"En un país tan presidencialista como la Argentina, pude diagnosticar con asombro la profunda apatía electoral de la población. Más que apatía diría que hay una resistencia absoluta a hablar del tema. En más de una ocasión, una charla con un taxista es lo suficientemente representativa como para evaluar el grado de compromiso de la sociedad en relación a diversos temas. El taxista me comentaba que cuando trataba de sacarles conversación a los pasajeros en relación al 28 de octubre, refería que la gente se ponía nerviosa y buscaba hablar de otro tema. En un país donde es tan decisiva una elección presidencial, donde el presidente a través de decretos de necesidad y urgencia y de redistribución de presupuesto prácticamente ha hecho del Parlamento una figura decorativa, este desinterés es por lo pronto sugestivo. Vamos a elegir a la persona que prácticamente va a determinar nuestros destinos en muchísimas cosas durante los próximos cuatro años y nadie habla del tema y esto para quien mira las cosas desde el punto de vista histórico llama poderosamente la atención"
"Desde que en Argentina empieza a regir el sistema democrático con la Ley Sáenz Peña, con la primera elección de Hipólito Yrigoyen, de ahí en adelante todas, absolutamente todas las elecciones fueron vividas por toda la población con mucha adhesión. Formaba parte de los diálogos cotidianos. En los diarios es posible advertir cómo esto se reflejaba; la elección de Yrigoyen de 1928, el país discutía ese tema. Todos los medios de comunicación, página tras página no hablaban de otra cosa. Por eso es notable ver en este momento la apatía casi total. Se ha llegado a una situación sin duda alguna inédita en nuestra historia".
"En Argentina ha desaparecido un partido que desde su creación -en el oficialismo o en la oposición- fue vital para la vida política argentina: la UCR que prácticamente ha desaparecido, ha perdido chances de gobernar. Hasta en Córdoba, en la provincia donde Amadeo Sabatini le ganaba a Juan D. Perón las elecciones en Córdoba y hoy sale tercero lejos. Ni que hablar en Capital Federal, los recursos que tuvo que hacer el peronismo para tratar de ganar las elecciones en la primera presidencia de Perón. Perdió en las elecciones con Fernando De la Rua como senador en plena época de gloria del peronismo. El segundo elemento a considerar es el estallido en el aire del justicialismo. Hoy en día diría que el justicialismo no existe. Uno se pregunta qué es lo que está votando a la hora de votar al Frente para la Victoria que prácticamente hace actos sin nombrar a Evita, dónde no se escucha la marcha peronista, no se escucha nada del folclore tradicional. Lo que está ganando ahora no se entiende muy bien qué es porque va acompañado de algunos caciques peronistas, los intendentes del conurbano que van a ser absolutamente decisivos en esta elección pero prácticamente ocultando el hecho de que son peronistas. Ha desaparecido además desde el punto de vista histórico los dos grandes alineamientos que a partir de 1945 signaron la vida argentina: la oposición entre peronistas y radicales. Hoy en día, creo que la Argentina debe volver a armar lo que es muy sano para la vida democrática que es un sistema bipartidista. Eso va a tener que armarse de alguna manera. Pero en esta elección hay una sola propuesta de hecho y después todo un mundo desperdigado y hay una especie de sensación generalizada que la cosa ya está definida y todavía el recuerdo de la crisis espantosa del 2001 sigue pesando. La suma de estos dos elementos es absolutamente decisiva. A nadie le interesa lo que va a pasar".
"Históricamente, cuando no aparecía una alternativa opositora, cuando por algún motivo la oposición desaparecía, estallaba el propio oficialismo en varios pedazos. Es el caso del PAN (Partido Autonomista Nacional) y el radicalismo. El PAN empieza a gobernar a partir de (Domingo F.) Sarmiento y dura hasta Roque Sáenz Peña en 1916, al no tener oposición, estalla en enormes peleas lo que lo hace perder la elección frente a Irigoyen por estar efectivamente divididos entre quienes apoyaban a Lisandro de la Torre y entre quienes apoyaban al caudillo de la provincia de Buenos Aires Marcelino Ugarte. A partir de que el radicalismo empieza a tomar una fuerza hegemónica y los conservadores empiezan a desaparecer, empieza a dividirse el radicalismo y salta en mil pedazos. Antipersonalistas, personalistas y esa debilidad de la UCR es lo que lleva al infausto golpe de 1930 que nos costó hasta 1983 volver a la normalidad. Ahora que el radicalismo desaparece queda el justicialismo como única fuerza estallando también en mil pedazos y lo único que lo aglutina es la impresionante caja que tiene el gobierno con la que puede comprar una gran cantidad de voluntades. Esto es muy poco sano para la vida institucional".
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