los mayores esfuerzos.
Ante tal situación de emergencia mundial, llama la atención que la cuestión medioambiental no se encuentra en el primer nivel de temas de las políticas exteriores de las potencias preeminentes. Las declamaciones y las advertencias sí son habituales, sobre todo en tiempos de encuentros internacionales; pero en los hechos, lo que vemos son incumplimientos, desavenencias, desresponsabilizaciones, etc.
Pero ello no debería llamar tanto la atención: sin duda alguna, el tema medioambiental ha ascendido al segmento de la denominada "alta política" en las relaciones internacionales. Pero aún allí el tema no se halla entre las cuestiones más sensibles para los Estados: seguridad e interés nacional, capacidades, retos de actores estatales y no estatales, propósitos relativos con ganancias de poder, etc.
Baste echar una mirada al estado de las relaciones interestatales entre los centros preeminentes, al gasto militar, a las doctrinas de seguridad nacionales, a las adquisiciones de armas, a las posturas nacionalistas, al hermetismo de las soberanías, al descenso del multilateralismo, etc., para tener una idea suficiente sobre la situación de lateralización del "tópico ecología".
A ello hay que sumar la carencia de una configuración internacional; y sin orden entre Estados muy difícilmente se alcancen órdenes internacionales temáticos. Basta considerar que en el segmento de las armas nucleares todo pende de un solo acuerdo que, vencido en 2021, con mucho esfuerzo fue "empujado" para más adelante. Es decir, sin orden internacional tenemos un precario orden estratégico en el segmento más crítico de la seguridad mundial, pues las potencias han ido despertando de varios tratados clave (Tratado ABM, Régimen de Control de Plutonio, Tratado de Armas de Alcance Intermedio, Tratado de Cielos Abiertos...).
En este contexto, hay que decir que los actores se esfuerzan pon el cumplimiento de pactos en materia medioambiental, y no todo pasa por los intereses individuales. Pero es necesario advertir algunas realidades que (en el tema en cuestión) están más asociadas a "los intereses nacionales primero" que a las lógicas colectivas-aspiracionales.
En primer lugar, resulta muy complejo que en determinadas plazas estratégicas globales predominen acciones basadas en la cooperación y en lograr aumentar presencia multinacional con el fin de preservar sitios "para la humanidad". Por caso, el Ártico, un escenario donde las pujas de poder son cada vez mayores y donde "plantar soberanía" es política de Estado. Rusia reclama en relación a cientos de miles de kilómetros cuadrados (y no es el único). Cerca, en Groenlandia, las pretensiones estadounidenses para "adquirir" soberanía al reino de Dinamarca también es una realidad.
Aquí los intereses están orientados a la explotación de recursos (principalmente hidrocarburos), a la competición y a obtener ganancias económicas. Rusia tiene grandes esperanzas en que el proceso de descongelamiento en el Ártico permitirá aprovechar la región para dinamizar el transporte y el comercio entre Occidente y la pujante zona del Asia-Pacífico. Se trata de la "ruta Rusa de la seda", que, aunque poco se dice sobre ello, podría implicar rivalidad creciente con la iniciativa de la ruta de China (dato para considerar cuando se habla de la "asociación estratégica" chino-rusa).
En estos casos, la ecología se torna secundaria frente a semejantes intereses geopolíticos y geoeconómicos. Estamos frente a actores (Estados Unidos, Rusia, China, India, Turquía, e incluso algunos de la misma geopolíticamente híbrida UE, como Polonia) para los que la cuestión intereses-territorios-seguridad-poder es vital y real, aunque algunos exhiban un marcado compromiso con el amparo del medioambiente.
Pero hay otras situaciones donde la defensa de los intereses podría ser más grácil y hasta seductora en relación con extensiones terrestres y oceánicas consideradas vitales para la supervivencia de la humanidad.
Si bien el tema viene de bastante antes, los grandes incendios que sufriera hace unos años la Amazonia recentraron la cuestión referida a la "relativización de las soberanías". Entonces, cuando aquello, el presidente de Francia, E. Macron, acusó al presidente Jair Bolsonaro de "ecocidio", es decir, de cometer un "crimen contra el planeta".
Se abría una situación delicada y peligrosa, pues ello quería decir que, en términos de relativos con el medioambiente, si un gobierno no podía, no quería o no sabía "gestionar" una catástrofe, "otros actores podrían o deberían hacerlo con o por él" porque las externalidades afectaban la seguridad ecológica global.
Para Brasil no se trató de un nuevo riesgo, puesto que en ocasiones muy anteriores tuvo (más que) la percepción de formas sutiles de injerencia multilateral. Ello explica sus hipótesis de conflicto relativas con la posibilidad de que actores más fuertes ocupen eventualmente partes de su territorio (ricas en recursos) bajo pretexto de que allí no se están amparando debidamente "bienes mayores de la humanidad".
Frente a situaciones como esta, evidentemente estamos ante un patrón intervencionista en el que los "custodios" disponen de una potestad sobre los "dueños", utilizando términos del especialista estadounidense Richard Haass, el mismo que en tiempos de la lucha estadounidense contra el terrorismo transnacional se refirió a la relativización de las soberanías para aquellos actores reluctantes a cooperar en esa lucha.
Pero esta forma de imperialismo ecológico podría adoptar formas extremadamente “suaves”, por ejemplo, a través del apoyo a "custodios" activos que realizan actividades para mantener incontaminados los mares y áreas oceánicas, debido a que los actores ubicados (a diferencia del "custodio") en estos espacios no lo podrían hacer por falta de capacidades, problemas económicos, etc. Por ejemplo, el Reino Unido ha desplegado la denominada "diplomacia de defensa", consistente, precisamente, en mostrarse como un actor comprometido con la seguridad en mares y océanos y con la protección del mediambiente. Dicha diplomacia le proporciona no solamente prestigio, sino presencia o reafirmación de presencia en zonas distantes de la metrópoli.
Concluyendo, el panorama del medioambiente es alarmante por la acción indiscriminada del hombre, sin duda. Hay esfuerzos reales para evitar catástrofes, pero también hay actividad geopolítica soterrada o disfrazada de ecología por parte de actores con claros intereses.
Los "países de geopolítica cero", esto es, aquellos con grandes extensiones terrestres, litoral marítimo y espacio aéreo, pero que no desarrollan poder nacional acorde con ello, son los más expuestos a padecer este modo de imperialismo ecológico, pues casi nunca consideran (y este es otro rasgo de los “Pdg-cero”) que los procesos o fenómenos que tienen lugar en el mundo no son neutros sino que encierran, aún los más sensitivos en relación con "bienes de la humanidad", férreas lógicas de poder.
Etiquetas: geopolìtica