Por Fernando Mauri
Si no fuera porque en buena medida nos describe como sociedad, ha resultado casi irrisoria la confrontación que se ha corporizado a causa de la muerte del ex presidente Raúl Alfonsín tanto en el ámbito político como en el comunicacional.
Por un lado, una especie de neoderecha racionalista pretendió subrayar la veta de estadista dialoguista y contemporizador del ex primer mandatario oriundo de Chacomús. Mauricio Macri y Joaquín Morales Solá quizás constituyan el paradigma de dicha construcción; el primero seguramente hubiera sido un crítico bastante furibundo de haber competido en el terreno político en aquellos 80 con Afonsín, en tanto de Morales Solá operó como acérrimo crítico ya en esa época pero desde Clarín -ver aquí-.
En tanto, el kirchnerismo en términos políticos y comunicacionales vía programas especiales de Canal 7, la señal estatal de cable Encuentro y aún el matutino Página 12 encararon una operación inversa. Necesitaban rescatar al extinto líder radical en su cariz combativa, confrontativa y aguerida, y en forzado paralelo con la pelea K vs el campo 2008-2009, ponderaron al Alfonsín que se le plantó al sector agrario en plena inauguración oficial de una muestra de la Sociedad Rural allá por 1988. Sin embargo, el kirchnerismo es el mismo espacio que en su habitual prédica de pretender erigirse como fundante de la historia “olvidó” sin ir más lejos el rol de Alfonsín como motorizador del juicio a las juntas militares de la dictadura connotando las medidas de Néstor Kirchner elevándolo a campéon de los DDHH. Sin embargo, como alguna vez afirmó Federico Storani, Alfonsín “cazó leones en la selva, no en el circo”, o como bien recordó Leopoldo Moreau en las exequias del ex jefe de Estado “Alfonsín se acordó de los derechos humanos cuando fue presidente, lo hizo durante toda su vida”.
Raúl Alfonsín sin duda fue lo uno y otro; una síntesis con sus más y sus menos de ambas caras. Ahora, que dos esferas políticas-comunicacionales hayan pretendido llevar agua para su molino a fin de capitalizarlo a futuro habla muy mal de ellos y de nosotros como argentinos.
Por otra parte, creemos necesario que resulta inevitable reflexionar acerca de hasta qué punto el vigor que Alfonsín puso para enfrentarse a distintos factores de poder y casi al mismo tiempo (principalmente FF.AA., EE.UU., sindicalismo peronista, Iglesia y campo) -más allá de posteriores retrocesos o negociaciones (que los hubo y varios)- y por muy válido y honesto que esto fuera como lo fue, aportó a su propia ingobernabilidad.
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