MARCOS NOVARO en Construcción Plural
Entrevista al politólogo y sociólogo MARCOS NOVARO:
Por parte de la sociedad ya se ha instalado el discurso “disculpador”, el discurso de “me engañaron”, Menem me engañó, Kircher me engañó, me engañó la dictadura. Es demasiado. Después que uno tropezó cuatro veces con las piedras, tiene un problema con las piedras, tiene cierta propensión a engancharse en estas situaciones. Durante cuatro o cinco años no es que no hubo señales de cómo se comportaba el kirchnerismo y qué tipo de conflictos y lecturas de la realidad hacía. Había mucho entusiasmo con eso y no tiene que ver solamente con quienes lo acompañaron como funcionarios sino que tiene que ver con los medios de prensa, las universidades, la cultura política general. El discurso paranoico de que como sociedad siempre nos han “jorobado” desde afuera hoy por hoy está mostrando sus resultados. Ahora mucha de esa gente está decepcionada de Kirchner pero debieran estar también decepcionadas de sí mismas”.
“De los conflictos que ha tenido la democracia argentina en los últimos años, tal vez este es el más difícil de resolver porque la política de gobierno es la que está motorizando la crisis de un modo tan potente y con tan pocos refrenos que es difícil imaginar el modo en que se puede salir de esto sin un desenlace catastrófico que puede ser tanto desde el lado de una victoria final del gobierno que logra consumir a sus enemigos como desde el lado de un descalabro del gobierno donde se confirman sus temores y las señales de alarma que el mismo gobierno da: este clima destituyente que se nota la sensación que el principal interesado en generarlo es el mismo gobierno”.
“Para no perder definitivamente todas las perspectivas optimistas la clave es serenarse lo más posible e ir incluso en contra del estado de ánimo colectivo que es el enojo y la sorpresa. Darle alguna lógica a la situación, darle un marco de racionalidad aun en un contexto que es muy difícil. Uno de los problemas que advierto es que el gobierno y el campo han estado jugando dos juegos diferentes. El campo cree que está en un juego de negociación donde uno aprieta, el otro aprieta y se llega a un punto donde finalmente el horizonte de ambos es acordar. Pero el gobierno juega un juego muy diferente que no es de negociación sino de imposición donde la figura es la del colectivero que amenaza a su pasaje, el puede acelerar indefinidamente hasta lograr que el pasaje se someta a su aceleración o esperar que sobrevenga el choque. En esa situación no hay una negociación sino la alternativa de bajarse del colectivo o de aceptar las reglas del juego del conductor. Y el problema es que nosotros no podemos bajarnos del colectivo. Entonces estamos sometidos a una extorsión que es muy difícil de desatar. Tal vez la lógica esté en tratar de encontrar la forma en que el gobierno empiece a jugar un juego de negociación antes de entrar a la negociación en sí hay que plantear otro tipo de juego y eso requiere de la intervención de otros actores. La Corte Suprema, otros actores del peronismo, la propia CGT, otros actores industriales, empresarios en general. Hay actores que podrían intervenir lo que pasa que no tienen incentivos para hacerlo ni capacidad de coordinación. Hay señales. Hugo Moyano da una señal pero rápidamente Néstor Kirchner la desactiva con más escalada y más polarización. Se debe procurar la forma para evitar esas escaladas y que esos otros actores tengan capacidad de coordinación entre sí”.
“Todo lo que se haga en este clima es leído desde el poder como parte del juego del colectivero loco, como desafío destituyente. El discurso ideológico del oficialismo tiene esa capacidad de cualquier dato de la realidad transformarlo en una evidencia que prueba su teoría. Eso es lo que va a pasar del lado del oficialismo. La ideología es así, es implacable. Ahora bien, se puede generar otro juego. La democracia argentina tiene algunos recursos frente a la concentración de poder, frente a la debilidad de los partidos, hay pocos motivos para ser optimista pero de todos modos hay algunos actores que pueden establecer otro tipo de juego. Inevitablemente el gobierno tendrá que acomodarse”.
“El justicialismo como partido se ha caracterizado por esperar a que las cosas estallen para después beneficiarse con lo que queda del río revuelto. Hay muchos gobernadores que están especulando, que creen que pueden ganar de esto. Pero tiene que existir algún espacio de racionalidad donde el peronismo advierta que si sigue por este camino como partido puede tener un futuro comprometido. El suicidio del kirchnerismo puede significar también un suicidio más global, con costos más generales que son muy difíciles de levantar. Tienen que actuar preventivamente. Tienen que tener una actitud más institucional como partido. Si hay un gesto que no es el de Hugo Moyano dando una señal sino una posición más general del sindicalismo, de los gobernadores y de los legisladores que adviertan que no están de acuerdo con este curso, creo que ahí el gobierno va a tener más dificultades en decir “seguimos con la nuestra, peleamos también contra el peronismo como tal” cuando ellos mismos lo han reconocido como la base institucional de su coalición. En ese sentido hay posibilidades de que algunos actores tengan una intervención preventiva”.
“El kirchnerismo hace muy mal. Yo creo que es una traba para pensar. Ser oficialista en este momento es casi como seguir la lógica del estalinismo. Hay que negar tantas cuestiones de la realidad que uno empieza a encerrarse en esos discursos sellados y me parece que los intelectuales kirchneristas están sometidos a esa tensión. Incluso personas muy valiosas pero están como contaminadas de este virus”.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal