Los datos de actividad de junio y julio mostraron una economía que, por problemas de oferta más que por razones de demanda, comenzó a normalizar su tasa de crecimiento. No hay ningún factor (ni político ni económico) que haya operado para moderar la expansión de la demanda en esos meses. La desaceleración respondió fundamentalmente a temas de oferta: la combinación de problemas energéticos (factor estacional) y sectores industriales operando a plena capacidad (factor estructural). La demanda excedente está ajustando vía una creciente oferta importadora y vía precios en sectores con menor capacidad para suplementar oferta local con bienes importados.
En julio, los indicadores privados y oficiales marcaron un descenso en la tasa de expansión anual y una caída respecto a junio. El indicador de actividad IGA-OJF experimentó un alza de 6% anual en julio, sensiblemente inferior a la verificada en el segundo trimestre (9,1% anual) y cayó 0,6% con relación a junio, la primera baja mensual en 12 meses. El EMAE-INDEC de junio aumentó 11,1% anual y también registró una caída mensual de 0,6%.
En julio se conjugaron factores coyunturales (la restricción energética a la industria) con factores estacionales. La desaceleración de la actividad agropecuaria a partir de julio opera este año con más fuerza, luego de finalizada la súper-cosecha de soja. Esto impactó en actividades conexas tales como el comercio y el transporte de carga, que se desaceleraron notablemente.
La actividad industrial fue el sector más golpeado por la restricción energética invernal. El IPI-OJF registró una caída de 3,7% respecto a junio y el crecimiento anual bajó a 6,1% (versus 7,2% en el primer semestre). El IPI-FIEL se contrajo 1,8% respecto a junio y aumentó 3,1% anual (versus 9,1% en el primer semestre). El EMI-INDEC cayó 0,6% mensual y mostró un crecimiento de 7,6% anual (versus 9,2% en el primer semestre).
Es clave para el crecimiento industrial lo que ocurra en Brasil. Autos y siderúrgica explican ¾ partes de la recuperación industrial local en 2010 y gran parte tiene a ese país como destino. Dos datos encienden luces amarillas: 1) la industria en Brasil registra 3 meses consecutivos de bajas y pasó de crecer 19% anual en marzo a 12% anual en junio; 2) los patentamientos de autos OKM cayeron 17% anual luego de registrar aumentos de 70% a principios de 2010.
A pesar de la desaceleración reciente, el año podría finalizar con un crecimiento en un rango que va del 6,5% al 8,5%, según el indicador que se mire.
Del lado de la demanda, sólo la desaceleración en Brasil aparece como un potencial freno para los próximos meses. En el frente monetario, el BCRA se prepara para anunciar un aumento de los márgenes de expansión monetaria que podrían trepar al 30% anual en 2010. En el frente fiscal, el gasto público sigue creciendo a un promedio superior al 30% y en el segundo semestre se podrían superar esas marcas. En el frente de ingresos, los convenios salariales tendrán pleno impacto en los próximos meses cuando operen a pleno los aumentos escalonados (con ajustes que promedian el 30%) y cuando se discutan eventuales reaperturas de paritarias en sectores “rezagados” en la carrera precios-salarios.
La pregunta clave es cuánto más puede una demanda exuberante exprimir la oferta sin forzar una nueva aceleración de la tasa de inflación, en una economía que carece por completo de un ancla para las expectativas de inflación y que descansa, cada día más, en la estabilidad del tipo de cambio como único amortiguador de la suba de precios. La segunda mitad del año arrancó con demasiados rubros de la economía creciendo al 30%.
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