El Club Político Argentino (CPA), una entidad de reciente formación integrada por académicos, profesionales y periodistas -entre ellos Vicente Palermo, Marcos Novaro, Guillermo O´Donnell, Luis Alberto Romero, Ema Cibotti y Juan Tokatlian- acaba de difundir un documento titulado “Pasteras, contaminación y política: La Argentina ante un viraje necesario” -ver aquí-.
En el extenso trabajo se afirma que la planta de Fray Bentos presenta patrones de calidad ambiental “aún superiores a los de las mejores productoras de celulosa en Europa, por la simple razón de que emplea tecnologías de última generación”, pero admite que “la desinformación y la desorientación de la opinión pública argentina “han sido, en parte, consecuencia de tergiversaciones patentes (deliberadas o no) de información seria”.
A juicio de esta agrupación de intelectuales y académicos de tinte progresista no kirchneristas sino más bien situados en la vereda opuesta, “el doble discurso del gobierno argentino, la exaltación reiterada por parte de autoridades que bendijeron la metodología piquetera y expresaron que los vecinalistas les habían impartido una lección de civismo, o por quienes justificaron los bloqueos de rutas internacionales como ejemplos de participación democrática, declaraciones ministeriales afirmando que el presidente Tabaré Vázquez no tenía poder, y que a Uruguay lo gobernaba Botnia, el tono permanente de los funcionarios argentinos y de parte de la prensa, subestimando al Uruguay y a sus capacidades técnicas, negando que se hubieran hecho estudios de evaluación de impacto ambiental, y que hubiera técnicos capacitados”.
Desde el CPA a la vez sostienen que “por una cultura política arraigada en la Argentina, las necesidades de política doméstica dictan la política exterior del país. Recurrir a La Haya fue una decisión unilateral que careció de tino, responsabilidad y prudencia. La Argentina maneja sus relaciones internacionales con un preocupante amateurismo”.
“Hasta el momento no existe evidencia de contaminación ambiental de la planta de celulosa en Fray Bentos”, asegura el CPA, luego de reconocer que “hay un casi completo escepticismo sobre supuestos impactos ambientales catastróficos y un mayor fastidio ante el activismo asambleísta, cuyo aislamiento político es creciente inclusive en Entre Ríos y en la propia Gualeguaychú”.
El Club visualiza que es extremadamente minoritaria la parte del asambleísmo que adoptó una concepción ambiental que orilla el fundamentalismo. “Para ellos, que ‘Botnia contamina’ es el dogma de esta nueva creencia” afirman, pero advierten que ese sector asambleísta tiene derecho a tener sus convicciones, aunque “eso no nos obliga a convertirnos a ellas”.
Según el CPA, “ganaríamos todos si evitáramos convertir a los asambleístas en chivos expiatorios de este desastre político, diplomático y cultural cuya responsabilidad cabe a políticos oficialistas y opositores, diplomáticos, periodistas e intelectuales”.
¿Cómo comenzar a desarmar el conflicto? El CPA postula que “no es aceptable usar métodos ilegales para desalojar a los que siguen bloqueando la frontera internacional y que es indispensable resolver el problema en el estricto marco del estado de derecho”.
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