Columna del analista de opinión pública Carlos Fara.
"Cuál es la realidad política? La que describimos los analistas, o la que percibe la gente? Cuáles son los costos políticos? Los que se imaginan de manera casi automática, o los efectos que se verifican en la opinión pública? Por otro lado, lo que la gente dice en las encuestas respecto a ciertas situaciones ¿es lo que ellos mismos sienten o piensan? La correcta respuesta a este tipo de interrogantes nos ayudará a comprender mejor cómo computar la variable de la opinión pública en el análisis político de las coyunturas.
1) Caso 1: la crisis energética. Hace mucho que se alerta sobre la eventualidad de una hecatombe, con las correlativas consecuencias sobre la vida cotidiana de los argentinos y un costo político para el gobierno. Al respecto, en nuestra última encuesta de principios de diciembre en la zona metropolitana Capital – GBA preguntamos 'Ud. cree que habrá cortes de luz el próximo verano?', a lo cual respondió afirmativamente el 63 %. A esa porción se le consultó respecto a de quién sería la culpa si había cortes: el 50 % se lo asignó a las empresas privatizadas que no hicieron las inversiones, contra el 36 % que se responsabilizó al gobierno por su falta de previsión. Este segmento representa no más del 30 % de la población, y en su gran mayoría ya no iban a votar al presidente para su eventual reelección, ni aprobaban su gestión. Moraleja: la cuestión no es que haya problemas, sino cómo los enfoca la mayoría de la gente.
2) Caso 2: la elección en Misiones. Al grueso de la sociedad le había pasado de largo el tema. ¿Qué queríamos decir con esto? Que no iba a tener efecto real sobre la sociedad, más allá de la coyuntura, al menos en su apoyo al primer mandatario. Veamos: a) la gente se enteró de la elección: 64 %; b) la mayoría piensa que lo sucedido alrededor de ese comicio perjudicó al presidente: 67 %. Pero ¿realmente lo perjudicó? Comparado con la anterior medición de septiembre, la imagen positiva de la gestión presidencial se elevó de 46 a 54 %, mientras que la intención de voto de Kirchner, se mantuvo en 43 % todo el año. Moraleja: que la gente diga algo sobre una situación, no significa que se identifique con la descripción que hace.
3) Caso 3: los hechos de San Vicente. Al igual que con la derrota de Rovira en Misiones, se especulaba con que lo ocurrido en el traslado de los restos de Perón iba a generar un costo político para el oficialismo. De vuelta, el 89 % se enteró de lo sucedido, y el 50 % estimó que un perjuicio para Néstor Kirchner. Pero como ya se señaló en el punto anterior, no se registró un impacto negativo en dos indicadores centrales: la aprobación de la gestión y la intención de voto. Entre San Vicente y la medición de nuestra encuesta hay un mes y medio de diferencia. Al menos, si hubo un impacto negativo en los días inmediatamente posteriores, no se nota 45 días después. Moraleja: los verdaderos efectos son los de largo plazo, no los de la coyuntura.
4) Caso 4: la inflación. También se escribió mucho –y se lo sigue haciendo- respecto al impacto de la inflación en la opinión pública. La gestión al respecto sigue sin ser aprobada por la mayoría: 26 % de imagen positiva, 34 % de regular y 36 % de negativa. Sin embargo, lo interesante es la progresión en la mejora de la percepción popular: en diciembre de 2005, la opinión favorable sobre el manejo del tema era del 12 %, en marzo de 2006 el 22 %, en mayo el 25 %, en septiembre el 22 % y en este diciembre el 26 %. Por otra parte, mientras que en el último mes del año pasado, el 39 % adjudicaba como causa de la inflación a que “los supermercados quieren sacar más ganancias”, en septiembre de este año los que piensan así se elevaron al 47 %. Es decir: al gobierno no le va fantástico, pero mejoró, y no es el gran culpable. Moraleja: aplíquese la del caso 1.
Volviendo a las preguntas iniciales de esta columna, la existencia de un problema objetivo no implica necesariamente que haya un costo automático hacia el gobernante de turno. Lo importante es saber qué está dispuesta a creer la sociedad, antes de sacar conclusiones. Hoy la mayoría dispensa a Néstor Kirchner de la responsabilidad de muchos problemas porque: 1) existe una lectura retrospectiva que ubica el nacimiento de ciertos problemas en décadas pasadas; 2) cree que no puede solucionarse todo en tres años y medio; 3) piensa que las cosas no están excelentes, pero están mejor que en el peor momento de la crisis; y 4) la mayoría persiste en poseer expectativas positivas respecto al futuro.
¿Esta línea de razonamiento implica que estas cuestiones nunca impactarán sobre la imagen del presidente o su intención de voto? No. Muchas veces ocurre que lo que en un momento se considera positivo, o al menos neutro, cuando se produce algún punto de inflexión se resignifican las situaciones hacia una visión negativa. La opinión pública no siempre es un mar de aguas tranquilas.
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