Por Rosendo Fraga Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
La sorpresiva segunda vuelta en Brasil hace conveniente reflexionar que el hecho político dominante del año próximo será también la elección presidencial en la Argentina. El dato central en la política argentina es la oposición y no el oficialismo. En la elección legislativa del año pasado, el oficialismo logró el 40% de los votos. Porcentaje similar al que obtuvo Alfonsín en su elección del segundo año con la economía creciendo (1985) que fue del 43% y al que alcanzó Menem en los comicios (1991), cuando logró el 41%. Es así como el oficialismo tuvo un triunfo normal y no excepcional.
Pero la oposición mostró la división mayor de la historia argentina. Tras el 40% de Kirchner, la UCR tuvo el 11%, pero dividida en dos; el centro-derecha logró un porcentaje similar, fraccionado en tres; el peronismo antikirchnerista, el 8% dividido en dos; el ARI, 6%; el socialismo, 5%, y la izquierda 4%. Fue una atomización sin precedentes. Por esta razón, la pregunta central para el año próximo es si la oposición logrará unificarse o no.
La aparición de la pre-candidatura del ex ministro de Economía Roberto Lavagna da alguna posibilidad a la oposición de encontrar un punto de convergencia. Puede ser votado por la mayor parte de la estructura radical. También por el peronismo anti-kirchnerista que se ha quedado sin referente dado el repliegue del ex presidente Duhalde.
Pero la oposición mostró la división mayor de la historia argentina. Tras el 40% de Kirchner, la UCR tuvo el 11%, pero dividida en dos; el centro-derecha logró un porcentaje similar, fraccionado en tres; el peronismo antikirchnerista, el 8% dividido en dos; el ARI, 6%; el socialismo, 5%, y la izquierda 4%. Fue una atomización sin precedentes. Por esta razón, la pregunta central para el año próximo es si la oposición logrará unificarse o no.
La aparición de la pre-candidatura del ex ministro de Economía Roberto Lavagna da alguna posibilidad a la oposición de encontrar un punto de convergencia. Puede ser votado por la mayor parte de la estructura radical. También por el peronismo anti-kirchnerista que se ha quedado sin referente dado el repliegue del ex presidente Duhalde.
En una opción entre Lavagna y Kirchner, tanto los votantes de Macri como los de Carrió están más cerca del primero que del segundo.
Además, cuando la economía crece, al electorado le cuesta apoyar a un candidato que se oponga al rumbo y Lavagna, al haber sido el ministro de Economía de la recuperación y quien acompañó a Kirchner en esta función durante sus primeros dos años y medio, puede ser votado sin cuestionar el éxito económico del Gobierno.
Pero más allá de la economía y las encuestas que hoy están a favor del oficialismo, el sistema electoral argentino favorece a Kirchner.
Para analizarlo resulta útil plantear un resultado conjetural. Podemos suponer que el Presidente tiene cierto desgaste durante el año próximo y que termina sacando el 41%. Lavagna tiene éxito en su proyecto y reúne el 30% de los votos. En esta conjetura, le otorgamos 12% al principal candidato de centro-derecha (Macri) y otro tanto a la principal candidata de centro-izquierda (Carrió).
La oposición sumada tendría 54% contra 41% del oficialismo. Si la Argentina tuviera el sistema de segunda vuelta francés, que requiere el 50% para ganar en la primera vuelta, con este resultado conjetural Kirchner y Lavagna pasarían a competir con posibilidades similares. Pero con el sistema de segunda vuelta argentino –que no tiene ningún otro país del mundo dado que es un invento local–, el oficialismo estaría ganando en la primera ronda. Es que a partir de la reforma constitucional de 1994, si el primero llega al 45% ya gana, aunque sea por un solo voto y si alcanza al 40% gana si tiene 10 puntos de ventaja sobre el segundo. En este caso, si Kirchner tiene 41% y Lavagna 30% hay 11 puntos de ventaja y el primero se ha impuesto en la primera vuelta. De acuerdo a ello, la oposición solo tiene posibilidad de competir en la segunda vuelta, si concurre a elecciones unida en la primera.
Considerando el ejemplo conjetural, Lavagna solo tendría chance de competir en la segunda vuelta con Kirchner si Macri y Carrió no son candidatos en la primera, lo que llevaría a unir la oposición en este turno. En consecuencia, la cuestión central es entonces si la oposición logrará unirse en la primera vuelta dado que, en caso contrario, no podrá competir contra Kirchner.
Además, cuando la economía crece, al electorado le cuesta apoyar a un candidato que se oponga al rumbo y Lavagna, al haber sido el ministro de Economía de la recuperación y quien acompañó a Kirchner en esta función durante sus primeros dos años y medio, puede ser votado sin cuestionar el éxito económico del Gobierno.
Pero más allá de la economía y las encuestas que hoy están a favor del oficialismo, el sistema electoral argentino favorece a Kirchner.
Para analizarlo resulta útil plantear un resultado conjetural. Podemos suponer que el Presidente tiene cierto desgaste durante el año próximo y que termina sacando el 41%. Lavagna tiene éxito en su proyecto y reúne el 30% de los votos. En esta conjetura, le otorgamos 12% al principal candidato de centro-derecha (Macri) y otro tanto a la principal candidata de centro-izquierda (Carrió).
La oposición sumada tendría 54% contra 41% del oficialismo. Si la Argentina tuviera el sistema de segunda vuelta francés, que requiere el 50% para ganar en la primera vuelta, con este resultado conjetural Kirchner y Lavagna pasarían a competir con posibilidades similares. Pero con el sistema de segunda vuelta argentino –que no tiene ningún otro país del mundo dado que es un invento local–, el oficialismo estaría ganando en la primera ronda. Es que a partir de la reforma constitucional de 1994, si el primero llega al 45% ya gana, aunque sea por un solo voto y si alcanza al 40% gana si tiene 10 puntos de ventaja sobre el segundo. En este caso, si Kirchner tiene 41% y Lavagna 30% hay 11 puntos de ventaja y el primero se ha impuesto en la primera vuelta. De acuerdo a ello, la oposición solo tiene posibilidad de competir en la segunda vuelta, si concurre a elecciones unida en la primera.
Considerando el ejemplo conjetural, Lavagna solo tendría chance de competir en la segunda vuelta con Kirchner si Macri y Carrió no son candidatos en la primera, lo que llevaría a unir la oposición en este turno. En consecuencia, la cuestión central es entonces si la oposición logrará unirse en la primera vuelta dado que, en caso contrario, no podrá competir contra Kirchner.
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