Por Fernando Mauri
Tras la dura derrota K del pasado 28 de junio, parecía poder entreverse un retorno a cierto bipartidismo aunque más no fuere atenuado, a configurarse a partir de las figuras del vicepresidente Julio Cobos como eje del panradicalismo y de Carlos Reutemann como cabeza del panperonismo.
Como en nuestro país los días son meses y los meses, años, resultar difícil aventurar escenarios. Por un lado, Néstor Kirchner ha logrado recuperar amplia iniciativa por sobre el desarticulado e inconsistente conglomerado opositor, aunque claro, lejos está de haber remontado siquiera un poco de popularidad en la ciudadanía que lo golpeó -y cómo- el 28-06. Y por otro, es tal el nivel de confrontación que motoriza constantemente el kirchnerismo y que lejos está de moderarse -más bien todo lo contrario- que lamentablemente la institucionalidad no parece garantizada de cara a lo que debería ser el saludable recambio de gobierno en diciembre de 2011.
De todos modos, la ofensiva K contra Reutemann, la reacción extemporánea de santafecino, su falta de manejo virtuoso del tiempo, y aún la caída de su espacio hace dos domingos en los comicios locales en sus pagos alejan tanto al ex piloto de Fórmula 1 de jugarse por una candidatura como a parte de la disidencia pejotista a decidirte ahora a apostar fuerte.
En este marco, crecen por un lado las ambiciones presidenciales del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, a partir de que cierto votante moderado podría haber quedado huérfano de postulante, y por otro lado las de Felipe Solá, que estaba bien dispuesto a acompañar al Lole en una fórmula 2011 y ahora en caso de bajarse el ex corredor aspiraría a ir por el escalón más alto.
Néstor Kirchner, entretanto, fruto de la necesidad de no caer en el síndrome del pato rengo -mostrarse debilitado por estar a cerca de dejar el Estado- y de su increíble ambición de poder y negocios aparece como otro actor con pujante voluntad de estar en la grilla del 2011. El tiempo dirá si tiene siquiera chances de presentarse.
Sin embargo, voces del peronismo no kirchnerista vertebran junto a sectores del empresariado nativo el sueño de retorno al poder de Eduardo Duhalde.
Quizás Duhalde -se dice que fue hace años el primer gran adicto a las encuestas para tomarle el pulso a la opinión pública- sepa mejor que nadie que los números hoy no le dan como para aspirar a proyectarse a la Rosada nuevamente, más por primera vez elegido por el voto popular, una asignatura pendiente. Si cayera Reutemann, el caudillo bonaerense respaldaría a Felipe Solá, quien también promovió en el pasado. Aunque bajo el lema: “Yo lo puse yo lo saco”, probablemente el caudillo de Lomas de Zamora -incitado además por muchos peronistas hartos de Kirchner y sus políticas- no habría que descartar que finalmente se decida a dar pelea, visualizando que es quien mejor puede aglutinar en definitiva la dispersión peronista no kirchnerista. Duhalde podría conformarse con obrar como el dique contenedor a Kirchner, sin aspiraciones ciertas de llegar al sillón de Rivadavia sino más favoreciendo indirectamente a Cobos, pensando en un rearmado post 2011 sin resabios K en el PJ y con un bipartidismo reafianzándose.
De hecho, a priori, Julio Cobos y el propio Duhalde son entre los posibles competidores del 2011 los que se reparten el apoyo de importantes factores de poder. Clarín y los industriales miran con buenos ojos a ambos, en tanto el campo se juega por el radical mendocino y la Iglesia de la mano de monseñor Jorge Bergoglio está cerca del ex presidente.
Rápido de reflejos, Kirchner puja por embretar a toda la disidencia opositora del PJ y aún al espacio Unión Pro -de Macri y Francisco de Narváez - con un nuevo y complejo sistema de elecciones internas que deviene de su proyecto de reforma electoral que impone comicios dentro de cada partido al estilo de las primarias que se realizan en los EE.UU. Este cambio electoral forzaría a todos los candidatos del peronismo a tomar parte en la interna del PJ e inhibiría legalmente a los derrotados para poder correr posteriormente en la general por afuera del partido.
Por otra parte, en el entramado no peronista, una intransigente Elisa Carrió podría volver a decidirse a salir al ruedo, aún con la módica ambición real de alcanzar los dos dígitos de porcentaje de votos.
En este esquena, el Partido Socialista está llamado a articular con la UCR y el cobismo más que con su ex socia chaqueña.
En definitiva, el escenario de neolemas 2003 podría en cierta forma volver a reeditarse en 2011 un escenario de 5 candidatos, 3 dentro del espacio panperonista (lo fueron Carlos Menem, Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá) y 2 del conglomerado panradical (Carrió y Ricardo López Murphy).
De cara al 2011, Cobos arranca con franca ventaja, y es el único jugador en firme que virtualmente ya es candidato; se verá si Carrió vuelve a cortarse sola -parece difícil- en tanto las aspiraciones de Kirchner, Macri y Solá o bien Duhalde y podrán o no corporizarse.
Las coincidencias están a la orden día respeto al 2003: Kirchner sabe que debe ganar en primera vuelta, tanto como lo necesitaba el riojano Menem, porque aún arribar a un hipotético balotage, lo deja fuera de carrera.
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