Por Bernardo Poblet y Alberto Perrot
Días pasados presentamos ver aquí- a exponerles los debates conceptuales que debatimos desde noviembre 2008 hasta marzo 2009 en el programbre CONSTRUCCIÓN PLURAL -que se emite los lunes a las 14 hs. por Radio Cultura FM 97.9- que conduce el periodista Fernando Mauri, autor de este blog, , con la visión del ciudadano de a pie sobre problemáticas que nos consciernen a todos como sociedad.
Vamos a desarrollar los contenidos en tres módulos sucesivos que irmos posteando en el blog, y el primero de ellos es este:
¿Para qué una democracia con República? i
Para revertir el patético crecimiento económico con empeoramiento de la pobreza; esta generación de riqueza que se concentra en islas de prosperidad mientras aumenta la imparable masa de personas que quedan aisladas del trabajo y todo lo que se construye a su alrededor: alimentación, salud, educación, previsión para la ancianidad, es decir, todos los parámetros sobre los que se ha constituido la sociedad.
¿Para qué una democracia con República? ii
Somos un grupo plural compartiendo un territorio,-nación- y un bagaje cultural, -patria- regidos por un gobierno cuya filosofía política se basa en
la democracia organizada como República, que debe encuadrarse en la ley magna -Constitución- y cuyos representantes deben se elegidos por sufragio universal y períodos determinados, con responsabilidades y autoridad delegada sobre la base del equilibrio de poderes y el federalismo en el marco de las libertades, derechos y deberes que nos deben regir a todos. Con esa filosofía, Alberdi y su generación pensaron en una República.
Hoy, los ciudadanos- si comparamos la realidad con el concepto- realmente no sabemos aún como es vivir en una República.
¿Para qué una democracia con República? iii
Cuando no hay República, se ocupa el espacio con liderazgos personalistas, y esos líderes – qué suelen ser autoritarios- para operar y ejercer su poder y mantener unida a la tropa, requieren medios y recursos que la democracia no da; entonces surgen los desvíos que se instrumentan con mecanismos para legitimar la permanencia en los cargos de manera indefinida, la dependencia con el poder central a través de asignación de partidas no automáticas o impuestos no participables o poderes extraordinarios, hasta la subordinación con métodos varios de los integrantes de los poderes Legi +slativos y Judicial, pasando por la ubicación en posiciones claves de control del estado con incondicionales que sirven para proteger a los leales y para atacar a los que obstruyan, integrando equipos cuya competencia básica es “subordinación y valor”; La historia es un testigo fiel: estos ocupantes del Estado necesitan -como medio efectivo para ser imprescindibles- que el estado de pobreza y la dependencia que implica, permanezcan.
¿Para qué una democracia con República?iiii
No es posible garantizar que la vigencia a rajatabla de la República logre los ideales buscados, pero la diferencia hay que buscarla en la magnitud de los desvíos. En países que han madurado más que nosotros, las reglas de la República establecen límites que en nuestro caso no tenemos y en consecuencia, se facilita enormemente el accionar de los que quieren llegar al estado, no para conducir desde él proyectos de país, sino para ocuparlo y ejercer el poder con proyectos propios.
¿Por qué es necesario una reforma electoral?
Para asegurar la genuina participación del ciudadano. Para organizar a los partidos políticos y fortalecer la Justicia Electoral y que la ley se cumpla. No sirve depender de personas sino se cambian los procesos: Internas en los partidos, internas abiertas, listas con candidatos individuales que respondan a sus representados y no listas sábanas con subordinación al jefe, entre otras cosas. Es un paso para construir confianza en la ley. (Como el único marco común de referencia para todos, cualquiera sea las ideologías políticas, religiosas o los intereses corporativos o individuales)
¿Por qué la pluralidad?
No reconocer que la opinión diferente del otro me enriquece elimina alternativas de avances. Deberíamos tomar conciencia de que tenemos opiniones, no necesariamente verdades.
¿Por qué es necesario pensar, leer y debatir?
Hay que pensar para aprender; si no se lee hay pocas cosas en qué pensar y si no se debate, difícilmente se puedan distinguir los pensamientos útiles de los inútiles.
¿Por qué hay que aprender a debatir?
Los adultos tenemos que reaprender a conversar y a debatir. No sabemos hacerlo y no lo asumimos. La comunicación no es la capacidad de emitir sonidos es, fundamentalmente, una actitud; la predisposición a entender –en el plano intelectual- y comprender -en el plano emocional- porque las personas piensan como piensan. Y eso implica, esencialmente, escuchar al otro. Los argentinos estamos entrenados, casi con pasión deportiva, para discutir: en el café, con los amigos, en la familia; pero discutir no es debatir. En la discusión cada uno se aferra a sus puntos de vista y se buscan los argumentos para consolidar nuestra opinión y destruir la opinión contraria; mientras el otro está fundamentando lo que piensa, nuestra mente está rastreando datos para contrarrestarlo rápidamente, frecuentemente, antes de que termine. Oímos, no escuchamos, nuestra actitud es un poderoso filtro que selecciona sólo los argumentos favorables a nuestra idea y bloquea los que nos contradicen;
El debate es también un ámbito para exponer argumentos, pero con la actitud de escuchar, con la empatía para comprender porque el otro piensa lo que piensa. Con la humildad popperiana de saber que la verdad existe pero cada uno tiene un fragmento y nunca toda, y escucharse permite acercarse y acceder a puntos de vista distintos o a la información con la que no contábamos y que puede ayudarnos a perfeccionar nuestra idea o, por el contrario, advertir sus debilidades.
De un debate –así aceptado- uno suele salir enriquecido. Puede consolidarse en la propia opinión, mejorarla o cambiarla; pero en todos los casos sabiendo las razones por la que otra persona piensa distinto.
¿Por qué es necesario sumar alternativas?
Porque es la manera de concretar. Para comerse al elefante a pedacitos es necesario convivir con planes que se sumen y escapar de las alternativas extremas y excluyentes que terminan anulándose estérilmente (educar a los chicos y contener al juvenil y al adulto, como ejemplo)
¿Qué hacer frente al discurso?
Exigir a los que nos conducen y a los que se postulan para hacerlo, palabras con contenido: ¿Qué proponen hacer, aquí y ahora, con qué recursos, con qué medios, con quienes, para que pasen qué cosas dentro de que tiempos? Exigir planes sobre los cuales los gobernantes deban rendir cuentas, de lo que prometen ellos, no de lo que NO hicieron los otros. No hay que aceptar discursos vacíos, aspiraciones sin sustento.
Hay que desarrollar un filtro mental para utilizar en el ejercicio de cada voto: tomar conciencia de que las conductas son la consecuencia de las convicciones, de manera que lo que hay que mirar es, no las palabras -totalmente devaluadas- sino las conductas y los perfiles de creencias.
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