martes, agosto 03, 2010

Info semanal del Bco. Ciudad: el superávit comercial, ancla económica.

El superávit de las cuentas externas sigue siendo el ancla de salvación de toda la estrategia económica. Sin crédito externo, la abundancia de dólares provenientes del comercio exterior le permite al Banco Central comprar reservas contra la emisión de pesos que -más allá de sus ulteriores impactos inflacionarios- luego serán aplicadas a financiar las amortizaciones de deuda del Tesoro Nacional. De esta forma, el superávit externo termina jugando de “doble cinco” en el mediocampo macroeconómico: por un lado, sujeta las expectativas cambiarias y mantiene ancladas las tasas de interés locales; por otro, financia indirectamente la brecha financiera del gobierno nacional.
Los instrumentos de política que hasta aquí se venían utilizando para preservar el superávit externo muestran señales de fatiga o, en muchos casos, de liso y llano agotamiento. El recurso a la devaluación gradual del peso, que encareció relativamente las importaciones en los últimos años respecto a la producción nacional, resulta ya un mecanismo estéril frente a una inflación que navega al 25% anualizado. De aquí que la estrategia oficial del BCRA de lucha anti-inflacionaria haya mutado hacia un discurso en donde “la inflación depende fundamentalmente de la estabilidad del mercado de cambios”, según palabras de su actual presidente. Es decir, el tipo de cambio operará como ancla de precios.
Por otro lado, el recurso de emergencia que significaron las múltiples trabas formales e informales a las importaciones durante 2009 encuentra creciente resistencia de nuestros principales socios comerciales, Brasil y China. El primero, además, es el principal importador de nuestras exportaciones industriales. Tampoco se ve aquí muchos márgenes para producir “milagros comerciales” como el derrumbe importador de 2009, sin cambios de magnitud en los precios relativos.
Es clave para la preservación del superávit comercial lo que ocurra con el escenario externo. En el primer semestre el escenario internacional fue insuperablemente bueno para Argentina, pero los primeros indicios de desaceleración global, incluyendo Estados Unidos, China y Brasil, entre otros, están comenzando a generar nerviosismo entre los operadores. Se teme por una segunda recesión en Estados Unidos y Europa. Eso podría afectar a otros emergentes que son sus principales proveedores, como China e India. Que son, a su término, nuestros principales compradores de productos agroindustriales.
Este contexto explica por qué se observa con alguna preocupación los números decrecientes del balance comercial. En junio, el superávit comercial registró una baja interanual por quinto mes consecutivo, a pesar de la súper-cosecha. Compensando el sostenido incremento de las exportaciones (+22% a/a), se registró un fuerte aumento de las importaciones (+40% a/a). En el acumulado del primer semestre la tendencia es la misma: la velocidad a la que aumentaron las Importaciones (43% a/a) duplicó el ritmo de crecimiento de las Exportaciones (18% a/a), arrojando una contracción del superávit comercial de 25% respecto de un año atrás.

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